Starlink bajo amenaza por tormentas solares y sus efectos en el servicio de Internet

Starlink, la red de satélites de órbita baja de SpaceX, ofrece internet de alta velocidad en todo el mundo. Sin embargo, las tormentas solares representan un riesgo creciente que podría afectar la estabilidad de sus satélites y degradar el servicio de internet satelital, poniendo en peligro la conectividad global.


La intensificación de la actividad solar incrementa la vulnerabilidad de las constelaciones en órbita baja. Esto puede provocar interrupciones en la velocidad y calidad del servicio, afectando a millones de usuarios que dependen de Starlink para su conexión diaria.

Una amenaza que viene del sol

Las tormentas geomagnéticas, originadas por erupciones solares, calientan y expanden las capas superiores de la atmósfera terrestre. Aunque este fenómeno es invisible a simple vista, tiene efectos directos sobre los satélites en órbita baja (LEO). El aumento en la densidad atmosférica incrementa el arrastre que experimentan los satélites, obligándolos a consumir más combustible para corregir su trayectoria y mantenerse en órbita.

El impacto no es menor. En 2022, una tormenta solar de intensidad moderada provocó la caída de 49 satélites Starlink recién lanzados. Los nuevos modelos de satélites Starlink V3, situados a unos 350 km de altitud, son particularmente vulnerables debido a su cercanía a esta atmósfera densa, y un evento solar intenso puede reducir su vida útil en cuestión de días o semanas.

Si bien SpaceX ha implementado sistemas avanzados de predicción atmosférica en tiempo real, la variabilidad inherente de la actividad solar sigue representando un riesgo difícil de gestionar por completo.

 

Efectos en el servicio

Durante periodos de intensa actividad en el Sol, el entorno espacial que rodea a la Tierra se vuelve considerablemente más inestable. Las partículas cargadas y la radiación liberada en estos episodios alteran el comportamiento de la atmósfera superior y generan condiciones adversas para los satélites en órbita baja. Esta inestabilidad afecta directamente a redes como Starlink, que dependen de una constelación de satélites para proporcionar acceso a internet en todo el mundo.

 

Un ejemplo reciente ocurrió en mayo de 2024, cuando un evento solar de nivel G5 —el más intenso registrado en las últimas dos décadas— sometió a la constelación de Starlink a una “tremenda presión”, según palabras de Elon Musk. Aunque los satélites lograron mantenerse operativos y evitar daños mayores, SpaceX confirmó una “degradación del servicio” durante los picos de actividad, evidenciando la vulnerabilidad de estas tecnologías frente a fenómenos de origen solar.

 

Como consecuencia, usuarios en distintas regiones experimentaron interrupciones temporales y disminuciones notables en la velocidad de conexión. En Quebec, por ejemplo, se registró una caída a la mitad de la velocidad habitual, afectando la calidad del servicio. Situaciones como esta ilustran cómo las condiciones espaciales extremas pueden impactar la conectividad satelital, especialmente en sistemas que operan en órbita baja.

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¿Qué medidas toma Starlink?

SpaceX monitorea constantemente la actividad solar y ajusta las operaciones de Starlink para mitigar los efectos de estas tormentas. Esto incluye maniobras orbitales para reducir el impacto del aumento en la densidad atmosférica y ajustes en la orientación de los satélites.

Además, la empresa ha desarrollado modelos avanzados de predicción atmosférica en tiempo real, permitiendo ajustes dinámicos a las condiciones cambiantes del entorno espacial.

 

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Aunque los usuarios no pueden evitar los efectos, pueden tomar algunas precauciones:

  • Estar informados: seguir las actualizaciones de SpaceX y organismos como la NOAA sobre la actividad solar.
  • Planificar actividades críticas: evitar programar tareas que requieran alta estabilidad de conexión durante períodos de alta actividad solar.
  • Reportar problemas: informar a Starlink sobre interrupciones o degradaciones del servicio para ayudar en el monitoreo y respuesta a estos eventos.

 

Congestión en la órbita terrestre

Con cerca de 7.000 satélites Starlink ya desplegados y planes para extender la red a 30.000 unidades, la congestión en la órbita terrestre baja es una preocupación creciente. Cada día, los satélites de SpaceX ejecutan alrededor de 500 maniobras de evasión para evitar colisiones con otros objetos espaciales.

No obstante, el riesgo nunca desaparece por completo. Una falla técnica, ya sea en el sistema de control de actitud o en las comunicaciones, podría impedir estas maniobras y desencadenar colisiones con consecuencias catastróficas. A modo de ejemplo, en 2024, un fragmento de un satélite Starlink sobrevivió a su reentrada y fue hallado en Canadá, tras un fallo que impidió su desorbitación controlada.

Además, el aumento de basura espacial genera un efecto dominó donde una colisión podría liberar miles de fragmentos adicionales y multiplicar los peligros en órbita.

El desafío del deterioro en órbita

El entorno espacial no da tregua. Los satélites en órbita baja enfrentan amenazas constantes como el oxígeno atómico, que erosiona los materiales de su estructura, y los cambios térmicos extremos que debilitan sus componentes electrónicos. A pesar de las pruebas y el diseño robusto, el paso del tiempo y la exposición a estas condiciones extremas deterioran los satélites, reduciendo su eficiencia y vida útil.

Para contrarrestar estos desafíos, los Starlink V3 incorporan mejoras sustanciales que incluyen propulsores de efecto Hall alimentados con argón, más eficientes y potentes que sus predecesores, y sistemas inteligentes de ajuste dinámico que permiten reaccionar mejor a las condiciones cambiantes del espacio.

 

Starlink y el reto de la sostenibilidad

SpaceX ha apostado por lanzar satélites más baratos y eficientes, en una carrera que otras compañías, como SpinLaunch, buscan igualar o incluso superar. Sin embargo, en este nuevo capítulo de la exploración espacial, la eficiencia tecnológica por sí sola no será suficiente y la sostenibilidad será clave.

La capacidad de los Starlink V3 para prolongar su vida operativa representa un avance importante, pero su éxito dependerá también de una gestión responsable del tráfico espacial y del desarrollo de políticas internacionales que aseguren la preservación de las órbitas útiles.

La ingeniería podrá llevarnos lejos, pero evitar que el espacio se convierta en un basurero orbital será un desafío colectivo. La pregunta ya no es solo cuántos satélites podemos lanzar, sino cómo garantizar que sigan siendo útiles y seguros para las generaciones futuras.

Imagen: Generada con IA / ChatGPT

Redacción ENTER.CO

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