Vitrinear en la era de la Internet, para Millenials nostálgicos

Vitrinear

Ahora que nos acercamos al día sin IVA, me entra la nostalgia en pensar cómo vitrineábamos antes.

Vitrinear, era todo un arte que se enseñaba cuando pequeño. En las salidas de fines de semana que tenían como parada turística el averiguar el costo de ropa con meses de anterioridad para diciembre o los regalos de cumpleaños anticipados. En la adolescencia vitrinear era la cita más económica y, al mismo tiempo, la posibilidad de antojarse por aquellas cosas que el presupuesto de mesada no puede pagar. Y de adulto vitrinear venía con la práctica de la negociación y la realización de que la mejor manera de obtener el mejor precio era no solo visitar todos los locales, sino todo centro comercial en existencia.

Quizás una señal de que estoy viejo está en que recuerdo los días en que vitrinear no incluía una pantalla.

Vitrinear con un espejo negro

Toda esta nostalgia de anciano es poco merecida. Como esos recuerdos de todo ex, es tratar de poner romanticismo a algo que realmente no está allí. Y es que la vida se ha hecho más fácil desde que es posible vitrinear utilizando un espejo negro.

Por ejemplo, hoy es imposible hacer compras sin Google. Es una verdad inevitable del universo. Y la razón es sencilla: el Internet nos ha permitido vitrinear mientras que hacemos una maratón de Netflix. ¿Podías ponerte al día con la Casa de Papel mientras que comparabas costos de televisores y en cuál decepcionarte más con el coeficiente intelectual de la mejor banda de atracadores de España? ¡Vamos que vivimos en el siglo XXI!

Quizás uno de los aspectos más agotadores de vitrinear en los viejos días era el tener que recorrer media ciudad para comparar precios. Mis pies recuerdan muy bien esas maratones antes de navidad buscando proveedores, yendo a los sectores especializados porqué ‘allí salía más barato’. Me río en mis callos de treintañero de esos días, cuando desde el computador completo la tarea en menos de 30 minutos, tengo enlaces para comprobar toda la información de nuevo y si me duelen las piernas es porque no me levantado de la silla en todo el día.

Miramos en el PC, pero seguimos comprando la tienda

Pero mucho ojo, que yo tampoco soy un creyente ciego de los carritos virtuales. Eventualmente, caigo en la tentación cuando lo que necesito está fuera de la ciudad o el descuento es creativo. Pero como diría cualquier buen religioso de las compras 4.0: ver para no comprar. Esto quiere decir que hoy lo que muchos de nosotros es que miramos en el PC, pero terminamos comprando en la tienda.

No se trata de uno de esas contradicciones irreparables de haber nacido en esa misma generación que tenía Internet, pero no podía usar el teléfono al mismo tiempo. Es simplemente la mejor estrategia desarrollada, comprobada, medida y perfeccionada tras años de invertir en este juego deprimente que a ratos resulta el capitalismo.

Porque la sabiduría de mamá no estaba equivocada: «a veces sigue mejor ir al lugar físico».

La primera razón es que, con perdón de mucha tienda virtual, no hay nada más engañoso que un JPG de un producto. Los TV se ven más grandes, la ropa más cómoda, las figuras de anime menos chinas… ¿Ustedes creen que los perfiles en Tinder engañan? Puedo decir que con certeza que me han roto más el corazón las imágenes de stock que las citas a ciegas.

La segunda razón es que la inteligencia artificial ha evolucionado mucho, pero todavía no permite regatear. Y, en caso de que supiera hacer, estaríamos perdido porque sería mucho mejor que nosotros. Que, si Kasparov perdió contra las máquinas, a nosotros nos va a quebrar el AI regateador.

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Y es que averiguar el precio no solo era para comprar el producto más económico, sino además para poder negociar con el vendedor y decir que en otro lado lo conseguíamos más barato. El otro lugar es el Internet y, para dolor de cabeza del regateador, es la prueba fehaciente de que necesita un descuento.

De hecho, la misma tecnología se ha encargado de decirnos que los carritos virtuales no son la solución permanente. Las cámaras de celular hoy pueden escanear un código y agregar un producto al carrito para hacer un chequeo rápido. Las odiosas filas, mal eterno de cualquier asalariado con los sábados para hacer mercado, son un mal del pasado. También tienes otras apps que te ayudan a comparar precios, que verifican que no se quede nada por fuera de la lista de compras o que incluso te ayudan a utilizar el celular como la tarjea de crédito con menos batería del mundo.

Creo que mi conclusión, si hay algo que concluir en el mejor ejemplo de ‘hombre le grita a una nube’, que permite Internet, es que me arrepiento de insinuar que tengo algo de nostalgia por los días en los que se vitrineaba sin Internet. Quizás es como la película de Power Rangers, que pensaba que era mejor hasta experimentarla de nuevo.

Suerte que ahora puedo googlear donde comprarla, para tener un recordatorio eterno y solemne de mi error.

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Imágenes: Paramount Pictures

Jeffrey Ramos González

Jeffrey Ramos González

Mi papá quería que fuera abogado o futbolista. Pero en vez de estudiar o salir a la cancha, me quedé en la casa viendo 'Dragon Ball Z', jugando 'Crash Bandicoot' y leyendo 'Harry Potter'. Así que ahora que toca ganarse la 'papita' me dedico a escribir de lo que sé y me gusta. Soy periodista graduado de la Javeriana, escritor de ficción. He publicado en El Tiempo, Mallpocket, entre otras revistas.

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