‘Avengers: Endgame’: el llanto y las emociones de una generación

Hace 11 años, en mayo de 2008, se estrenó ‘Iron Man’ y asistimos a un momento histórico, sin darnos cuenta. Estábamos acostumbrados a trilogías y películas sueltas de superhéroes, tanto de Marvel como de DC, unas buenas y otras no tanto, que dejaban igual una huella en nuestra memoria, sin convertirse en un hito, un antes y un después.

Para ese entonces, DC era mucho más popular que Marvel. Superman y Batman comandaban el imaginario de las personas. ¿Y cómo no? Los que crecimos en los 90 recordamos con cariño la trilogía del hombre murciélago de Tim Burton y las siguientes generaciones tienen un grato recuerdo de ‘El caballero de la noche’, que se inmortalizó principalmente gracias al Joker de Heath Ledger. También recordamos la trilogía de ‘Spider-Man’ de Maguire, aunque a mí me guste más la interpretación de los siguientes Peter Parker.

Nos acostumbramos, como dije, a trilogías e intentos de trilogía, con una excepción: X-Men, que comenzó como trilogía y rápidamente se hizo franquicia, pero más por la taquilla que por una línea argumental. Casos como este de trilogías que se convierten en eternas franquicias que solo muestran nuevas películas porque la taquilla sigue dando frutos hay montones: ‘Rápidos y furiosos’, ‘Duro de matar’ y muchas más de ese estilo.

Pero, entonces, apareció un genio silencioso que llevó las películas de superhéroes a un nuevo nivel: Kevin Feige, el comandante que decidió tomar el barco de un universo cinematográfico, en el que las películas se unieran unas con otras, como si se tratara de los capítulos de una serie de televisión. Un barco que parecía imposible, pero que, con paciencia y mucho riesgo, llevó a feliz puerto.

El génesis de un Universo Cinematográfico

Hace 11 años, con ‘Iron Man’, vimos el nacimiento de ese universo cinematográfico, pero muchos creímos que solo iba a ser otra trilogía de superhéroes que moriría antes de continuar. Entonces, vimos la llegada de Thor, de Capitán América y la reunión de los Vengadores originales y supimos que esto no era como lo demás, que estábamos asistiendo al nacimiento de una saga tan importante para la historia cinematográfico como lo fue (y lo sigue siendo) ‘Star Wars’.

Con los Vengadores ya formados, Marvel comenzaba a hacerse con un ejército de adeptos, una generación de personas (entre las que me incluyo) que se fueron haciendo fans del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) casi sin notarlo. Y entonces, los que no habíamos leído cómics, comenzamos a hacerlo. Y así supimos quién era Thanos. También supimos que la Saga del Infinito había comenzado y que sería épica, trayéndonos en el medio momentos inolvidables, como ‘Civil War’ y la primera aparición del hijo favorito del gran Stan The Man, Spider-Man (parece un verso cacofónico).

Cuando llegamos a ‘Black Panther’ supimos que no habíamos desperdiciado los últimos 10 años, que los genios de Marvel Studios nos tenían atrapados y que esta relación de amor entre fans y superhéroes no iba a terminar jamás, aunque el inevitable final, anticipado por ‘Infinity War’, llegara.

Parte del viaje es su final

Y el final llegó, tras 11 años y 21 películas. El 24 de abril a las 11:50 de la noche Marvel Studios me dio un emocionante regalo de cumpleaños que comenzó semanas atrás, cuando compré las boletas y que continuó minutos antes de entrar a la sala de cine, mientras veía a fans disfrazados o con prendas de los Vengadores, de Spider-Man, de Capitán América, de Capitana Marvel (que recién llegaba al UCM), de Thor, de Hulk, de Black Widow, de Hawkeye, de Nick Fury, de Black Panther… y de Iron Man, claro.

