Por: Rubén Martínez, líder del Centro de Educación e Investigación Financiera del Politécnico Grancolombiano.
Las Fintech llegaron para quedarse. Y no solo eso, también están cambiando la forma en que los colombianos entienden y manejan su dinero. Lo que antes era terreno exclusivo de los bancos tradicionales, hoy se comparte con aplicaciones móviles, billeteras digitales, pagos con QR y plataformas que ofrecen desde préstamos hasta inversiones, todo al alcance de un clic.
Recientemente realicé el estudio “Modelo TAM3: aprendizaje sobre sistemas de pago digital en la aceptación de Fintech” en el Politécnico Grancolombiano, y me dejó pensando. Analicé cómo los colombianos están adoptando estas tecnologías financieras. Lo que encontré fue revelador: la mayoría de los usuarios prioriza la rapidez y la facilidad de uso por encima de la seguridad. Sí, así como suena. Prefieren una app que funcione rápido, aunque tenga menos filtros de seguridad.
Esto me hizo reflexionar sobre lo que veo en el aula. Muchos de mis estudiantes manejan sus finanzas desde el celular, invierten en plataformas digitales y hacen pagos en segundos. Pero también he notado que pocos se detienen a pensar en los riesgos. El estudio identificó cuatro factores clave que influyen en la decisión de usar una Fintech: la comparación objetiva entre opciones, la experiencia de uso (ese “feeling” de que todo fluye), la ansiedad frente a nuevas tecnologías y, sorprendentemente, la disposición a sacrificar seguridad por comodidad.
Y ahí está el dilema. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a ceder en seguridad con tal de ganar unos segundos? En un país donde la ciberdelincuencia crece, confiar ciegamente en plataformas sin verificar su protección puede ser un error costoso. Pero también entiendo que la vida va rápido, y que nadie quiere perder tiempo con contraseñas infinitas o procesos engorrosos.
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Lo que está claro es que necesitamos más educación financiera y digital. No basta con saber usar una app; hay que entender los riesgos, leer la letra pequeña y saber cuándo una oferta es demasiado buena para ser verdad. Como profesor, siento que tenemos una responsabilidad enorme en formar ciudadanos digitales críticos, informados y responsables.
También reconozco que las Fintech han abierto puertas que antes estaban cerradas. Personas sin historial crediticio, emprendedores informales, jóvenes sin acceso a la banca tradicional… hoy pueden acceder a servicios financieros gracias a estas plataformas. La inclusión financiera es real, y eso hay que celebrarlo.
Pero no podemos quedarnos ahí. Colombia necesita avanzar en regulación, en protección de datos, en mecanismos que no frenen la innovación, pero que sí protejan al usuario. Las Fintech tienen un potencial enorme, pero deben asumir su papel con responsabilidad.
En resumen, estamos frente a una revolución financiera. Como docente, veo con entusiasmo cómo la tecnología empodera a las nuevas generaciones. Pero también veo con preocupación cómo, en esa carrera por la inmediatez, a veces dejamos de lado lo más importante: la seguridad. La tecnología está aquí, y no se va. La pregunta es: ¿estamos listos para usarla bien?
Imagen: Generada con IA / ChatGPT