Después de la paz: el cine debe cerrar el círculo de la guerra

Toda una historia de cine y conflicto armado.
Toda una historia de cine y conflicto armado.

Es imposible escapar de la gran noticia del pasado miércoles: el proceso de paz debería terminar en –máximo– seis meses. La ahora histórica foto de Juan Manuel Santos, Timoleón Jiménez y Raúl Castro es la portada de docenas de diarios. En ENTER.CO no hemos tocado el tema; supongo que el ángulo correcto que calce con nuestra agenda editorial no ha surgido. Pero aun así, como un grupo de comunicadores colombianos, hay una necesidad de hablar sobre el tema.

Luego de una larga lluvia de ideas, algunas desastrosas, unas obvias y otras difíciles de ejecutar (como una evaluación de la paz, es broma claro), solo un tema logró convencer (al menos lo necesario). En este caso es un viejo texto de mi autoría, que realicé para la Cátedra Cinemateca de 2013 que vuelve a cobrar sentido en esta fecha.

El tema es una duda personal: ¿cómo responderá el cine frente a la representación del conflicto una vez haya terminado? Ya hemos hablado extensamente de películas en ENTER.CO (aunque algunos aun no pueden aceptar la idea), así que el ángulo no estaba fuera de nuestra agenda. El siguiente es una adaptación de una versión más larga de ‘Los actores del conflicto armado en el cine colombiano y la necesidad de dar voz al victimario’.

La maquina de la memoria: las historias

La primera película colombiana, ‘El Drama del 15 de Octubre’ (desaparecida a través del tiempo), profetizaba un debate que llega hasta la actualidad.

La historia de la película narraba el asesinato de Uribe Uribe. Para actuar como los victimarios, eligieron a nada más y nada menos que los asesinos reales del general. El escándalo fue apoteósico. Así empezó el cine colombiano: empezando a buscar formas de representar a los victimarios.

La forma de verlo e interpretarlo cambiaría (y seguirá cambiando), mutando dependiendo del estado de ánimo nacional. ¿Qué viene ahora con el postconflicto?

El cine colombiano empezó representando a los victimarios

La tendencia de hacer memoria con el séptimo arte no es nueva en nuestro país: filmes como ‘Todos tus muertos’, ‘Los colores de la montaña’ o ‘La primera noche’ funcionan de ejemplo.

Ahora, en una sociedad donde el conflicto armado es un conocimiento colectivo, la representación del victimario tiene muchas caras.

De década a década: el guerrillero siempre cambia en el séptimo arte

Para hablar de esa representación mutable, tres serán mis sujetos de prueba: ‘Golpe de estadio’, ‘La milagrosa’ y ‘La sombra del caminante’. Cada una de ellas, tiene temas en común, pero en terrenos diferentes. ‘Golpe de estadio’ pasa por el humor y la parodia (el género más taquillero del cine colombiano), ‘La milagrosa’ entra a una zona llena de herramientas hollywodenses y ‘La sombra del caminante’ (la de más bajo presupuesto de las mencionadas), toca el terreno del perdón, olvido y memoria en escenarios fuera de la guerra.

El partido de la guerra

‘Golpe de Estadio’ (1999) presenta dos bandos en conflicto directo: las guerrillas y el ejército nacional. Los militares se concentran en proteger a las multinacionales y los subversivos están empeñados en destruir esa participación extranjera.

La guerrilla tiene características claves: A gritos proclaman defender nuestra patria del imperialismo, las multinacionales y la invasión de los ‘gringos’, impulsados por ideales políticos, no únicamente por lo monetario. Las ‘enseñanzas de la clase obrera’ se hacen presente en sus parodiados discursos.

El grupo se nota comprometido y caritativo con la población civil. Aquí se muestra al campesino como una víctima de un fuego cruzado, pero no de un ataque directo. En el filme tienen una relación amistosa con la guerrilla, y reciben un buen trato lleno de apoyos económicos.

