La idea de una Ciudad Inteligente no se agota en tener mapas en línea o sensores urbanos. En Bogotá, la transformación digital se está alineando con una agenda relacionada con responder a problemas estructurales como el envejecimiento acelerado de la población, la inseguridad vial y la violencia homicida, usando datos abiertos, plataformas geoespaciales y análisis en tiempo real.
En los últimos meses, la capital lanzó herramientas que van más allá de la visualización, por ejemplo, permiten entender dónde y por qué ocurren los problemas, y orientar la acción pública de forma precisa. Desde la modelación tridimensional de la ciudad hasta un geovisor con más de 200 indicadores sociales, la apuesta es clara: gobernar con evidencia.
Tecnología con enfoque ciudadano
El eje de esta estrategia está en la interoperabilidad. La Infraestructura de Datos Espaciales del Distrito (IDECA), tras dos décadas de evolución, ahora modela en 3D el crecimiento urbano y detecta cambios en edificaciones para verificar el cumplimiento del Plan de Ordenamiento Territorial. Este nivel de detalle sirve para planificar obras y prever impactos en movilidad, espacio público y servicios básicos.
Pero no se trata solo de infraestructura física, por ejemplo, el Jardín Botánico, creó el Geoportal de Bosques Urbanos, con información 3D sobre siete áreas verdes estratégicas. Esta capa ambiental es utilizada por el IDU, TransMilenio y el Acueducto para prevenir riesgos y garantizar que el desarrollo urbano no erosione la cobertura vegetal.
El patrimonio cultural también entra en la ecuación. El SISBIC, desarrollado por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, centraliza datos del patrimonio material, inmaterial y natural, integrando fichas descargables, mapas interactivos y volumetría 3D para fortalecer su conservación.
Datos para decisiones urgentes
Sobre esto, el vínculo entre tecnología y calidad de vida se hace evidente en el Geovisor de Datos de Bogotá Cómo Vamos, lanzado este año. Territorializa más de 200 indicadores y permite cruzar variables para identificar patrones críticos. Es posible, por ejemplo, ver cómo las zonas con alta informalidad laboral coinciden con mayores tasas de homicidio, o cómo la falta de oferta cultural se concentra en áreas con población joven.
Estos cruces son valiosos porque los problemas de la ciudad no son aislados. El envejecimiento poblacional, por ejemplo, ya es un desafío real: con una tasa de fecundidad de 0,84 hijos por mujer, la más baja registrada, se proyecta que Bogotá empiece a perder población desde 2025 y que el bono demográfico termine en 2043. Esto impactará el sistema de pensiones, la demanda educativa y el modelo de cuidados, y exige rediseñar políticas con un enfoque regional.
En seguridad vial, la cifra de 565 muertes en 2024 —principalmente motociclistas y peatones jóvenes— deja claro que las metas de reducción de fatalidades no se están cumpliendo. El geovisor puede ubicar los puntos más críticos y ayudar a priorizar intervenciones, algo que hasta ahora se hacía con información dispersa.
Una ciudad con memoria y proyección
Los homicidios, con una tasa de 15 por cada 100.000 habitantes y un impacto desproporcionado en jóvenes, también demandan intervenciones focalizadas. Localidades como Santa Fe, con 83 homicidios por cada 100.000 habitantes, requieren planes diferenciados que el análisis territorial puede ayudar a diseñar.
Para Gustavo Díaz, de Esri Colombia, “una ciudad inteligente no solo es eficiente, también es una ciudad con memoria, equitativa y viva”. La memoria se construye registrando y compartiendo información; la equidad, usando esos datos para cerrar brechas; y la vida urbana, anticipando riesgos y oportunidades.
El desafío, coinciden expertos y autoridades, es mantener la articulación entre entidades y garantizar que la información fluya y sea utilizada. Las herramientas ya existen: gemelos digitales, geovisores ciudadanos, inventarios ambientales y visores de espacio público. Lo que está en juego es usarlas para algo más que mostrar mapas: convertirlas en el motor de decisiones que salven vidas, cuiden el entorno y adapten la ciudad a una población que cambia rápidamente.
Imagen: Archivo ENTER.CO