Opinión | Cuando el aula se vuelve digital

Por: Mónica Andrea Mantilla, docente de la Escuela de Educación e Innovación del Politécnico Grancolombiano

Hace algunos años, enseñar implicaba tiza, tablero y cuadernos. Hoy, la escena es distinta. La educación se desplaza a pantallas que responden, libros que hablan y contenidos que se adaptan al ritmo de cada estudiante. Y aunque muchos todavía asocian lo digital con distracción, la realidad es que la tecnología bien usada, puede ser una aliada poderosa para el aprendizaje.

Mi motivación para escribir sobre este tema nació de un proyecto de investigación liderado por el Centro de Investigación en Innovación Educativa del Politécnico Grancolombiano, que buscaba convertir los libros de los cursos virtuales en publicaciones electrónicas interactivas.

Fue un proyecto que desarrollé con los profesores Luis Martín Trujillo y Claudia Mendoza, y que abrió la puerta a una reflexión sobre cómo los entornos digitales pueden potenciar la enseñanza.

La educación digital no es hablar solo de recursos, es hablar de un cambio profundo en la manera de enseñar y de aprender. Los libros interactivos multimedia no reemplazan al docente, pero sí nos obligan a repensar nuestro rol, transforman nuestra relación con los estudiantes.

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Y es que ya no somos la única fuente de conocimiento: somos guías, mediadores, acompañantes de un proceso donde el estudiante asume un papel mucho más activo. En lugar de memorizar, explora; en lugar de repetir, construye; y en lugar de depender, aprende a aprender.

La metodología VAEDDI (siglas de Virtual, Auténtica, Evaluativa, Didáctica, Dinámica e Interactiva) propone una forma de diseñar experiencias educativas digitales centradas en el estudiante. Su propósito es que el aprendizaje ocurra en un entorno significativo, con actividades que integren la teoría y la práctica, promuevan la autorregulación y fortalezcan la autonomía.

A través de los MI-books (libros multimedia interactivos), esta metodología convierte los contenidos en escenarios vivos, donde la interacción no es un complemento, sino acercarnos más a los intereses de los estudiantes, a su realidad y a las nuevas formas en que construyen conocimiento.

Desde la mirada docente, este modelo implica un reto enorme. La tecnología educativa exige preparación, criterio y acompañamiento. No basta con subir contenidos digitales o activar un enlace. Debemos comprender la lógica del entorno virtual, su lenguaje, sus tiempos y sus oportunidades.

Educar en lo digital requiere sensibilidad pedagógica y una dosis extra de empatía. Porque detrás de cada pantalla sigue habiendo una mente curiosa, una voz que busca orientación y una historia que aprender a su manera. Pero lo más valioso de esta transformación no está en la herramienta, sino en la posibilidad de humanizar la educación desde lo digital.

Cuando usamos la tecnología con sentido, dejamos de ver pantallas y empezamos a ver personas que se comunican, piensan y crecen. Las plataformas interactivas no deberían distanciarnos, sino acercarnos más a los intereses de los estudiantes, a su realidad y a las nuevas formas en que construyen conocimiento.

Hoy, educar no se trata de resistirse a la tecnología, sino de integrarla con propósito. Los MI-books y la metodología VAEDDI nos recuerdan que el aprendizaje no necesita ser estático ni lineal; puede ser exploratorio, visual, auditivo y emocional al mismo tiempo. Lo que cambia no es solo el formato, sino la manera en que comprendemos el acto de enseñar.

Como docentes, debemos aprender también a navegar ese nuevo territorio, a enseñar en red y a acompañar desde la cercanía, incluso cuando el aula ya no tiene paredes. Si algo nos enseña la educación interactiva es que la verdadera innovación no está en el software, sino en la mente que lo usa con sentido pedagógico.

Y si logramos mantener ese equilibrio entre tecnología y humanidad, quizá descubramos que el futuro de la educación no se mide por cuántos dispositivos tenemos, sino por cuánta curiosidad somos capaces de despertar.

Imagen: Generada con IA / ChatGPT

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