SOFA: el inescapable ritual geek de cada año

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Dedique este espacio para explorar mi relación de amor/odio con el SOFA.
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Dediqué este espacio para explorar mi relación de amor/odio con el SOFA.

Con frecuencia bromeo con mis amigos afirmando que el SOFA es el evento que marca el fin de nuestro año. Como si el octubre en Corferias indicara el último día de algún calendario ñoño, la feria parece un destino obligatorio para todos nosotros. Se trata de un cumpleaños que se debe celebrar (incluso cuando no se está de ánimo).

Al final de cada edición, cuando los pabellones se cierran y termino exhausto, deshidratado y con poco dinero para los próximos meses, me hago una promesa: el próximo año no volveré al SOFA.

Y, sin embargo, henos aquí. Planeando reuniones, solicitando permisos al trabajo y alistando el presupuesto. Cada año recorro una vez más los pasillos, buscando una figura de ‘Fate Stay Night’ que vi y no pude comprar por falta de dinero. Como si Corferias fuera un destino inescapable regresamos a SOFA. Después de pensarlo un poco (y que mi editor me insistiera en escribir este artículo) creo que encontré una respuesta para esta migración anual. 

La razón por la que uno asiste el SOFA no es la feria en sí, sino la experiencia que ofrece.

Masoquismo noño

Sí, es posible que la mayoría de las cosas negativas que escucharan acerca de SOFA tengan motivos. Ir los fines de semana es un calvario por las interminables filas que ciertos años amenazan con rodear esquinas completas de Corferias. También es cierto que el aumento de público ha hecho que a ciertas horas sea imposible recorrer un pabellón sin tropezar y morir del calor. Si no tienes dinero para comprar, puede que te deprimas al ver la cantidad de tiendas y lo caro que resulta invertir en casi cualquier recuerdo de la visita. Pero si uno lo mira desde otra perspectiva, todas las cosas que acabo de mencionar se pueden replicar a otros eventos masivos: conciertos, centros comerciales en diciembre o el paseo a Piscilago.

Tampoco sería justo afirmar que esto es exclusivo de SOFA. En convenciones como E3 o Comic-Con las multitudes y filas son norma. Como si el gen ñoño que portáramos tuviera una pequeña pizca de masoquismo, nos vemos atraídos a este tipo de espacios. Quizás la primera clave para reconocer las razones por las que regresamos cada año estén relacionas más con aquellas experiencia positivas, al punto que nos hacen olvidar los lunares del evento.

Un lugar para los geeks

Quizás algunos de ustedes tuvieron la fortuna de estudiar en un colegio con otras personas que compartieran sus gustos. Tal vez encontraron un amig@ al que le gustara el anime, los videojuegos y supiera la diferencia entre Magic y Yugi-oh! Si no, es posible que se sintieran fuera de lugar en los eventos, minitecas y otros espacios de humillación social que el bachillerato prepara.

Por eso, lo más divertido de SOFA es que mientras dura los ‘raros’ son los de afuera. En los confines de ese reino miniatura, cuyos límites son las calles aledañas a Corferias, todo geek es un ciudadano respetado. El cosplay es la norma e incluso etiqueta del lugar. Jugar con espadas o cartas es preferible a patear un balón. 

Es divertido encontrar un lugar donde se celebran tus hobbies y gustos. Quizás la mayor fantasía que SOFA consigue no está basada en dragones o robots gigantes. Tal vez sea la ilusión de un mundo utópico en la que los geeks conquistaron el mundo.

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Reunión familiar

La segunda razón para seguir asistiendo es mucho menos ‘espiritual’. Cada año busco ir acompañado por el mismo grupo de amigos. Desde esa primera oportunidad en la que fui a la feria (en 2010, creo) descubrí que la experiencia que ofrece es más divertida en grupo. De hecho, las más aburridas ediciones del evento en mi memoria tienen como punto común que por temas de horario tuve que ir por separado.

Asistir al SOFA con los amigos es la clave para una experiencia divertida. Ya sea que coordines un cosplay grupal, una reunión en la zona de juegos de mesa o simplemente quieras recorrer los pasillos riéndote y tomando fotos. Es un plan de amigos, un escenario para construir memorias y luego burlarse de ellas años después.

También es el lugar perfecto para reencontrarse con algunas personas con las que, por una u otra razón, no tienes la posibilidad de verte tan a menudo. Cada año acabo saludando a viejos conocidos, reencontrándome con amigos de la universidad o incluso esquivando a alguna ex. De alguna forma, SOFA se siente como una reunión familiar en la que mayor goce no está en la actividad, sino en las personas que la componen.

Nos vemos en SOFA

Puede que el lunes, cuando el evento haya terminado, no quiera volver a saber de eventos masivos por un buen tiempo. Pronostico que me prometeré una vez más que el siguiente octubre me quedaré en mi casa. Me repetiré que ya estoy muy viejo para andar caminando por los pabellones de Corferias.

También sé que volveré en 2018, obligado por un ritual geek que tiene más corazón que sentido. Esperemos que para entonces encuentre nuevas razones para incluir en este artículo. Y, si el dios nerd quiere, espero poder comprar la figura de ‘Fate Stay Night’ que llevo buscando desde años.

Imágenes: Corferias y ENTER.CO

Jeffrey Ramos González

Jeffrey Ramos González

Mi papá quería que fuera abogado o futbolista. Pero en vez de estudiar o salir a la cancha, me quedé en la casa viendo 'Dragon Ball Z', jugando 'Crash Bandicoot' y leyendo 'Harry Potter'. Así que ahora que toca ganarse la 'papita' me dedico a escribir de lo que sé y me gusta. Soy periodista graduado de la Javeriana, escritor de ficción. He publicado en El Tiempo, Mallpocket, entre otras revistas.

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2 comments

  • No voy a decir que SOFA es lo máximo, pero me la he gozado al 100%, así que Jeffrey está en lo cierto. Invito a todos a dejar de lado cualquier mala leche y darse la pasada, hay que vivirlo y pasarla bien!

  • Recuerdo que hace algunos años le decía a mi primo de Bogotá que tan bueno vivir allá, porque tenía al SOFA ahí no más. Lo que me sorprendió es que él no compartía mi emoción, sólo decía que era gente vendiendo muñequitos. Realmente no le entendía muy bien, ya que las fotos del SOFA se veía a todo el mundo divirtiéndose. La cuestión es que, por fin, fui en el 2014 y me llevé una gran decepción. Lo único bueno del SOFA son los asistentes, es decir, la gente que paga la boleta y se disfraza. No hay nada más. Sólo hay tiendas y tiendas que venden las mismas cosas y todo recaro. Realmente, preferiría comprar en Mercadolibre que ir a SOFA. Creo que SOFA no es para verdaderos geeks, yo diría que es para chicos y chicas que se creen geeks, pero no lo son. En fin, SOFA no vale la pena, sólo es una botadera de plata.

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