Por: Carlos Augusto García López, decano de la Facultad de Sociedad, Cultura y Creatividad del Politécnico Grancolombiano.
En un mundo donde la inteligencia artificial redacta textos, analiza contratos y hasta predice fallos judiciales, las facultades de Derecho en Colombia deben asumir con rigor esas implicaciones, sus desafíos y oportunidades. La transformación tecnológica está tocando la puerta de nuestras aulas, está cuestionando paradigmas y debemos integrarla crítica y creativamente.
Formar abogados hoy supone trascender lo normativo, la teoría y la práctica jurídica. Es también prepararlos para un entorno donde la tecnología es protagonista, donde los datos adquieren fuerza argumentativa y donde las herramientas digitales pueden marcar la diferencia para un ejercicio profesional pertinente e innovador.
Todo empieza por el currículo. Si queremos abogados que comprendan, apropien y usen la tecnología, tenemos que incorporar esta formación desde la base. Eso implica desarrollar formas de intervención pedagógica más allá de las asignaturas y los contenidos. Abordar realidades que tradicionalmente no estaban en el radar de las escuelas de Derecho: legislación digital, protección de datos personales y derechos digitales, ética tecnológica, y el uso de plataformas que permiten automatizar tareas legales.
No se trata de transitar hacia el reemplazo del profesional por una máquina, sino de hacerlo partícipe y protagonista de los desarrollos tecnológicos que ponen a su favor esas nuevas realidades del ejercicio de la profesión. ¿Por qué pasar horas buscando jurisprudencia si una plataforma puede hacerlo en segundos? ¿Por qué no usar IA para entender patrones en decisiones judiciales y tomar mejores decisiones estratégicas?
Los robustos programas de sistematización de datos se están convirtiendo en una herramienta clave para la práctica legal. Poder identificar tendencias, patrones y comportamientos a partir de grandes volúmenes de información jurídica no solo mejora la toma de decisiones, sino que también permite anticiparse a posibles escenarios de aplicación.
Pero con estas herramientas también llegan nuevos dilemas. La ética digital se vuelve más importante que nunca. La IA no es neutral: puede replicar sesgos, discriminar o violar la privacidad si no se usa con cuidado. Por eso, nuestros estudiantes deben aprender a cuestionar: ¿qué hay detrás esa lógica del algoritmo? ¿A quién beneficia? ¿Qué derechos podría estar afectando? La tecnología debe estar al servicio de la justicia y eso exige una formación ética profunda, crítica y actualizada.
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Otro aspecto clave es la interdisciplinariedad. El Derecho ya no puede caminar solo. Necesita dialogar con la ingeniería, la informática y fortalecer los vasos comunicantes con la sociología, la psicología y las humanidades digitales. Estas disciplinas enriquecen la interpretación jurídica, la solución de conflictos y la comprensión del contexto social.
Trabajar con ingenieros permite desarrollar conjuntamente herramientas legales más eficientes y rigurosas. Colaborar con psicólogos ayuda a entender mejor el comportamiento humano. Y las humanidades digitales nos enseñan a organizar y analizar grandes volúmenes de información jurídica, poniéndolos al servicio de la sociedad.
La tecnología también puede democratizar el derecho. Plataformas que explican leyes en lenguaje sencillo, bases de datos abiertas con jurisprudencia, asistentes legales virtuales; espacios que pueden acercar la justicia a quienes más la necesitan. Y para lograrlo, necesitamos abogados que vean en la tecnología las oportunidades para alcanzar el propósito superior de la profesión y que lo hagan con criterio, con espíritu crítico y con responsabilidad social.
Las facultades de derecho en Colombia están en plena evolución. No es un cambio fácil, pero sí necesario. Estamos formando una nueva generación de abogados, con mayores desafíos en un mundo digital, con retos éticos aún por resolver y con múltiples oportunidades de ampliar su horizonte interdisciplinar en el ejercicio profesional. Tenemos tarea y es urgente asumirla con decisión y con la indeclinable convicción de la defender los derechos de una sociedad compleja y cambiante.
Imagen: Generada con IA / ChatGPT