Este jueves se llevó a cabo el primer día del Festival Estéreo Picnic 2017 y la atención de los miles de visitantes que se agolparon en el Parque 222 de la capital colombiana estaba reservada para dos artistas en especial: The Weeknd y Justice.
Después de las cinco de la tarde, hora a la que llegamos a las instalaciones de Estéreo Picnic, decidimos hacer un ‘reconocimiento del área’ a manera de preparación de lo que se vendría. Sabíamos que para ver una agrupación como Justice se necesitaría más que emoción, era importante incluso reservar fuerza física, corporal, porque su música es de la electrónica que se baila y se salta, a veces lento, otras veces muy rápido, y esos cambios de ritmos (subidas y bajadas sin parar) requieren el nivel máximo de energía.
Antes de que las presentaciones aclamadas de la noche sucedieran, tuvimos la oportunidad de ver otras bandas como Sagan, Glass Animals, Rancid y The XX. Debo decir que estas lo hicieron muy bien, la gente cantó ‘a grito herido’ sus temas más conocidos y el frío no importó a la hora de disfrutar las melodías. Para agrupaciones como The XX, que se presentaba por segunda vez en Bogotá, la emoción del público representó más que un reconocimiento a su música. La verdad, se sintieron como en casa.
Y llegaron las 11:30 de la noche. Iba primero The Weeknd en el escenario de Tigo Music y luego Justice. Personalmente decidí no meterme muy adentro del tumulto, en medio de la presentación de The Weeknd, para poder correr hasta el escenario de Budweiser y obtener una ubicación privilegiada que me permitiera disfrutar al dúo francés que cerraba la noche. Gaspard Augé y Xavier de Rosnay, los genios detrás de Justice, me esperaban.
A la madrugada, sobre las 2:30 de la mañana, y agradeciendo al cielo por haber sido benévolo con nosotros al no permitir que cayera un aguacero torrencial, Justice salió a escena. Y aquí ‘empezó lo bueno’.
La producción detrás del show de Justice
Sobre el escenario Budweiser, el productor del show de Justice dispuso varias torres de amplificadores Marshall que daban la sensación de una cuadrícula perfecta. Lo interesante de esta distribución se empezó a notar cuando el esquema de iluminación comenzó a reflejar los sonidos del grupo en los bordes de los amplificadores. Mientras Justice reproducía su música en las consolas ubicadas en la mitad del escenario, y sobre una tarima que los hacía ver ‘elevados’, los amplificadores Marshall retumbaban y alumbraban al ritmo de Justice. La sincronización fue perfecta.
Esto estuvo acompañado por unos reflectores que, apelando más que todo al color blanco, lograron que los asistentes se sintieran en otro lugar. Y bueno, si le sumamos a las luces la clásica insignia de la banda, la cruz, ya se imaginarán los niveles de exaltación, los gritos, la euforia desbordada.
Justice se tomó su tiempo para deleitarnos con su música, y cuando percibía que los gritos no eran igual de fuertes, pedía a la gente que se levantara, que saltara, que se moviera lo más rápido que pudiera para luego ‘mecerlos’ en una melodía menos ágil, pero más fugaz. Cuando la cosa se ponía fuerte, luces rojas, azúles, moradas y naranjas acompañaban cada beat; después, el esquema de iluminación regresaba al clásico blanco.
Al finalizar el concierto, se despidió con todas las de la ley: con bandera de Colombia en mano. Y por supuesto se vieron venir los aplausos, la repetida frase ‘Justice, Justice’, la solicitud de siempre ‘otra, otra’. Pero ya no hubo ‘otra’ y el show terminó. No obstante, ¡qué buen show!
Imágenes: Estéreo Picnic 2017, ENTER.CO.
