Una nueva investigación de DeskTime desafía la creencia de que trabajar más es sinónimo de producir más. Según el estudio, los empleados más productivos trabajan durante 75 minutos y luego descansan 33. No es una casualidad; los datos revelan un cambio profundo en la manera como nos relacionamos con el trabajo tras la pandemia.
Durante los confinamientos, el esquema dominante era de 112 minutos de trabajo seguidos por 26 de descanso. Un sprint intenso que erosionaba la energía mental y limitaba los momentos de recuperación. Hoy, el balance ha mejorado, en parte gracias al modelo híbrido que permite combinar concentración y vida social.
El nuevo ritmo laboral parece ofrecer más que solo eficiencia. Permite a las personas respirar. Literalmente. El aumento de descansos —de 3 a 4 por jornada laboral— no solo implica pausas más frecuentes, sino también más largas. Eso significa más momentos de desconexión para recuperar foco, claridad y bienestar.
DeskTime, cuya herramienta monitorea el uso de aplicaciones productivas e improductivas, estudió a los 6.000 usuarios más eficientes del sistema durante 2024. El resultado es un termómetro de cómo los mejores no trabajan más, sino mejor. La clave: fragmentar el tiempo con conciencia.
“Estamos volviendo a hábitos más equilibrados”, dijo Artis Rozentals, CEO de DeskTime. Para él, el regreso parcial a la oficina es parte de la explicación. El café con los compañeros, las pequeñas pausas para conversar, e incluso el simple acto de moverse entre espacios, se convierten en nutrientes del rendimiento.
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Pero hay algo más profundo en juego. No es solo productividad. Es salud mental, es sentido de comunidad, es un rediseño de las dinámicas laborales que está alejando a muchos del agotamiento crónico que marcó los años de teletrabajo total. Y eso tiene implicaciones estructurales.
El estudio también dialoga con una década de análisis de tiempos de trabajo. En 2014, DeskTime popularizó la regla 52/17 (trabajar 52 minutos, descansar 17). Hoy, esa fórmula ha evolucionado. Los 75/33 representan una nueva normalidad: más tiempo para concentrarse, sí, pero también más licencia para desconectarse.
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¿Significa esto que el modelo remoto fue un error? No necesariamente. Lo que muestra la evidencia es que el aislamiento no favorece la autoregulación. El teletrabajo sin límites puede volverse una trampa donde nunca se apaga la computadora, ni se suspende la exigencia.
Por eso el modelo híbrido gana terreno. Porque permite aprovechar la calma del hogar para tareas profundas y usar el entorno social de la oficina para recargar la energía emocional. Es una fórmula que, si se implementa con flexibilidad real, beneficia tanto a empleados como a empleadores.
Imagen: Archivo ENTER.CO