25 colegios de Bogotá decidieron hacer un experimento que pocos se habían atrevido a implementar: prohibir los celulares durante toda la jornada escolar, incluso en las rutas que transportan a los estudiantes. La medida, impulsada por la Unión de Colegios Internacionales de Bogotá (UNCOLI), buscaba entender si los teléfonos estaban afectando el bienestar y la concentración de los alumnos.
El resultado superó las expectativas. Luego de varios meses sin pantallas en las aulas, los colegios reportaron mejoras notorias en la convivencia, el rendimiento académico y la atención. También hubo menos casos de acoso escolar y más tiempo de conversación entre compañeros. Lo que para muchos parecía una restricción excesiva terminó convirtiéndose en una experiencia transformadora.
El estudio, llamado Desconectar para Conectar, contó con la participación de más de 11.000 estudiantes, padres y docentes de 25 instituciones. En su desarrollo colaboraron expertos de la Universidad de Stanford y del Banco Mundial, quienes ayudaron a analizar los efectos emocionales y sociales de la medida.
Un aula con menos ruido digital
Camilo Camargo, rector del Colegio Los Nogales y presidente de la UNCOLI, explicó que la decisión surgió de una preocupación compartida: la distracción constante que genera el celular. “Los jóvenes estaban cada vez más dispersos, pendientes de notificaciones o redes sociales. Decidimos probar qué pasaba si los desconectábamos un poco, y los resultados son evidentes”, señaló.
El estudio revela que los estudiantes aprendieron a socializar de manera más real, con menos dependencia de las pantallas. Las conversaciones en los recreos regresaron, la atención en clase mejoró y se redujeron los conflictos entre compañeros. Según la encuesta, la mayoría de profesores percibe un ambiente más tranquilo y cooperativo, mientras que los padres aseguran que sus hijos duermen mejor y se muestran menos irritables.
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Sin embargo, el informe también expone lo difícil que resulta mantener el equilibrio digital. El 95 % de los adolescentes de 14 años ya tiene un celular, y más del 60 % lo obtuvo antes de los 12. Esa temprana exposición al mundo digital está relacionada con mayores niveles de ansiedad, especialmente entre las mujeres, que además utilizan el dispositivo como escape ante la tristeza o el estrés.
Entre los 14 y 16 años, los jóvenes reconocen que no logran controlar el tiempo que pasan conectados. Muchos sienten ansiedad cuando no tienen el teléfono cerca, lo que demuestra la necesidad de enseñar desde el aula hábitos de desconexión.
Para la UNCOLI, el propósito no es eliminar la tecnología, sino redefinir su papel dentro del proceso educativo. La iniciativa busca abrir un debate sobre cómo lograr un uso más consciente del celular, sin afectar la salud mental ni la convivencia.
Camargo insiste en que “los colegios no pueden aislarse del mundo digital, pero sí pueden enseñar cuándo y para qué usarlo”. Por eso, la organización continuará evaluando los efectos de esta política, convencida de que apagar el celular unas horas puede encender algo más importante: la atención, la empatía y la curiosidad de los estudiantes.
