El 97,7 % de los colombianos cree que el fraude digital ocurre con frecuencia. Para un país donde gran parte de la vida cotidiana ya se mueve entre redes sociales, pagos en línea y plataformas de servicios, ese dato no es menor, pues, casi todos han aprendido, por experiencia propia o ajena, que en internet hay trampas constantes.
El último estudio de DataCrédito Experian confirma lo que muchos sospechan: el fraude en línea ya no es un riesgo lejano, sino parte del día a día. El 36,6 % de los encuestados fue víctima directa en el último año, y más del 61 % conoce a alguien cercano que también cayó. Pero lo más preocupante no es la cifra, sino la sensación de que no se puede hacer nada.
El informe, titulado “Fraude en Colombia: cómo la educación digital y los datos de crédito transforman la prevención”, muestra que las modalidades más comunes van desde el phishing en compras en línea (34,5 %) hasta la suplantación de identidad y préstamos solicitados a nombre de la víctima. Todo esto ocurre en canales que usamos a diario: enlaces por WhatsApp, correos sospechosos que imitan a bancos o tiendas, mensajes con urgencias falsas.
Y aunque el golpe inicial es financiero, más del 41 % de los afectados perdió dinero directamente, el impacto va más allá. El 38 % de los encuestados reportó consecuencias emocionales como ansiedad o estrés, y uno de cada cinco mencionó problemas en su entorno familiar o laboral. El fraude, al final, no solo toca la cuenta bancaria, también la salud mental y la confianza en el entorno digital.
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Los más expuestos son los adultos entre 26 y 40 años. Personas activas en plataformas, que compran en línea, que pagan servicios desde el celular, pero que en muchos casos desconocen prácticas básicas de ciberseguridad. Según el estudio, la falta de educación digital (47,3 %) y la confianza excesiva en las plataformas (33,7 %) son las principales causas que abren la puerta al delito.
Muchos no saben cómo proteger su información personal, ni qué hacer cuando sospechan que algo anda mal. Y eso se agrava cuando el sistema tampoco acompaña. El 73,7 % de los encuestados cree que las autoridades no responden de forma eficaz, y el 69 % de las víctimas nunca denunció, en parte por la complejidad de los trámites y la falta de orientación.
Así, el fraude digital no solo se alimenta de la ingenuidad, sino también de la desconfianza institucional. Un terreno fértil para los ciberdelincuentes.
Frente a este panorama, DataCrédito Experian plantea una ruta clara: educación digital, monitoreo crediticio y empoderamiento de los usuarios. Herramientas como el portal MiDataCrédito permiten recibir alertas ante movimientos sospechosos, revisar el historial crediticio en tiempo real y detectar posibles intentos de suplantación.
Estas herramientas no sustituyen la precaución, pero ayudan a anticiparse. Y más allá del software, la clave está en generar hábitos: no entregar datos por canales informales, activar la autenticación en dos pasos, desconfiar de mensajes urgentes que piden información privada.
La tecnología, como lo afirma Julián Buitrago, Country Manager de DataCrédito Experian, “debe empoderar a las personas”. Pero para lograrlo se necesita una ciudadanía más informada, un ecosistema digital más seguro y un Estado que no se quede atrás.
Hoy, prevenir el fraude no es solo tarea de expertos en ciberseguridad. Es una responsabilidad compartida que empieza por reconocer el riesgo y dejar de actuar como si fuera inevitable. Porque el fraude no es invisible. Solo que, muchas veces, preferimos no verlo.
Imagen: Archivo ENTER.CO