Rodar fuera saldrá caro: Donald Trump declara la guerra a las películas extranjeras con arancel del 100%

Donald Trump anunció un arancel del 100% para las producciones cinematográficas extranjeras que se distribuyan en Estados Unidos. Su intención es repatriar los rodajes y reforzar la industria local. Pero la medida podría tener efectos inversos, afectando tanto a los grandes estudios como al público.

En una industria globalizada, donde los rodajes cruzan fronteras y los equipos se componen de talento internacional, definir qué es una “producción extranjera” es más complicado de lo que parece. Trump propone una idea simple para un problema complejo, con consecuencias que van mucho más allá de lo fiscal.

La mayoría de las grandes producciones de Hollywood filman parte de su contenido fuera del país. En 2024, el 33% de los largometrajes de estudios estadounidenses lo hicieron. Lo hacen por razones económicas: filmar en países como Canadá, Reino Unido o Nueva Zelanda reduce costos hasta en un 40%.

El nuevo arancel impactaría directamente estas producciones. Películas como Avatar: Fire and Ash o Mission: Impossible – The Final Reckoning, rodadas en el extranjero, tendrían que pagar una tasa del 100% para su comercialización en suelo estadounidense. ¿Quién asumirá ese costo?

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Probablemente, el espectador. Si el arancel se traslada al consumidor, el precio de las entradas podría aumentar entre un 20% y un 40% en ciertas películas. En plataformas como Netflix, la situación es aún más compleja. Gran parte de su catálogo se produce fuera de EE. UU.

Netflix ha construido su éxito global gracias a producciones locales que conquistan audiencias internacionales. Si debe pagar un arancel por cada título producido en Corea del Sur, España o Alemania, podría optar por reducir ese contenido. O peor aún: subir los precios de suscripciones.

La medida también amenaza al cine independiente y a las películas extranjeras que buscan estrenarse en EE. UU. Hoy en día, muchas apenas logran distribución. Un arancel adicional volvería inviable su llegada a salas, lo que limitaría aún más la diversidad cultural en la oferta estadounidense.

Además, existen dudas clave sobre cómo se aplicará la norma. ¿Contará como “extranjera” una película de un estudio estadounidense filmada en Londres? ¿Y una coproducción con Canadá? La industria necesita claridad legal para evitar bloqueos, retrasos y caos en la distribución.

Otra incógnita: ¿responderán otros países con medidas similares? China ya ha mostrado su descontento en el pasado ante restricciones al cine estadounidense. Si Europa o Asia replican el modelo, los ingresos internacionales de Hollywood —que triplican a los del mercado interno— podrían verse en riesgo.

Los estudios podrían intentar compensar estos obstáculos recurriendo a sets virtuales o inteligencia artificial. Pero eso implicaría reducir la escala realista y la riqueza visual de muchas producciones. Un cine más barato, pero también más artificial y menos espectacular.

La intención de Trump es recuperar empleos en suelo estadounidense. Pero sin incentivos fiscales internos, los rodajes seguirán siendo más caros en EE. UU. y las productoras buscarán salidas menos costosas o abandonarán proyectos.

En lugar de fortalecer a Hollywood, este arancel podría debilitarlo desde dentro. Castiga la creatividad, restringe el acceso cultural y encarece el entretenimiento. Todo en nombre de un proteccionismo mal calculado que amenaza a quienes pretendía proteger.

Más que un acto de defensa, esta decisión parece un cierre progresivo al mundo. Y en un arte que vive del intercambio global de historias, eso puede ser una herida profunda.

Imagen: Archivo ENTER.CO

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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