Colombia avanza en el despliegue de redes 5G a un ritmo que parecía impensable hace apenas dos años. Desde que la tecnología comenzó a implementarse en 2024, los operadores han encendido más de 1.400 estaciones en todo el país. Claro lidera con fuerza: ya ofrece cobertura en 30 ciudades y concentra el 70% del tráfico nacional en esta red. Sin embargo, el despliegue, aunque vistoso en cifras, todavía no se traduce en un impacto real y masivo para la mayoría de los usuarios.
La cobertura nacional de 5G cerró 2024 en apenas 19%. Dicho de otra forma, ocho de cada diez colombianos aún dependen de 4G como la máxima tecnología disponible. Y aunque Claro anuncia que más de 4,5 millones de clientes ya han generado tráfico en su red 5G, esa cifra sigue siendo pequeña frente a los más de 40 millones de usuarios móviles del país.
Los datos muestran que Claro lleva la delantera con un despliegue que abarca 1.322 sitios 5G en 43 municipios. Movistar y Tigo, que optaron por compartir infraestructura, apenas alcanzan 111 sitios cada uno. WOM, por su parte, todavía no ha encendido su red 5G. Esta asimetría explica por qué el 70% del tráfico de la nueva red pasa por Claro.
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En regiones como Bogotá, Medellín y Cali, la huella de 5G creció con fuerza durante 2024, alcanzando coberturas de hasta 69% en la capital y 53% en Medellín. Sin embargo, más allá de las grandes ciudades, la historia es distinta. Departamentos de la Orinoquía y la Amazonía, como Vaupés, Guainía o Amazonas, apenas tienen unos cuantos sitios de telecomunicaciones, en muchos casos sin 5G disponible.
El despliegue también refleja una brecha competitiva entre operadores. Claro se consolidó como el jugador dominante, con un tercio de todos los sitios móviles del país, mientras sus competidores apenas sostienen entre el 20% y 25% de la infraestructura. El efecto es claro: el acceso a 5G depende, en gran medida, de ser cliente del operador dominante.
¿Impacto real en los usuarios?
Aunque las velocidades de conexión y la baja latencia son el gran atractivo de 5G, para la mayoría de usuarios la experiencia todavía no cambia de manera sustancial. Esto ocurre por tres razones.
Primero, la disponibilidad de equipos compatibles sigue siendo limitada y costosa. Aunque cada vez más smartphones incluyen soporte 5G, buena parte de la base de usuarios aún usa dispositivos 4G.
Segundo, las aplicaciones que realmente aprovechan la capacidad de 5G —como el streaming en 8K, la realidad aumentada en tiempo real o la telemedicina remota— aún no están masificadas. En la práctica, navegar en 4G sigue siendo suficiente para la mayoría de tareas cotidianas.
Tercero, la cobertura sigue siendo desigual. Un usuario puede disfrutar de 5G en el centro de Bogotá, pero perder la señal apenas se traslada a un municipio cercano. El despliegue inicial ha priorizado zonas urbanas de alta concentración económica, lo que refuerza las brechas entre ciudades principales y regiones periféricas.
Por eso no preguntamos, si los anuncios de cobertura realmente significan un cambio tangible para los ciudadanos. De momento, la respuesta es que el 5G en Colombia tiene más impacto como mensaje de competitividad que como servicio masivo.
Una apuesta de largo aliento
Pese a las limitaciones actuales, el despliegue de 5G sí es importante en la infraestructura tecnológica del país. Operadores como Claro no solo están encendiendo antenas, también conectan instituciones educativas rurales con fibra óptica y construyen data centers de clase mundial. Es un movimiento que busca posicionar a Colombia como un polo regional en servicios digitales avanzados.
La clave será si este despliegue se democratiza más allá de las ciudades principales. De lo contrario, 5G corre el riesgo de convertirse en una tecnología de élite, útil para sectores empresariales y urbanos, pero lejana para la vida cotidiana de millones de colombianos.
El país ya tiene 5G en 30 ciudades, pero la verdadera medida del éxito no será el número de antenas ni de clientes conectados. Será, en cambio, cuando un habitante de Florencia, Quibdó o Leticia pueda navegar, trabajar y estudiar con la misma calidad de red que alguien en Chapinero o El Poblado. Ese será el momento en que 5G deje de ser un hito técnico y se convierta en un cambio social real.