Opinión | ¿Y si el libro fuera una tecnología viva?

Por, Eduardo Norman, director de la Editorial del Politécnico Grancolombiano.

En el Día Mundial del eBook, vale la pena preguntarnos: ¿y si el libro, en lugar de ser una experiencia lineal, plana y pasiva, se transformara en un ecosistema interactivo que responde, se adapta y reta al lector? Durante años hemos idealizado al libro como una tecnología en sí misma y lo es, pero también es cierto que, en la era de la hiperconexión y los datos, su forma tradicional está quedándose corta. Ya no basta con leer, hoy queremos tocar, ver, escuchar y decidir. Queremos que el contenido nos responda, que reaccione. Por eso, los libros interactivos no son una moda. Son una evolución necesaria.

Cuando pensamos en libros, solemos quedarnos en la dicotomía papel vs. digital. Como si el ebook, ese PDF glorificado, fuera el pináculo de la innovación editorial. Pero lo cierto es que el ebook no es más que una transposición, no transforma el contenido, solo lo cambia de formato. En cambio, los libros interactivos redefinen la experiencia del lector. Son estructuras de contenido vivo, incorporan navegación no lineal, elementos multimedia, preguntas interactivas, juegos, visualizaciones dinámicas y mecanismos que permiten a cada lector construir su propio camino de lectura. Son, en esencia, una interfaz más que un archivo.

Los libros interactivos no solo representan un cambio de medio, sino de mentalidad. Exigen pensar diferente, diseñar diferente, escribir diferente. Y eso es, precisamente, lo que más nos está costando. Porque no se trata solo de añadir botones o videos: se trata de romper con siglos de linealidad narrativa, de soltar el control absoluto del autor y aceptar que el lector ya no es un receptor pasivo, sino un co-creador de sentido.

En el Politécnico Grancolombiano, hace seis años empezamos a experimentar con este paradigma. Creamos lo que hoy llamamos MI-books, una línea editorial que hoy cuenta con más de 125 títulos disponibles de acceso abierto. La mayoría nació de contenidos académicos, sí, pero su alcance va más allá. Son piezas editoriales navegables, con audios, animaciones, simulaciones, datos manipulables, glosarios activos, resúmenes expandidos y rutas múltiples de comprensión. No se leen, se exploran.

 

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No ha sido un camino sencillo. Romper con el modelo tradicional implica desafiar muchas inercias, desde las tecnológicas hasta las mentales. El autor ya no puede escribir “a la antigua” debe pensar en capas de contenido, en experiencias, en acciones del lector. El diseñador debe asumir que está trabajando más cerca del desarrollo web que del papel. Y el lector… bueno, el lector ya no es un lector, es un usuario, un navegante, un jugador, un constructor de sentido. Eso cambia todo.

Desde la editorial del Politécnico Grancolombiano, hemos explorado líneas híbridas. Nuestros cuentos ilustrados para primera infancia, por ejemplo, integran narración oral, animación de personajes y actividades interactivas. No solo entretienen, ayudan a medir la comprensión lectora, fomentan la atención y estimulan habilidades cognitivas. Son más laboratorio que libro. Y eso nos fascina.

Ahora bien, no todo es ideal. Hay retos enormes, la sostenibilidad tecnológica, la compatibilidad entre plataformas, la brecha digital, la necesidad de equipos multidisciplinarios para su producción. No cualquiera puede hacer un buen libro interactivo. Pero ¿acaso vale la pena seguir haciendo libros planos que nadie quiere leer?

En el fondo, la pregunta que deberíamos hacernos no es si vale la pena hacer libros interactivos. Es más profunda ¿estamos dispuestos a repensar lo que entendemos por “leer”? ¿A soltar el control autoral y permitir que el lector sea parte activa del proceso? ¿A romper el molde del “contenido terminado” para abrazar un contenido en beta permanente? Los libros interactivos nos obligan a pensar distinto. Y eso, aunque incómodo, es exactamente lo que necesitamos.

Imagen: Generada con IA / ChatGPT

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Muchos periodistas y blogueros de Colombia, Latinoamérica y España colaboran esporádicamente con ENTER.CO, aportando su conocimiento y puntos de vista frente al acontecer tecnológico y de Internet.

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