Así fue Hacks Contra la Corrupción Bogotá 2012

A las 5 de la tarde del sábado, los desarrolladores estaban como recién levantados. A las 7 de la noche del domingo, sus ojeras los delataban sin pudor. Sin embargo, todos –los que ganaron y los que no– estaban muy contentos. Tras 24 horas de trabajo, pizza y café, tenían tres productos para mostrar.

Los retos eran dos: construir una herramienta para que las personas reporten gastos de publicidad electoral, y armar una aplicación para conocer el estado de las denuncias por corrupción que hacen los ciudadanos de Guatemala. Los participantes –analistas, desarrolladores, diseñadores y periodistas– debían armar grupos para trabajar en uno de ellos. Muchos de ellos no se conocían, pero ese no fue problema. Los grupos quedaron listos en menos de una hora.

Muchos pasaron ‘derecho’, otros se echaron una siesta en los sofás de la Academia Wayra y otros más se fueron para sus casas. Pero nadie dejó de trabajar. De vez en cuando, alguien se animaba y ponía música desde su computador. Otros salían a respirar un poco, quizás esperando que el frío de la noche bogotana les ayudara en la guerra contra el sueño.

En tres ocasiones, la hackathon se enlazó vía streaming con las que se realizaban simultáneamente en Moscú (Rusia), Yakarta (Indonesia), Budapest (Hungría) y Vilna (Lituania). Las escenas eran parecidas: un montón de nerds cansados pero felices, haciendo lo que más les gusta.

Un par de medios de televisión llegaron a husmear lo que estaba pasando. Cuando llegaban, los desarrolladores salían espantados como palomas. A los jóvenes reporteros, que les tocaba llegar con algo a sus salas de redacción, les quedaba hacer de cazadores y pedirles a los rezagados que dijeran algo.

El ganador es…

Al final, llegó la hora de mostrar qué se había hecho. Antes de los proyectos participantes, un grupo mostró ‘Ojos a la obra’, una solución que le permitirá a la Red Anticorrupción de Proética –el capítulo peruano de Transparencia Internacional– integrar información de diferentes fuentes y hacerle seguimiento a cómo se está gastando el dinero público en inversiones y obras de infraestructura. La herramienta fue creada por dos desarrolladores colombianos.

Luego, los concursantes mostraron los productos que lograron desarrollar. Un primer grupo creó Ciudadamos.org, una herramienta que permite visibilizar los datos de la base de datos Cuentas Claras, en la cual está la información de cómo se gastaron el dinero en su campaña los candidatos a los cargos de elección popular. El sitio permite realizar búsquedas y filtrados por donante o por candidato, y ofrece resultados gráficos.

El segundo grupo creó participa.co, una herramienta que les permite a los ciudadanos reportar, por medio de una aplicación móvil, la publicidad electoral que se encuentren. Pueden subir fotos, vídeos, clips de audio o escribir texto. Además, la herramienta permite geolocalizar las entradas y elaborar un mapa. Además, participa.co cuenta con un API para que otros desarrolladores puedan integrar el servicio en sus propias aplicaciones y difundir su uso de otras maneras.

Finalmente, el grupo que aceptó el reto de Guatemala creó Hackguatin, un sitio que permite hacerles seguimiento a las denuncias formuladas por ciudadanos de ese país. El problema surge porque la mayoría de ellas se quedan atascadas en alguna de las oficinas gubernamentales que deben tramitarlas, y casi nunca se sabe cómo va su tramite. La herramienta permite hacerles seguimiento a los casos, saber en qué etapa del trámite se encuentran y poder informar si están atascadas en alguna entidad pública para hacer presión.

El jurado estuvo conformado por representantes de Transparencia por Colombia, Academia Wayra, Microsoft, Random Hacks of Kindness y HubBog. El ganador fue el equipo de Participa.co. Leonardo Suárez, de HubBog, dijo que el vencedor fue escogido porque «se enfocó mucho en tener un software completamente libre que pudiera ser usado después, que tuviera un API que todo el mundo pudiera utilizar después«.

El premio era un cheque por 1.000 euros, ocho horas de tutoría en la Academia Wayra y dos membresías por un mes en HubBog. Sin embargo, lo que importó no fue eso. Los activistas contra la corrupción se fueron con una sonrisa en la boca, pues ahora tenían en el bolsillo herramientas con las que habían soñado por años. Los desarrolladores, por su parte, se fueron con la satisfacción de haber hecho algo por sacar el activismo digital de las palabras y llevarlo a las acciones.