TikTok es una plataforma fértil para las tendencias virales. Una de las más recientes en Colombia involucra un reto aparentemente inofensivo, empleados revelan errores cometidos en el trabajo, mientras sus jefes aseguran entre risas que “escuchamos pero no despedimos”. El formato genera carcajadas, pero plantea un dilema serio.
La popularidad de este reto no es trivial. En varios videos, trabajadores exponen fallos graves: desde entregar productos vencidos hasta extraviar pedidos. Aunque la dinámica busca mostrar una relación de confianza, también puede implicar consecuencias serias, incluso legales.
Si bien muchos jefes aseguran que no habrá represalias, lo cierto es que el video queda publicado y visible para clientes, colegas y futuros empleadores. Lo dicho en tono humorístico puede ser usado en contra del trabajador, aun tiempo después de haberlo dicho.
En un entorno laboral, admitir errores públicamente puede desencadenar juicios de valor que trascienden la intención del video. Un jefe puede no despedir a su empleado, pero sí empezar a “mirarlo con otros ojos” o limitarle oportunidades de crecimiento dentro de la empresa.
Además, estas publicaciones pueden afectar la imagen de la marca o empresa. Un cliente que vea que alguien admitió un error en el manejo de su pedido puede perder confianza. En el peor de los casos, puede presentar una queja formal o tomar acciones legales.
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Desde el punto de vista legal, la legislación laboral colombiana establece en el artículo 62 del Código Sustantivo del Trabajo varias causales de despido con justa causa. Entre ellas está la imprudencia grave o la divulgación de información confidencial, aun si ocurre fuera del lugar físico de trabajo.
Aunque el reto de TikTok no implica necesariamente violar confidencialidad, sí expone fallos que, en ciertos contextos, podrían interpretarse como negligencia o irresponsabilidad. Y eso es terreno fértil para una terminación de contrato bajo supuestos legales.
El Ministerio del Trabajo también ha advertido sobre el uso de redes sociales en el entorno laboral. Aunque no existe una prohibición general, se insiste en que lo que se publica en plataformas digitales puede ser considerado prueba en procesos disciplinarios internos o incluso judiciales.
Otra arista de análisis es qué tan sano es, psicológicamente, normalizar la exposición pública de los errores en contextos laborales. Si bien reconocer fallos puede fomentar una cultura de mejora, hacerlo frente a una audiencia anónima, sin filtro, convierte el acto en espectáculo.
Exponer los errores en un entorno digital puede generar presión emocional, ansiedad o incluso bullying digital. Lo que empieza como una broma puede volverse viral y escapar del control del autor, quien luego puede arrepentirse de haber publicado el video.
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También hay un trasfondo sobre la informalidad en ciertas relaciones laborales. Muchos de los videos virales provienen de pequeños negocios, donde la línea entre lo profesional y lo personal es borrosa. En esos casos, lo que se dice en un video puede tomarse luego como prueba de que hubo falta de diligencia.
En contraste, desde una perspectiva positiva, el reto también podría verse como un signo de confianza entre jefe y empleado. El hecho de poder hablar abiertamente sobre equivocaciones indica una cultura que no penaliza el error de forma inmediata, sino que da margen de aprendizaje.
Sin embargo, el canal para esa conversación debería ser privado y profesional, no público ni viral. La cultura del error debe construirse con responsabilidad, y TikTok no es necesariamente el espacio más adecuado para hacerlo.
Imagen: Captura de Pantalla