Madrid estrenó un nuevo experimento en movilidad, un bus eléctrico que se mueve sin conductor y que ya circula por la Casa de Campo. El vehículo, con capacidad para 12 pasajeros, hace un recorrido de 1,8 kilómetros con seis paradas, de lunes a viernes, entre las 12 del mediodía y las 5 de la tarde. El servicio es gratuito y estará disponible hasta el 24 de octubre.
La prueba forma parte de la Semana Europea de la Movilidad, una iniciativa que busca impulsar alternativas de transporte más limpias. En esta ocasión, el reto es doble: mostrar un vehículo autónomo en funcionamiento y medir cómo reaccionan los ciudadanos frente a un medio que rompe con la idea tradicional del transporte público.
El bus está equipado con cámaras y sensores que analizan lo que ocurre a su alrededor. Reconoce semáforos, peatones, ciclistas y obstáculos en la vía. Decide cuándo frenar, acelerar o girar sin ayuda humana. Un supervisor viaja a bordo, pero su intervención solo se contempla en casos excepcionales. La velocidad máxima durante la prueba es de 15 kilómetros por hora.
Para Madrid no es del todo una novedad, pues hace unos años ya se habían hecho ensayos en espacios controlados, como el campus de la Universidad Autónoma. La diferencia es que ahora los ciudadanos pueden subir y probar la experiencia de primera mano. Por eso, muchos lo ven como una ventana a la movilidad que vendrá en los próximos años.
El entusiasmo, sin embargo, no es unánime, ya que asociaciones vecinales y colectivos ecologistas critican que la Casa de Campo sea usada como laboratorio urbano. Aseguran que este parque, considerado el pulmón verde de la capital, ya enfrenta problemas de tráfico y contaminación. Añadir más vehículos, aunque sean eléctricos, podría alterar el equilibrio de un espacio natural que debería priorizar al peatón y a la bicicleta.
Desde la plataforma Salvemos la Casa de Campo afirman que los ensayos deberían hacerse en barrios y no en un entorno protegido. “Es una contradicción hablar de movilidad sostenible y meter más vehículos en el parque”, señalan.
Te puede interesar: Colombia depende de baterías importadas y recicla menos del 1 %: el talón de Aquiles de los carros eléctricos
El Ayuntamiento, por su parte, defiende la apuesta. Argumenta que es necesario acercar la innovación a la ciudadanía y que estas pruebas son la manera más directa de evaluar el futuro del transporte urbano. Para la Empresa Municipal de Transportes, este tipo de vehículos pueden reducir la huella de carbono y aportar soluciones eficientes en trayectos cortos.
El debate sigue abierto; lo cierto es que el autobús sin conductor ya se convirtió en una de las atracciones de la Semana de la Movilidad. Mientras unos lo reciben con entusiasmo y curiosidad, otros lo ven como una apuesta apresurada que no respeta el valor ambiental de la Casa de Campo.
Lo que deja claro esta experiencia es que la discusión sobre el transporte autónomo no es solo técnica. También toca la confianza de los usuarios, la manera en que las ciudades piensan sus espacios y el papel que tendrá la tecnología en la movilidad diaria. Un bus que maneja solo puede parecer un detalle anecdótico, pero también es un anticipo de los dilemas urbanos que vendrán.
Imagen: Captura de pantalla