Hay estrenos que nacen discretos y terminan por dominar las conversaciones. Este documental lo consigue sin artificios. Un punto de partida aparentemente simple, unos mensajes anónimos que irrumpen en la rutina de Lauryn Licari y su novio Owen McKenny, se convierte en una inmersión tensa donde la gramática del thriller se despliega sin abandonar la no ficción.
Lo que hace aún más perturbador a Número desconocido: Falsa identidad en el instituto es que no se trata de ficción. El documental está basado en un caso real ocurrido en Michigan, donde una estudiante y su novio fueron víctimas de un acoso digital persistente. Esa condición de true crime auténtico multiplica el impacto y explica el magnetismo que ejerce sobre el público.
Lauryn es presentada como una adolescente común que de pronto se encuentra atrapada en una dinámica de acoso digital que desestabiliza su vida diaria. Su vulnerabilidad es evidente, pero también transmite la fuerza de alguien que intenta resistir. Owen, su novio, aporta otra dimensión porque muestra cómo el hostigamiento se extiende más allá de una víctima individual y alcanza a quienes la rodean.
El entorno escolar y familiar completa el cuadro. Profesores, padres y compañeros no funcionan como simples personajes secundarios, sino como reflejo del modo en que la desconfianza se propaga en una comunidad. El documental plantea que nadie queda al margen, que el acoso digital no es un problema privado, sino una fuerza expansiva que arrastra a todos a su alrededor.
La sinopsis, contada sin revelar demasiado, muestra su alcance. Un goteo de textos y llamadas desde un número desconocido se prolonga en el tiempo, escala y desordena vínculos en el instituto y en la familia. Lo que al inicio parece un hostigamiento común adquiere peso corrosivo. La cámara escucha más que dicta y las voces trazan un mapa emocional inquietante.
El gran acierto formal es la economía narrativa. La dirección trabaja con contención, con planos sobrios y un montaje que administra la información como piezas de un rompecabezas. El diseño sonoro acompaña esa lógica al reforzar la fragilidad de lo cotidiano. El zumbido de un teléfono o un pasillo vacío bastan para generar tensión y mantener la intriga en cada testimonio.
Te puede interesar: Qué ver en streaming: Top 10 películas más vistas en agosto 2025
En lo ético, la película pisa firme. El material es sensible, involucra a jóvenes, familias y entornos educativos, y la dirección mantiene una distancia justa. Se percibe empatía sin sentimentalismo y rigor sin frialdad. El documental evita golpes de efecto y se interroga sobre cómo representar el daño sin replicarlo. Ese equilibrio es inusual y otorga seriedad a la propuesta.
Los temas que aborda son incómodos y actuales. La erosión de la confianza cuando lo íntimo deja de ser refugio, la propagación del rumor que contamina comunidades enteras y la lentitud institucional al responder. También sugiere una idea inquietante. La violencia que nace en una pantalla no se queda allí, migra al cuerpo, a la memoria y a la forma en que nos relacionamos.
El éxito internacional refuerza estas virtudes. En su primera semana superó los 26 millones de visualizaciones y desplazó a producciones que parecían imbatibles en el ranking global. Mantenerse en lo más alto durante varias semanas confirma que no se trata solo de curiosidad inicial, sino de un fenómeno sostenido que conecta con la audiencia y despierta conversación.
No es una propuesta perfecta. La apuesta por una perspectiva centrada en lo emocional deja algunas áreas poco exploradas, como el andamiaje legal o las derivaciones psicológicas a largo plazo. Sin embargo, el conjunto gana en presencia. Lo que se transmite es la textura del miedo, su persistencia y su costo en la vida diaria, más allá de los detalles omitidos.
El resultado es un documental imprescindible. Rehúye el sensacionalismo y sin embargo impacta con fuerza. Su llegada al primer puesto del streaming en varios países no es casual. Estrenado el 29 de agosto de 2025, está disponible en Netflix y confirma que la no ficción, cuando se toma en serio a sus protagonistas, puede ser más inquietante y más necesaria quel la ficción.
Imagen: Captura de pantalla / YouTube