La inteligencia artificial ya puede asumir el 11,7% de las tareas laborales, según el MIT

robot inteligencia artificial

Un modelo de simulación desarrollado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) encendió una nueva alerta en el debate sobre el futuro del empleo. Según su última investigación, la inteligencia artificial tiene hoy la capacidad técnica de reemplazar el 11,7 % de la fuerza laboral estadounidense, una cifra que se traduce en 1,2 billones de dólares en salarios que podrían quedar expuestos a la automatización. No es una proyección futurista ni un escenario hipotético a largo plazo: el estudio asegura que esta capacidad existe ya, con las tecnologías actuales.

El análisis se construyó a partir del Índice Iceberg, una herramienta que funciona como un “gemelo digital” del mercado laboral de Estados Unidos. El sistema, creado en colaboración con el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, recrea a los 151 millones de trabajadores del país como agentes individuales, cada uno definido por sus habilidades, ubicación, tareas y ocupación. Con esta base, el modelo evalúa qué habilidades pueden ser ejecutadas por herramientas de IA disponibles hoy y cómo se reorganizan los flujos laborales cuando la tecnología entra en juego.

El primer hallazgo rompe la visión tradicional de que la automatización afecta solo a ingenieros, programadores o trabajos de tecnología. Según el MIT, la exposición visible —los recortes en áreas de informática y TI— apenas representa el 2,2 % del riesgo salarial total. La mayor parte del impacto potencial se esconde en tareas rutinarias de recursos humanos, logística, finanzas y administración, funciones históricamente consideradas más estables frente a los ciclos de innovación.

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El Índice Iceberg no busca anticipar despidos ni proyectar el momento exacto en que estos cambios ocurrirán. Su objetivo es ofrecer un mapa detallado del impacto por habilidades y zonas geográficas, información que resulta crítica para gobiernos que preparan inversiones millonarias en formación y reconversión profesional. La herramienta permite analizar condados, ciudades e incluso bloques censales, mostrando dónde la IA podría transformar el empleo local o alterar el PIB de una región.

Tres estados —Tennessee, Carolina del Norte y Utah— ya probaron el modelo con datos propios y comenzaron a diseñar políticas basadas en sus resultados. Tennessee fue el primero en convertir este análisis en un plan de acción público, orientado a entender cómo tecnologías como robótica o asistentes impulsados por IA podrían fortalecer industrias donde aún predomina el trabajo físico, como manufactura, energía o transporte.

El estudio también cuestiona el relato de que la disrupción tecnológica ocurre solo en las costas del país. Las simulaciones muestran exposición en los 50 estados, incluyendo zonas rurales que rara vez figuran en los debates nacionales sobre automatización. Para atender ese vacío, los investigadores construyeron un entorno interactivo donde los estados pueden probar escenarios, ajustar presupuestos de capacitación o evaluar cómo la adopción tecnológica modifica sus economías locales.

La conclusión del MIT es directa: la conversación sobre el futuro del trabajo ya no puede centrarse únicamente en dónde se reemplazan tareas, sino en cómo preparar sistemas laborales enteros antes de que esos cambios se vuelvan visibles en la economía real. El iceberg ya comenzó a emerger, y su tamaño resulta más amplio de lo que se pensaba.

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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