Durante años, pensar en un robot haciendo acrobacias era más motivo de comedia que de asombro. Pero hoy, en Corea del Sur, un grupo de científicos ha desarrollado a Raibo, un robot cuadrúpedo que no solo corre y salta obstáculos, sino que lo hace con la agilidad de un verdadero atleta urbano. Practica parkour, una disciplina que consiste en superar obstáculos con saltos, giros y movimientos fluidos.
Lo sorprendente no es solo lo que hace, sino cómo lo hace; y sin recibir órdenes directas, sin control remoto y tomando decisiones en tiempo real.
Un robot que se adapta sobre la marcha
Raibo fue creado por el Laboratorio de Robótica e Inteligencia Artificial del KAIST (Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea). No tiene forma humana ni brazos articulados, pero corre, esquiva, trepa y salta con una agilidad que parece sacada de una película. Lo realmente innovador es su autonomía, no sigue instrucciones paso a paso, sino que interpreta el entorno y actúa por su cuenta.
Esto es posible gracias a una arquitectura de control basada en tres módulos, donde uno planifica la ruta, otro ejecuta los movimientos y un tercero actualiza todo en tiempo real según lo que detecta con sus sensores. Si algo cambia —ya sea un obstáculo inesperado o un objetivo en movimiento—, el robot recalcula y continúa avanzando sin perder el equilibrio.
Aprendizaje con ensayo y error
La clave del éxito está en su entrenamiento. Fue preparado con una técnica llamada aprendizaje por refuerzo que funciona con prueba y error, donde el robot repite miles de escenarios, falla, corrige y finalmente aprende la mejor forma de actuar. Esa experiencia se convierte en reflejos automáticos que le permiten adaptarse a terrenos irregulares, escaleras, rampas o huecos sin perder el control.
Una estrategia curiosa que usa es pisar con las patas traseras en el mismo lugar donde antes lo hicieron las delanteras. Eso le permite ahorrar tiempo de cálculo y mejorar la estabilidad en superficies difíciles.
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Robots que no solo obedecen, piensan
Este desarrollo marca un cambio importante. Pasamos de ver robots que solo ejecutan comandos a máquinas que piensan y reaccionan. Y esto no es un fenómeno aislado. En todo el mundo, la robótica se está uniendo cada vez más con la inteligencia artificial para crear sistemas más autónomos y flexibles
Google, por ejemplo, trabaja en un proyecto llamado Gemini Robotics, que busca controlar múltiples robots usando lenguaje natural y comprensión espacial en 3D. Esta tecnología aún está en pruebas, pero apunta a un futuro donde los robots puedan adaptarse a situaciones imprevistas sin reprogramación.
Una competencia global
En Asia, China también está avanzando rápido. Hace poco, el país organizó un torneo de kickboxing entre robots desarrollados por Unitree Robotics. Las máquinas, de 35 kilos, esquivaban golpes, caían y se levantaban por sí solas, demostrando reflejos sorprendentes. Y ya se preparan para competir en otros deportes, como fútbol o lucha libre.
En Estados Unidos, algunas fábricas ya están incorporando robots humanoides a sus líneas de trabajo. Es el caso de Figure 01, que trabaja en una planta de BMW y puede abrir puertas, subir escaleras y mover objetos sin asistencia humana directa. Aunque aún necesita estar conectado por cable, muestra hacia dónde van las cosas.
El salto más importante: ¿para qué sirve?
Raibo, por ahora, no tiene una tarea específica más allá de demostrar lo que es posible. Pero ese es justo su valor. Nos muestra que, con buena ingeniería y algoritmos inteligentes, se puede construir un robot capaz de improvisar, adaptarse y actuar con agilidad casi humana.
El verdadero desafío vendrá después, convertir estas habilidades en herramientas útiles para el día a día. Porque un robot que hace parkour llama la atención… pero uno que salve vidas en un rescate, o que cruce zonas peligrosas para entregar ayuda, hará historia.
Imagen: Generada con IA / ChatGPT