Gaby Chat: así es el robot humanoide desarrollado en Colombia que enseña sin internet y recuerda los nombres de sus estudiantes

En un salón del Colegio Francisco Fernández de Contreras, en Ocaña, Norte de Santander, nació una idea que parecía imposible: crear un robot humanoide capaz de enseñar inglés y tecnología en lugares donde el internet no llega. Esa idea, impulsada por profesores y estudiantes de informática, se convirtió en realidad y hoy tiene nombre propio, Gaby Chat, el primer robot educativo colombiano que está marcando la diferencia en la formación de niños y jóvenes en las zonas rurales.

Lo que comenzó como un proyecto académico de robótica terminó convirtiéndose en un símbolo de innovación. Con un diseño modular y programado con inteligencia artificial, este robot es capaz de enseñar desde ciencias hasta programación, adaptándose a distintos niveles escolares. Lo sorprendente es que funciona sin conexión a internet, lo que lo convierte en una herramienta única para comunidades donde la conectividad es un lujo lejano.

El desarrollo de Gaby Chat rompe con la idea de que la innovación solo surge en grandes laboratorios o universidades privadas. Fue en un colegio público, con recursos limitados pero con creatividad abundante, donde se logró dar forma a un humanoide que hoy es referente educativo en América Latina.

El profesor Alejandro Carrascal, uno de sus creadores, explica que la motivación inicial fue acercar la robótica a los estudiantes de manera más atractiva: “No es lo mismo trabajar en un computador que tener un robot que te hable, que te mire y que te responda. Eso genera otra motivación en el aprendizaje”.

Los jóvenes que participaron en su construcción aprendieron desde diseño en 3D hasta programación, mecánica y electrónica. Para ellos, más que un proyecto escolar, fue una experiencia que les abrió la puerta a un futuro ligado a la ciencia y la innovación.

Recuerda los nombres

Más allá de su capacidad para dictar clases, Gaby Chat tiene una característica que lo hace especial: recuerda nombres, objetos y hasta puede acompañar a estudiantes con problemas de atención. Esto lo convierte en un aliado para docentes que buscan estrategias más personalizadas en las aulas.

La experiencia ha demostrado que los niños no solo aprenden inglés o tecnología con él, sino que también se sienten más motivados y confiados. Padres y profesores resaltan que este robot genera entusiasmo en áreas que tradicionalmente resultan difíciles de abordar, como las matemáticas o la programación.

El impacto de Gaby Chat ha traspasado las fronteras. El robot ya ganó el Premio Latinoamericano de Robótica y se convirtió en una vitrina para mostrar que en Colombia es posible innovar desde la educación pública. Su éxito también ha posicionado a Ocaña como un punto de referencia en proyectos educativos que integran tecnología e inclusión.

Pero lo más importante es la semilla que está dejando: inspirar a más colegios a replicar iniciativas similares y demostrar que con creatividad se pueden superar las limitaciones presupuestales.

Uno de los mayores problemas en la educación rural colombiana es la falta de acceso a internet. Según cifras oficiales, miles de niños en el país aún no pueden conectarse a la educación digital. Allí es donde Gaby Chat aparece como una solución práctica: funciona de manera autónoma, sin necesidad de estar en línea, y permite que los estudiantes se acerquen a conocimientos globales sin depender de la conectividad.

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Además de enseñar inglés en tiempo real, responde preguntas de cultura general, dicta clases desde primaria hasta bachillerato y puede participar en actividades recreativas. En palabras de sus creadores, es “un profesor auxiliar que nunca se cansa”.

El equipo detrás de Gaby Chat no se detiene en lo alcanzado. Su meta es que este proyecto se expanda a más instituciones del país y se convierta en una plataforma robusta, con más capacidad y servidores. “Si en países como China los niños de primaria ya están construyendo robots, en Colombia también debemos dar ese paso”, asegura el profesor Carrascal.

Los estudiantes que participaron coinciden en que esta experiencia cambió su forma de ver el mundo. “He aprendido mucho de diseño, mecánica e inglés. Nuestro sueño es hacer más robots para otros colegios”, dice Mateo Garzón, uno de los jóvenes programadores.

Hoy, Gaby Chat no es solo un robot. Es un ejemplo de cómo la educación y la tecnología pueden caminar juntas para abrir oportunidades donde antes no las había. Es la prueba de que la innovación también puede nacer en un colegio público, con las manos y la imaginación de jóvenes que creen en un futuro distinto.

Imagen: Internet 

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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