La promesa de una Colombia hiperconectada aún está lejos de cumplirse. Aunque los indicadores oficiales muestran avances en la cobertura 5G y modernización de redes móviles, las cifras también revelan profundas desigualdades que mantienen desconectadas a vastas zonas del país.
La Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) publicó su más reciente análisis sobre el estado de la infraestructura y cobertura móvil, con datos actualizados al cierre de 2024. El informe, respaldado por la plataforma oficial Postdata, ofrece un panorama detallado de cómo evoluciona el despliegue de tecnologías 2G, 3G, 4G y, más recientemente, 5G.
Los números generales parecen positivos. Colombia cuenta hoy con 29.820 sitios de infraestructura móvil, de los cuales el 94,5% soporta tecnología 4G, la más utilizada y con mayor cobertura. La red 4G llega al 97% de las cabeceras municipales y centros poblados, lo que, en apariencia, supone un acceso casi universal.
Sin embargo, la distribución no es homogénea. Departamentos como Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca concentran buena parte de esa infraestructura, mientras regiones como Amazonas, Guainía o Vaupés siguen prácticamente fuera del mapa digital. En estos territorios, el número de sitios móviles es simbólico y la conectividad, un lujo.
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La brecha tecnológica se evidencia también en el despliegue de 5G. Aunque su introducción inició oficialmente en febrero de 2024, solo hay 1.433 sitios activos de esta tecnología, lo que representa apenas el 5,2% del total de sitios. Más preocupante aún: el 85% de esos sitios pertenece a un solo operador, Claro, lo que plantea interrogantes sobre la competencia y el acceso equitativo.
Según el informe, Bogotá lidera el despliegue urbano de 5G con una cobertura que alcanza el 69,2%. Le siguen Medellín y Cali, con 52,9% y 52,6% respectivamente. Otras ciudades como Barranquilla o Cartagena registran avances modestos, con coberturas del 32,9% y 17%. Mientras tanto, en los departamentos de la Amazonía y la Orinoquía, esta tecnología aún es inexistente.
Los datos también revelan una tendencia inevitable: el retiro progresivo de tecnologías como 2G y 3G. En 2024, la infraestructura 2G se redujo en un 7,8%, mientras que la de 3G cayó un 1,8%. Este proceso de modernización es necesario, pero plantea el reto de no dejar sin conectividad a las zonas más apartadas que aún dependen de estas redes.
Para los expertos, el crecimiento de la infraestructura no puede evaluarse solo por el número de antenas o sitios. La calidad del servicio, la velocidad, la estabilidad y, sobre todo, la cobertura efectiva en territorios rurales o de difícil acceso son los verdaderos indicadores del cierre de la brecha digital.
“La infraestructura de redes móviles continúa siendo un pilar para el acceso a la conectividad. Este informe evidencia tanto los logros como los retos pendientes”, destacó Claudia Ximena Bustamante, directora ejecutiva de la CRC.
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Sin embargo, las cifras dejan claro que el país avanza a dos velocidades. Mientras en las principales ciudades se habla de 5G y alta velocidad, en zonas rurales aún se lucha por garantizar una señal básica. Y no se trata solo de un problema técnico: detrás de la falta de cobertura hay factores económicos, sociales y políticos que perpetúan la exclusión digital.
El desafío para el Gobierno y los operadores es evidente. Más allá de los anuncios de modernización, se requiere una política integral que garantice el acceso a conectividad de calidad como un derecho y no como un privilegio. De lo contrario, la brecha digital seguirá ampliándose y con ella, las desigualdades sociales y económicas del país.
Porque, al final, de poco sirve tener 5G en las grandes ciudades si para millones de colombianos, incluso una simple llamada sigue siendo un lujo.