Opinión | La era de la Innovación performativa: el humo que inunda el ecosistema emprendedor

Por Andrés Raigosa, Director de la Cámara de Emprendimiento y Aceleración de la ANDI


Colombia está viviendo una explosión de eventos de emprendimiento e innovación. Casi cada semana, en alguna ciudad del país, se lanza un fest, un foro, una feria o un festival.

Podría pensarse que esta sobreoferta es síntoma de vitalidad emprendedora. Pero si se mira más de cerca, lo que emerge es una peligrosa tendencia hacia la innovación performativa: mucho espectáculo, poca transformación.

Detrás de escenarios iluminados, hashtags rimbombantes y agendas infladas de paneles, se repite un patrón: emprendedores que viajan con la ilusión de cerrar negocios, conseguir inversión o adquirir conocimientos clave, terminan invirtiendo tiempo, dinero y energía a cambio de selfies con “mentores”, contactos efímeros y discursos genéricos.

El problema no es el evento en sí. El problema es cuando se vuelve el fin y no el medio. Cuando el ecosistema se dedica a organizar eventos con fondos públicos o corporativos, pero sin resultados verificables.

Y lo más grave: cuando quienes más necesitan apoyo —emprendedores de ciudades intermedias o municipios rurales— quedan fuera del mapa.

Muchos encuentros presumen de “llegar a las regiones”, pero lo que realmente hacen es descentralizar la tarima, no las oportunidades. Se repite el mismo cartel de speakers y organizadores que gira por el país como si se tratara de una banda de rock.

Mientras tanto, quienes aún no hacen parte de las redes de relacionamiento, no acceden a inversión, acompañamiento técnico ni programas de escalamiento. Necesitamos que la conversación deje de centrarse en “visibilidad” y pase a hablar de acceso, continuidad e impacto.

Esto no es solo un problema colombiano. México vivió su propia sobredosis de “eventitis”. La Semana del Emprendedor, organizada por el INADEM (2013–2018), llegó a convocar a más de 90 mil asistentes. Pero fue cancelada en 2019 tras cuestionamientos sobre el uso desmedido de recursos en logística, sin evidencia de resultados proporcionales en fortalecimiento empresarial. Un evento gigantesco, pero con legado mínimo.

Ahora bien, también existen apuestas distintas. Entre las apuestas que están cambiando el juego, el Capital Summit de Cali —con seis ediciones desde 2020— ha reunido a +7.400 asistentes de +30 países y a +300 speakers de talla nacional e internacional; además, ha conectado a +500 inversionistas con +1.100 startups (acumulado a 2025).

Todo esto ha sido posible gracias a la Cámara de Comercio de Cali, como parte de la estrategia NIDO, en alianza con la Gobernación del Valle del Cauca y la Alcaldía de Santiago de Cali, cuyo propósito es cerrar brechas de financiamiento en el Pacífico colombiano con foco y trabajo articulado junto a empresas de alto potencial de crecimiento.

A nivel global, eventos como Slush (Helsinki) y South Summit (Madrid) también ofrecen aprendizajes. Slush moviliza más de 25.000 asistentes y organiza más de 10.000 reuniones 1:1 entre startups e inversionistas.

South Summit ha facilitado inversiones que superan los 10.000 millones de euros desde su creación. ¿Qué los hace exitosos? No prometen cambiar el mundo en un fin de semana: su apuesta es movilizar recursos, construir comunidad y generar negocios que escalen.

Por eso, en Colombia urge elevar el estándar. No basta con contar asistentes o medir impresiones en redes. Los eventos deberían responder preguntas más serias:

  • ¿Cuántas alianzas empresariales se firmaron?
  • ¿Cuánta inversión se movilizó?
  • ¿Qué porcentaje de startups participantes escalaron luego del evento?
  • ¿Qué capacidades fortaleció en los emprendedores?
  • ¿Qué tanto perduró lo construido después?

Una propuesta mínima para profesionalizar el ecosistema sería que los eventos —al menos los financiados con recursos públicos— reporten una batería básica de indicadores como condición para su financiación: negocios cerrados, inversión captada, alianzas firmadas, continuidad de programas, participación diversa y calidad de las conexiones generadas.

No se trata de satanizar los eventos. Se trata de exigirles más. La innovación performativa es cómoda: se ve bien, se siente bien y circula bien. Pero si no moviliza recursos, no amplía capacidades ni cambia trayectorias, es humo con luces.

Y en un país que necesita sofisticación empresarial, productividad y empleo de calidad, ya no podemos seguir subsidiando tarimas que no dejan legado.

Necesitamos menos show y más producto. Menos panel y más política pública. Menos performancia, más transformación.

Imagen: Enter.co

Colaboradores ENTER.CO

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Muchos periodistas y blogueros de Colombia, Latinoamérica y España colaboran esporádicamente con ENTER.CO, aportando su conocimiento y puntos de vista frente al acontecer tecnológico y de Internet.

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