¿Serán los wearables el unicornio que buscan las tecnológicas?

Las empresas de tecnología ven los wearables como la próxima salvación. El bombo alrededor de estos productos demuestra la importancia que tienen en el corto plazo para la industria. Casi todos los grandes jugadores han sacado algún producto para este segmento. Y las que no, están en proceso de hacerlo. Hasta empresas que no están en la industria de la tecnología como Adidas y, en su momento, Nike, se metieron a este mercado. Parece una nueva fiebre del oro, pero todo indica que no hay mucho ‘bling’ dentro de la mina.

Para entender el desaforado esfuerzo de las tecnológicas por los vestibles, hay que analizar el pasado y ver las razones que pusieron a todos a correr hacia el mismo lado.

Todo nace del éxito de los teléfonos inteligentes. El éxito que tuvieron estos aparatos fue como un turbo en el motor de las empresas de tecnología. Sus ingresos y beneficios empezaron a crecer de forma exorbitante, lo que se reflejó en las respectivas acciones en Wall Street. Los títulos valores de Apple y Samsung crecieron, mientras que Nokia y BlackBerry sufrieron golpes mortíferos. Después, ese ‘vuelacercas’ se trató de repetir con las tabletas. Y se logró, aunque en menor medida.

Sin embargo, estos dos mercados están llegando a puntos de saturación. Según Horace Dediu, analista de Asymco, el 70% de la población estadounidense tiene un teléfono inteligente. En Colombia, según el Ipsos Technology Tracker, en 2013 el 34% de los usuarios accede a internet a través de un smartphone. Teniendo en cuenta las realidades económicas del país y la cobertura de las redes celulares, no sería descabellado decir que Colombia también está cerca del punto de saturación. Es más, IDC segura que para el 2018, el crecimiento de los teléfonos inteligentes será menos al 10%.

Las tabletas van por el mismo camino. A medida que vayan saliendo modelos más baratos, el mercado se va saturando. «Cada vez es más claro que los mercados desarrollados, como el estadounidense, están llegando a altos niveles de saturación, mientras que los mercados emergentes siguen mostrando altos niveles de crecimiento, algo que no ha sido suficiente para mantener los altos niveles de crecimiento de los años pasados», aseguró Tom Mainelli, director de investigación, tabletas, de IDC.

El panorama para las empresas de tecnología no es tan alentador como en el pasado. Las ventas de computadores cayeron 9,8% durante 2013; y las de smartphones solo crecieron 19,3% cuando antes estaban por encima del 30%. Las tabletas todavía mantienen niveles de crecimiento sobresalientes (28,2%), pero todo parece indicar que la curva llegó a un punto de inflexión y la velocidad de ventas caerá.

Y así como Godzilla acechaba las ciudades costeras, Wall Street está encima de las compañías de tecnología. Una vez una empresa registra aumentos tan grandes, todos los inversionistas esperan que se mantengan ese desempeño, lo que obliga a los ejecutivos a tomar mayores riesgos. Y dentro de ese contexto, la apuesta que más rendimientos podría dar parece ser la de los wearables.

Pero, ¿los ‘vestibles’ sí podrán aportar esa gasolina extra que los motores tecnológicos tanto necesitan? Aunque parezca la apuesta más segura, un poco de análisis muestra que puede ser la más riesgosa. Primero, la competencia será tan ‘brava’ que inevitablemente se convertirá en una guerra de precios, apretando cualquier margen que puedan tener los equipos.

Aunque parezca la apuesta más segura, un poco de análisis muestra que los dispositivos vestibles pueden ser la más riesgosa

Por otro lado, el tamaño del mercado es sustancialmente menor en comparación con el de las tabletas y los teléfonos inteligentes. De acuerdo con Statista, el mercado tiene un proyección de 12.000 millones de dólares para 2018. Hoy, el mercado de teléfonos inteligentes vale 150.000 millones de dólares solo en Estados Unidos. Los números simplemente no dan para esperar crecimientos como lo que dieron las tabletas y los smartphones.

Más allá de las cifras, los wearables tienen varios problemas funcionales que van en contra de las tendencias de los mercados. Primero, los teléfonos inteligentes han sido una de las principales razones por las cuales la gente dejó de usar relojes. Por otro lado, los consumidores quieren pantallas más grandes, una necesidad que simplemente no pueden satisfacer los relojes inteligentes.

Funcionalmente, los wearables tampoco solucionan ningún problema. Sin un smartphone en el bolsillo, los relojes inteligentes se convierten en aparatos inútiles, incómodos y pesados. El teléfono inteligente, además de ser pieza fundamental para su funcionamiento, también es la gran piedra en el zapato. En varios casos, el smartphone reemplaza las funciones del wearable, y lo hace al menos tan bien. Una muestra es el sensor cardiaco de Samsung y el procesador M7 de Apple.

Según una investigación de Forrester citada por Re/Code, los wearables pasarán sin pena ni gloria durante el 2015 para morir en el 2016. La tecnología simplemente es muy fácil de interrumpir y reemplazar. Esto se puede ver con el sinnúmero de compañías que le están ‘metiendo leña’ a los dispositivos vestibles. Una presentación de IHS muestra la cantidad de empresas que tienen proyectos en el segmento: van desde las obvias como Sony, Samsung y Motorola, hasta empresas que no suelen participar en la tecnología de consumo, como Abbot, Philips y Timex.

La tecnología simplemente es muy fácil de interrumpir y reemplazar

Otro de los argumentos de McQuivey, el autor de la investigación, es que el hardware pierde importancia frente al software. «El hardware pierde importancia a medida que el valor del software aumente», escribe el investigador. Esto quiere decir que la compra inicial puede estar motivada por el hardware, pero el software es el que mantiene al usuario enganchado. Según un estudio de Endeavour Partners, más del 50% de los usuarios dejan de usar el dispositivo después de un tiempo. Sí, algunos dispositivos son bonitos, pero hoy no existe el ecosistema suficiente para mantener al usuario interesado con nuevas funciones.

Finalmente, McQuivey asegura que la tecnología tiende a integrarse en un solo dispositivo: el imponente y poderoso smartphone. Todavía no es claro que la gente esté dispuesta a pagar 200 o 300 dólares por un reloj inteligente con funciones limitadas. Es más, todo lo que puede hacer un smartwatch lo puede hacer mucho mejor un teléfono inteligente. ¿Vale la pena pagar eso por simplemente ahorrarse unos pocos movimientos?

Todo esto no quiere decir que los wearables no tengan un lugar en la industria de la tecnología. Saldrán muchos dispositivos para situaciones puntuales como la salud y el deporte. Pero es poco probable que se vuelvan el oasis que buscan las empresas de tecnología.

Imágenes: Motorola, captura de pantalla.