Colombia depende de baterías importadas y recicla menos del 1 %: el talón de Aquiles de los carros eléctricos

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Las ventas de carros eléctricos en Colombia crecieron con fuerza. En 2024 se vendieron casi 8.000 unidades, un aumento del 203 % frente al año anterior. Sin embargo, menos del 1 % de las baterías usadas fueron recogidas para reciclaje. Ese dato muestra el vacío que puede frenar la transición energética.

Hoy el país depende por completo de baterías importadas. No hay producción local ni plantas que reciclen a gran escala. Esto deja a Colombia sin control sobre precios, disponibilidad ni seguridad en el suministro. El riesgo es evidente, pero también la oportunidad para quienes inviertan antes de que el mercado madure.

Algunas startups ya trabajan en soluciones. BATx, en Medellín, reutiliza baterías para sistemas de energía solar y logra reducir costos y emisiones. Altero, un reciclador de litio, apenas procesó 150 toneladas en 2024, lo que cubrió un 5 % del mercado. El esfuerzo es valioso pero todavía insuficiente frente al ritmo de ventas.

El problema se amplifica con la falta de infraestructura para transporte de materiales peligrosos, la recolección informal y el contrabando. El BID estima que solo en 2033 Colombia podría reciclar una cuarta parte de sus baterías. Eso significa al menos ocho años de atraso respecto al crecimiento actual del sector.

La presión no solo viene del reciclaje. La matriz energética también suma incertidumbre. Colombia obtiene cerca del 70 % de su electricidad de fuentes hídricas, pero las sequías obligan a aumentar el uso de combustibles fósiles. En algunos momentos esa dependencia ha subido hasta casi la mitad de la energía generada.

Con la llegada de más autos eléctricos, esa inestabilidad puede afectar la red y los costos de la energía. Aquí las baterías juegan un papel doble. No solo mueven vehículos, también sirven para almacenar electricidad de fuentes solares o eólicas. Su segunda vida es clave para estabilizar la red y reducir el uso de combustibles fósiles.

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Otros países avanzan más rápido. China recicló más de 825.000 toneladas de baterías en 2023 y espera superar el millón este año. Estados Unidos ya procesa 20 GWh de litio al año con empresas especializadas. Colombia aún está en una etapa muy inicial, pero la brecha revela un espacio enorme para crecer.

Los inversionistas que actúen primero podrán marcar el camino. Quienes tengan capital, tecnología y visión local podrán definir reglas y asegurar alianzas. También podrán quedarse con ubicaciones estratégicas en corredores de carga y en las principales ciudades. Esperar puede significar perder esa ventaja.

El gobierno tiene metas ambiciosas. En 2035 espera que todo el transporte público sea eléctrico y que Bogotá logre un parque automotor de cero emisiones en 2040. Estas fechas aceleran la necesidad de un plan robusto de suministro y reciclaje de baterías.

Colombia está frente a un punto de quiebre. La movilidad eléctrica no es solo vender más autos. Es crear una red de energía estable, un sistema de reciclaje efectivo y un mercado menos dependiente del exterior. Las decisiones que se tomen ahora dirán si el país se convierte en líder regional o en un actor rezagado.

Para Maxime Jean, Director de Arches Bogotá, el momento exige visión y rapidez. Señala que Brasil, México y Chile ya marcan el rumbo de la movilidad eléctrica en la región y que Colombia no puede quedarse esperando. Su mensaje es claro: los inversionistas que actúen hoy no solo ganarán participación en el mercado, también tendrán la posibilidad de definir la forma en que el país construye su ecosistema de baterías y energía limpia.

Imagen: Archivo ENTER.CO

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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