Facebook: el paraíso virtual del ocio

Entre las toneladas de basura que recibo a diario en mis buzones de correo electrónico, aparece un mensaje recurrente que proviene de varios destinatarios diferentes, pero siempre con la misma invitación: ¿Únete a mi lista de amigos en Facebook¿¿.

Facebook, Facebook, Facebook¿ Parece como si a mis amigos no les bastara con serlo en la vida real, sino que además quieren que lo sea en esta especie de comunidad virtual¿

Acostumbro borrar sistemáticamente toda invitación para convertirme en miembro de cualquiera de estas comunidades. Suficientes cuentas de correo y servicios en línea que jamás volví a utilizar deben estar abiertos en algún lugar del ciberespacio como para pensar en crear uno más.

Pero desde los no muy lejanos tiempos de Hi5 (creo que así se llamaba), no había recibido tantos mensajes en los que me insistieran tanto para hacer parte de un grupo. Por eso, al fin un día la curiosidad me venció y terminé abriendo una cuenta en Facebook¿ que cerré a las dos semanas.
Lo primero que no terminó de convencerme es que en términos de usabilidad (la palabra de moda en el mundo de la tecnología) el sitio tiene sus fallas. Debilidades a las que la gente seguramente termina acostumbrándose, pero fallas al fin y al cabo.

Por ejemplo, me parece que la manera de moverse entre el contenido propio y el de los contactos no es completamente clara. Uno termina resignándose, más que aprendiendo a hacerlo. La interfaz tampoco es muy personalizable que digamos: salvo mover cosas de un lugar a otro, las alternativas no son muchas.

Al final, son cosas con las que se puede convivir y que no son tan trascendentales si se tiene en cuenta que no estamos hablando de una herramienta de productividad. Además, ya bastante bruto debo parecerles a los amantes de Facebook, que viven en este mundo virtual como en el paraíso y que creen que allí todo es perfecto, como para seguir criticando su facilidad de uso.

Pero, aparte de ese tema, mi otro gran reparo es la utilidad del servicio. Si en el párrafo anterior dije que no se trata de una herramienta de productividad, en este puedo afirmar que se trata, más bien, de una herramienta de improductividad. Facebook es el paraíso, sí, pero del ocio.

¿Ay, vea que es muy chévere porque uno se encuentra gente que no veía hace rato, con compañeros de colegio¿, dicen los defensores de esta comunidad virtual. Y sí, puede que tengan razón¿ pero más allá de eso, realmente no tuve un solo motivo para dudar al momento de presionar el botón ¿Aceptar¿ para cancelar mi cuenta, porque el resto de aplicaciones que uno puede instalar me parecieron perfectamente inútiles.

En este punto debo aclarar que no soy un enfermo de la productividad, que no permanezco 20 horas al día en la oficina, que disfruto del ocio y de actividades cuyos fines son el relax y el esparcimiento¿ ¡Pero suficiente tiempo tengo que pasar sentado frente al computador en el trabajo y en el desarrollo de otras actividades, como para que mis ratos de esparcimiento también tenga que vivirlos en una pantalla de 17 pulgadas!

Además, la cosa comenzó a ponerse aburrida cuando entre mi lista de contactos empezaron a aparecer personas que jamás invité, pero que amablemente ¿aceptaron mi invitación¿ a convertirse en mis amigos.
Y estoy 99 por ciento seguro de que no fue un error mío, sino de la herramienta. Hay una cosa que me diferencia del resto de colombianos y es que yo sí leo las instrucciones antes de usar un aparato nuevo; y de la misma forma, leo los mensajes que aparecen en la pantalla del computador cada vez que el sistema quiere decirme algo. No soy el dedo más rápido del oeste a la hora de dar clic en ¿Aceptar¿ de forma automática cada vez que aparece una ventana con un mensaje.

En cambio, me atrevería a asegurar que la gran mayoría de mensajes que recibo invitándome a unirme a la lista de amigos de alguien en Facebook sí son consecuencia de un ¿Aceptar¿ que alguien dio sin saber cuáles iban a ser las consecuencias de dar clic en el botón respectivo (llenar mi correo de basura, entre ellas). O de una falla del sistema que invitó a gente que uno no contempló incluir en su lista de amigos¿

Sinceramente, creo que Facebook es una herramienta entretenida¿ incluso adictiva si uno no sabe controlarse, pues bien es sabido que la pereza es la madre de todos los vicios. Pero francamente me deprime pensar que en el mundo real no haya cosas, muchas más cosas, más entretenidas para disfrutar los ratos de ocio.

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