Todos haciendo fila para comprar algo de confitería, mientras los minutos se cerraban y nos angustiábamos porque los empleados se demoraban con el pedido, porque la fila no avanzaba, pero el reloj sí, porque nos íbamos a perder la película que estuvimos esperando por tanto tiempo, solo por unas palomitas y una gaseosa (que daba miedo, porque eran tres horas de película e ir al baño no era opción).

Pero lo logramos, todos entramos a la sala, unos más tarde que otros. Algunos nos perdimos las primeras escenas y nos sentimos frustrados. Sin embargo, los mismos Vengadores se encargaron, a fuerza de una avalancha de emociones que no dio espera, de ayudarnos a olvidar esas primeras escenas perdidas.

Avengers!… Assemble!

En los primeros 20 minutos nos dieron un paseo emocional que nos dejó con la quijada pegada al suelo, con momentos inesperados y un gran «¿ahora qué?». Luego, a fuerza de giros argumentales y deus ex machinas, las sorpresas y emociones fueron incrementando. Momentos épicos que hicieron, como pocas veces he visto en el cine, que los asistentes gritaran, aplaudieran y se levantaran de la silla, como en un partido de la Selección Colombia en pleno Mundial.

Todos éramos una hinchada, una tribuna de aficionados cargados de emoción que no paraban de estallar, porque la película llevaba a eso, era una montaña infinita de emociones, con pocos momentos de descanso. En uno de los momentos más emocionantes («Avengers!… Assemble!»), mientras a mí me temblaban las piernas de la emoción (todo el cuerpo, en realidad), una mujer a mi costado derecho hiperventilaba con tanta fuerza y de forma tan constante que temí que le diera un paro respiratorio, se desmayara y me arruinara el final de la película (sí, fui un completo egoísta, pero qué le hacemos, era ‘Avengers: Endgame’ y a mí me temblaba el alma).

Lee más sobre ‘Avengers’ en este enlace.

A mi costado izquierdo, en uno de los momentos más tristes del filme, un hombre que estaba junto a la amiga que me acompañó en esta aventura emocional lloraba espasmódicamente, como si le hubieran arrancado el alma. Sollozaba fuertemente y estuvo así hasta los créditos finales. Y llantos así de fuertes se sentían por toda la sala, mezclados con simples lagrimeos y todas las formas de llanto posibles (a mi amiga le vi secarse, bajo las gafas 3D, un par de lágrimas). La emoción pura en todas sus formas, con un mensaje de unión, de que no importa nuestra raza, credo, género o preferencia sexual, unidos somos más fuertes, unidos podemos más («Avengers!… Assemble!»).

Los amamos 3.000

Yo, claro, también solté mis lágrimas, era el final de una era completa, de 11 años de historias, una carta de amor y despedida para los fans (con todo y sus firmas al final de la página), de la que esperamos muchas postdatas. Asistimos a un momento épico y único, todos fuimos Vengadores por tres horas, todos hemos sido Vengadores estos 11 años. ¿Cómo no emocionarse hasta el llanto? ¿Cómo no hacer el sacrificio de trasnocharse, incluso a sabiendas de que solo quedaba tiempo para ir a la casa, bañarse, arreglarse e ir al colegio, la universidad o el trabajo? Sí, eso pasó. Cuando salimos, uno de los asistentes dijo: «bueno, ahora a arreglarme para ir, sin dormir, a estudiar».

Mereció la pena la noche, merecieron la pena estos 11 años que marcaron a toda una generación, como lo hizo ‘Star Wars’ en los 70 y 80, y esperamos que nos den muchos años más de emociones, de buenas películas, de más UCM. ¡Gracias, Kevin Feige! ¡Muchas gracias, Vengadores! ¡Millones de gracias, fans! ¡Infinitas gracias, Marvel! ¡Los amamos 3.000!

Imágenes: Avengers (vía: Twitter).

Fernando Mejía

Fernando Mejía

Quise ser músico, cineasta, astronauta, científico y poeta, cuando supe que solo me alcanzaba para la última, me hice periodista en el Externado para al menos escribir de todo eso y no defraudar al niño que fui.

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