Otra forma de subdesarrollo

Uno de los factores empleados para medir el desarrollo de los pueblos debería ser el uso que hacen las personas del poder que se les entrega. Y si el poder a partir del cual nos midieran a los colombianos fuera el de opinar, saldríamos pésimamente librados.

Por lo menos eso es lo que se ve en los foros de eltiempo.com y en otros espacios virtuales, en los que diariamente demostramos que somos unos subdesarrollados intelectuales (entre otras cosas).

Como miembro del equipo de editores de eltiempo.com no pude menos que lamentar la decisión tomada por Daniel Samper Pizano, quien en días pasados resolvió no permitir que los lectores comenten sus columnas en la versión en línea del diario EL TIEMPO.

A Daniel se le llenó la copa con los comentarios de un grupo de desadaptados a los que la inteligencia no les alcanza para decir o escribir una frase completa que no incluya alguna grosería, ofensa o amenaza.

Se escudan en que cada quien es libre de expresar su opinión, pero no se dan cuenta de que la opinión es una manera de pensar, un juicio que se forma acerca de algo o de alguien¿ Y basta leer las cosas que muchos escriben para darse cuenta de que detrás de sus palabras no hay un esfuerzo mental que las haga merecer el calificativo de opinión.

Cuando un medio de comunicación abre un espacio para que sus lectores participen, les está dando un voto de confianza muy grande y los está haciendo partícipes del poder que ostenta (recuerden que la prensa es el cuarto poder).

Pero cuando uno no sabe qué hacer con el poder¿

La solución a este problema no puede ser dar marcha atrás. Para eltiempo.com sería lamentable tener que cerrar los espacios de participación para sus lectores, por culpa de una masa (a la que no me atrevo a llamar minoría, aunque tampoco creo que sea la mayoría) que no tiene la menor idea de qué hacer con el poder, porque el subdesarrollo mental no se lo permite.

La decisión de Daniel Samper es lamentable porque con ella también cierra las puertas a los lectores serios e inteligentes que son capaces de apoyar o controvertir sus columnas con argumentos más racionales que una sarta de insultos y groserías. Pero también es comprensible, porque cuando uno pone la cara para decir lo que piensa y lo sustenta con argumentos, no espera como respuesta una andanada de agravios, escritos desde la comodidad del anonimato.

Y no es porque sea Daniel Samper¿ la situación es la misma para cualquier columnista de EL TIEMPO o en cualquier espacio abierto a la participación de sus lectores.

No existe la tecnología perfecta para filtrar los comentarios de los lectores; los esfuerzos humanos a veces resultan insuficientes para hacer frente a la avalancha de comentarios que inundan cada minuto las páginas de eltiempo.com; las estrategias de control se tienen que reinventar cada día, por el bien del sitio y de los usuarios que son conscientes del poder que tienen y que lo utilizan de manera adecuada.

Tampoco se puede culpar a eltiempo.com por haberle apostado a la participación de sus lectores, porque el problema de esas minorías no solo afecta los foros en línea, sino que es una realidad nacional que se vive en los estadios, en los realities de televisión, en las manifestaciones públicas que terminan en actos de vandalismo, en los pupitrazos en el Congreso¿

El problema de los foros en eltiempo.com no es de los foros de eltiempo.com. Es del subdesarrollo intelectual que nos afecta a los colombianos y que nos vuelve locos cuando nos dan un poquito de poder, porque no sabemos qué hacer con él y usualmente terminamos empleándolo para cosas negativas. Lamentablemente, las características de Internet hacen que estos fenómenos se magnifiquen cuando se presentan en la red.

Es triste que sean esas minorías, y no las mayorías, las que motiven las decisiones de quienes se ven afectados por sus actos, llámense Daniel Samper o Pepito Pérez.

Y es más triste aún que quienes estamos en el lado de la mayoría nos estemos dejando ganar la batalla¿ 

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