“Caramelo” ya está en Netflix, una película simple, emotiva y más profunda de lo que parece: razones para verla

En el cine, hay historias que no buscan sorprender, sino recordarnos lo esencial. Caramelo, la nueva película brasileña dirigida por Diego Freitas y disponible en Netflix, pertenece a esa categoría. Lo que inicia como una trama sencilla, un joven chef que enfrenta un diagnóstico devastador y encuentra consuelo en un perro callejero, se convierte en una reflexión sobre el amor, la compañía y la fidelidad que a veces solo un animal puede ofrecer.

Rafael Vitti interpreta a Duda, un chef prometedor que ve truncado su futuro tras ser diagnosticado con cáncer. Su mundo se apaga lentamente, hasta que un perro callejero, Amendoim, irrumpe en su vida con la naturalidad con la que suelen llegar los verdaderos milagros. La relación entre ambos se construye sin dramatismos exagerados: son dos seres heridos que aprenden a sostenerse el uno al otro en silencio.

Lo más poderoso de Caramelo no está en su guion, sino en su capacidad para recordarnos que el vínculo entre una mascota y su cuidador puede ser más profundo que cualquier palabra. Freitas evita idealizar a los animales; muestra a Caramelo con su torpeza, su instinto, su fidelidad inquebrantable. Pero también muestra al hombre con sus miedos, sus errores y su necesidad de sentirse acompañado incluso cuando todo parece perdido.

La película transita por lugares comunes: el enfermo que redescubre la vida, el perro que se convierte en su salvación, el desenlace previsible que promete lágrimas. Sin embargo, hay una honestidad tan desarmante en la forma en que todo se desarrolla, que es difícil no rendirse ante su ternura. No importa que el espectador intuya lo que va a ocurrir; lo importante es cómo llega hasta allí.

Te puede interesar: “Belén”, la película argentina que representará al país en los Oscar, llega a Prime Video

El director maneja con sensibilidad la cámara, sin recurrir al sentimentalismo fácil. Las escenas de cocina, las caminatas entre Duda y Caramelo, los silencios compartidos, tienen un ritmo pausado que invita a respirar con los personajes. La música, discreta y emotiva, acompaña sin manipular. Todo está pensado para que el espectador sienta sin necesidad de que le digan qué sentir.

Más allá de su aparente simplicidad, Caramelo habla sobre el poder de estar presentes. Los perros, como bien sugiere la historia, no necesitan grandes gestos: solo quieren estar, acompañar, quedarse hasta el último día. En tiempos donde la soledad parece inevitable, ese mensaje se siente como un abrazo.

Puede que Caramelo no innove ni sorprenda, pero consigue algo más valioso: emocionar desde la verdad. Y eso, en un mar de producciones que buscan impactar sin dejar huella, es un mérito enorme. Es una película que se ve venir, pero que igual te encuentra.

Porque al final, no se trata de si ya sabíamos cómo terminaba la historia, sino de recordar, junto a Duda y su inseparable compañero, que la vida vale la pena mientras alguien nos espere en casa moviendo la cola.

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

View all posts

Archivos