Michael Palin, el célebre integrante de los Monty Python, vivió en Venezuela una escena que bien podría haber sido escrita por él mismo. El comediante británico de 82 años fue retenido durante siete horas por un grupo de milicianos armados que no lo reconocieron al inicio. Lo que comenzó como un episodio tenso terminó convertido en un espectáculo surrealista, con risas, fotos y autógrafos.
El actor se encontraba en Sabaneta, estado Barinas, la ciudad natal de Hugo Chávez, donde grababa escenas para su nueva serie documental Michael Palin in Venezuela. El objetivo era sencillo: registrar imágenes de una estatua del expresidente venezolano. Sin embargo, el rodaje se vio interrumpido de manera abrupta cuando un grupo de hombres armados interceptó a su equipo.
Con rifles en mano, los milicianos requisaron cámaras, pasaportes y pertenencias personales. Incluso, según contó Palin al diario The Telegraph, llegaron a revisar su ropa sucia. “Se volvió un poco ridículo”, confesó el actor, acostumbrado a viajar por territorios hostiles, pero sorprendido por el grado de desconfianza que despertó su presencia en Barinas.
Durante horas, el ambiente estuvo cargado de incertidumbre. Nadie parecía dispuesto a explicar por qué estaban retenidos ni cuánto tiempo más debían esperar. Palin y su equipo fueron llevados de un sitio a otro, bajo vigilancia constante. La tensión, sin embargo, encontró un giro inesperado cuando uno de los milicianos decidió sacar su teléfono y buscar quién era el extranjero de aspecto familiar.
Te puede interesar: Pixar revela su plan de estrenos: Coco 2, Toy Story 5 y nuevas producciones en camino
Bastó con teclear su nombre para que la situación cambiara por completo. En la pantalla apareció uno de los sketches más famosos de los Monty Python: el fish-slapping dance. El guardia, divertido, no pudo contener la risa. En cuestión de minutos, la hostilidad se deshizo como si nunca hubiera existido. El hombre que había sido tratado como sospechoso pasó a ser un ídolo inesperado en medio de Barinas.
De repente, las armas se bajaron y las sonrisas se multiplicaron. Los mismos milicianos que lo habían retenido comenzaron a pedirle fotos, autógrafos y hasta videos. Palin relató que terminaron compartiendo una comida en un restaurante, como si los siete horas previas hubiesen sido parte de un malentendido absurdo. “Querían de todo: fotos, firmas… hasta bromas”, recordó con ironía.
La escena bien podría ser parte de un guion de Monty Python, un comediante confundido con un sospechoso, retenido en un país en crisis, y liberado gracias al humor que lo hizo famoso décadas atrás. Palin, lejos de dramatizar, optó por contar el episodio como una anécdota pintoresca más en su larga lista de viajes a lugares difíciles.
El contexto, sin embargo, no deja de ser complejo. Venezuela atraviesa un momento de máxima tensión con Estados Unidos, en medio de despliegues militares en el Caribe. Los monumentos dedicados a Chávez, además, han generado polémica y protestas en distintas ciudades. Que un extranjero filmara uno de ellos, sin autorización clara, era suficiente motivo para despertar recelo en los vigilantes locales.
Palin no es ajeno a estas experiencias. Desde que dejó la comedia para dedicarse a los documentales, ha visitado países como Nigeria, Irak y Corea del Norte. Siempre ha buscado mostrar realidades poco conocidas al público británico, incluso cuando eso significa exponerse a escenarios de peligro. “Quiero enseñar cómo vive la gente en lugares donde han ocurrido cosas terribles”, suele repetir.
Su paso por Venezuela confirma que el humor puede convertirse en una inesperada llave para abrir puertas en medio del conflicto. Lo que empezó como una detención armada terminó en un recuerdo surrealista, con un grupo de milicianos que cambiaron la sospecha por la admiración. Un episodio que, más que un tropiezo, parece un nuevo sketch escrito por la propia vida.
Michael Palin salió ileso, con su equipo y sus pertenencias devueltas, y con una anécdota que seguramente quedará en la historia de sus viajes. La “absurda” detención en Venezuela se convirtió en otra muestra de cómo, incluso en escenarios tensos, la risa puede ser más poderosa que cualquier rifle.
Imagen: Montaje de ENTER.CO