Cuando el universo se convierte en un puente: Científicos de Colombia, China y Estados Unidos se unen para inspirar a jóvenes que sueñan con el universo

Espacio

El cielo siempre ha sido un lugar al que miramos buscando respuestas. Sin embargo, durante años ese impulso por entender el universo parecía lejano para muchos jóvenes colombianos. Esa distancia se acortó durante el Festival de Astronomía y Ciencias del Espacio del Gimnasio Vermont, un encuentro que transformó el observatorio del colegio en un pequeño punto de reunión mundial. Allí coincidieron astrónomos de China, Estados Unidos y Colombia, todos con un propósito compartido: despertar la curiosidad científica en los estudiantes y mostrar que la ciencia también puede ser un camino para los jóvenes del país.

Entre los invitados estuvo Juan Mena, astrofísico colombiano que hoy trabaja en la Universidad de Toronto. Él mismo es un ejemplo de la fuerza silenciosa de los estudiantes colombianos que, con oportunidades, logran abrirse paso en universidades y centros de investigación de todo el mundo. Mena contó que en Canadá lidera un laboratorio donde él y su equipo construyen instrumentos capaces de estudiar el origen del universo, su composición y la forma en la que evoluciona. Lo dice con naturalidad, como si hablar del destino del cosmos fuera tan cotidiano como preparar una clase.

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Mientras observaba el centro astronómico del colegio, Mena repetía una idea que lo acompaña desde hace años. Asegura que el talento colombiano sobra y que es común encontrar científicos del país trabajando en lugares como la NASA, universidades internacionales o empresas tecnológicas. Lo que falta es que más instituciones se atrevan a sembrar esa semilla desde edades tempranas. Por eso, verlo rodeado de estudiantes emocionados dentro de un planetario construido por un colegio fue para él una señal de que algo está empezando a cambiar.

En el evento también participaron invitados de la NASA y expertos chinos, varios de ellos vinculados a la Universidad de Beijín. La conexión con China no es improvisada. El Gimnasio Vermont lleva más de una década enseñando mandarín y creando lazos con instituciones educativas de ese país. De esa relación nacieron intercambios y proyectos, y más recientemente oportunidades reales para que jóvenes colombianos estudien en Asia carreras relacionadas con física, ingeniería aeroespacial y diseño de aeronaves.

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La historia de uno de ellos se convirtió en inspiración para los asistentes del festival. Se trata de un estudiante que durante años soñó con estudiar astronomía y que, gracias a ese vínculo entre el colegio y la Universidad de Beijín, recibió una beca completa para continuar su formación en China. El viaje fue rápido, casi inesperado, pero abrió una puerta que parecía imposible. Hoy ya completa un año de estudios y otro estudiante colombiano lo siguió poco después, esta vez para especializarse en diseño de fuselajes y naves espaciales.

Esteban Pérez, vicerrector del colegio, recuerda muy bien cómo comenzó todo. Hace años, dos estudiantes quisieron escribir su monografía sobre astronomía y soñaron con que el colegio tuviera un observatorio propio. Esa idea parecía grande para unos jóvenes de secundaria, pero se convirtió en la primera piedra de un proyecto que creció con el tiempo. Con el paso de varias generaciones nació un observatorio más completo y después un planetario que ahora permite no solo observar el cielo, sino también hacer investigación escolar con herramientas profesionales.

La llegada de los expertos internacionales durante el festival fue una forma de mostrar que ese esfuerzo ya está dando frutos. Durante dos días, los estudiantes pudieron escuchar historias de exploración científica, conocer cómo se construyen instrumentos para estudiar el cosmos y entender que la astronomía no es un lujo reservado para otros países. Mena insistió en que estudiar el universo no solo sirve para responder preguntas grandes, también ayuda a desarrollar habilidades que son útiles en casi cualquier área, desde inteligencia artificial hasta finanzas o creación de startups.

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La mezcla de culturas, idiomas y experiencias convirtió el evento en algo más que un festival escolar. Fue el ejemplo de cómo la ciencia puede unir países y abrir caminos para jóvenes que buscan oportunidades. También dejó una lección para Colombia. El progreso científico no llega con decisiones rápidas, llega cuando las instituciones deciden invertir en conocimiento, formar profesores, construir espacios y creer en la curiosidad de los estudiantes.

Ese fue quizá el mensaje más fuerte del encuentro. Que un telescopio puede ser el inicio de un viaje, que un aula puede conectarse con laboratorios de otros continentes y que la ciencia, cuando se siembra a tiempo, puede transformar el futuro de un país.

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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