Hoy en día, entregar un celular a un niño se ha convertido en una decisión que muchos padres deben enfrentar. No hay una edad exacta para dar este paso, pero sí señales claras para saber cuándo es responsable hacerlo. Lo importante es entender el desarrollo y la madurez de cada pequeño.
Ya es común ver niños con celulares en las manos manejándolos mejor que algunos adultos. Para unos, es una forma de mantener comunicación y acceso a la educación, para otros, un riesgo que puede afectar su salud mental y hábitos. No hay una regla fija, pero sí consejos útiles para acompañar el proceso.
Expertos como la Academia Americana de Pediatría recomiendan evitar el uso de pantallas en menores de dos años. Para niños entre 6 y 12 años, sugieren supervisión activa, límites claros y un uso con propósito. No se trata solo de tener un celular, sino de cómo y cuánto se usa.
Algunos dispositivos cuentan con funciones de bienestar digital que permiten a los padres controlar el tiempo de pantalla, limitar el acceso a aplicaciones y establecer horarios de descanso; estas herramientas facilitan que los adultos acompañen el uso responsable del celular desde edades tempranas.
Kenet Segura, PR Manager de Honor en Colombia, explica que estas funciones incluyen horarios de descanso y reportes de actividad. Esto facilita que los adultos acompañen el uso del celular y ayuden a crear hábitos digitales saludables desde temprano.
Según datos de UNICEF, más del 60% de los niños entre 9 y 17 años en América Latina ya acceden a internet a través de dispositivos móviles. Esto demuestra que, más allá de la edad, el acceso digital es una realidad y por eso es urgente educar sobre un uso responsable.
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La salud visual es otro tema clave. Algunos smartphones incorporan modos que reducen la luz azul y minimizan la fatiga ocular, además de ofrecer configuraciones que facilitan la lectura y protegen la vista durante el uso nocturno.
La recomendación principal para entregar un celular es hacerlo de forma progresiva. Empezar con modelos sencillos, limitar funciones y horarios, y usar controles parentales para guiar el uso. De esta manera, el niño aprende a balancear la tecnología con otras actividades.
También es vital mantener siempre el diálogo abierto. Hablar sobre la privacidad, los riesgos en redes sociales y el celular como una herramienta, no como escape emocional. La educación digital debe ser constante y acompañar el crecimiento del niño.
No solo importa la edad en la que se entrega el celular, sino cómo se acompaña ese proceso. La preparación emocional, la supervisión y el apoyo marcarán la diferencia en el desarrollo digital sano de los niños. Más que temer a la tecnología, hay que aprender a usarla con propósito.
Imagen: Archivo ENTER.CO