En la trama que presenta la película (ambos bandos quieren ver un partido de fútbol), la guerrilla es la primera en proponer un cese de hostilidades. En varios momentos del filme los subversivos defienden su posición y mencionan que “esto fue lo que elegimos”. No hay dudas de un compromiso voluntario a la lucha armada.

Esto, tan extraño en la actualidad, tiene sentido por la época: finales de los 90, a punto de iniciar los diálogos de paz en el Caguán. En ese momento aún no era descabellado pensar que existía una lucha ideológica. Esta imagen cambiaría en los siguientes años tras el fracaso del proceso de paz del gobierno Pastrana y el inicio del periodo presidencial de Alvaro Uribe.

Lo ‘hollywoodense’

golpe de estadioLas primeras escenas en la película de Rafael Lara ‘La milagrosa’ definirán el resto del filme: lleno de estereotipos y rozando la espectacularidad visual. La trama cuenta el secuestro de un joven adinerado y de ‘buena familia’. El jefe de la guerrilla responsable es un hombre de aspecto duro, que trata de forma degradante al protagonista y se mofa de la religión (violentando ese símbolo de la medallita de ‘La Milagrosa’).

Con el pasar de los minutos, la película presentará a dos personajes clave, que engrosan las filas de la guerrilla por obligación porque –afirman– “esto fue lo que nos tocó”. En una larga charla los personajes comparten sus motivaciones, que no salen del mismo molde de la ‘obligación’.

Al final del filme, el principal antagonista hace aparición de nuevo –con todos los diálogos de un villano de película ‘blockbuster’– para terminar muriendo de la misma estereotípica forma de Hollywood: un disparo en la espalda de último minuto.

A diferencia de ‘Golpe de estadio’, la guerrilla ahora no es un grupo tras el cambio social, sino un colectivo violento que ataca a la población civil.

Tampoco hay un discurso. No hay un compromiso con ideales de la ‘lucha obrera’. Esta es una guerrilla distinta, donde no cabe el dialogo, pues todos usan los caminos del crimen y la violencia.

Esta visión cambiante responde al momento político que se vivía en la época: el gobierno de Álvaro Uribe prometía mano dura contra una guerrilla, que se aprovechó de los diálogos de paz para crecer militarmente.

Las víctimas son la clave del cine de postconflicto

‘La sombra del caminante’ (película de Ciro Guerra) es el ejemplo más cercano a la respuesta a mi duda. Un cine donde la voz del victimario existe, sin estereotipos o influencia política mezclada en la creación de estos personajes. Donde el victimario y la víctima pueden sentarse en una misma escena para compartir la desgracia nacional, con el objetivo de recordarle al público que el olvido es el castigo máximo que nadie merece. Si el cine colombiano comenzó mostrando a los victimarios, deberá cerrar el ciclo y comenzar a mostrar a las víctimas.

El filme narra cómo un exguerrillero usa una silla en su espalda para transportar gente por el centro de Bogotá. El simbolismo de construir su silla con madera de ataúd es contrario al estereotipo villanesco de películas como ‘La milagrosa’, donde el mal existe por el mal, cíclico y totalmente desapegado de la autoflagelación moral.

El victimario y la víctima pueden compartir la misma escena… y la desgracia nacional

Los personajes son residuos de la guerra. Hasta el único militar presente se muestra también cojo y con problemas de salud. Ese es el punto: ya no importa quién es quién o qué bando representa. En palabras de uno de los protagonistas: “qué guerrillos, paramilitares, narcos, militares. Al final uno sabe que están muertos”.

Aun cuando el filme puede responder a las nuevas necesidades de representar correctamente de actores del conflicto en un cine lleno de estereotipos basados en el clima nacional, aún hace falta un tema fundamental: la voz directa del victimario real.

La respuesta viene de Indonesia

golpe de estadio

En 2013 se presentó el documental ‘The Act Of Killing’, donde paramilitares y mafias de Indonesia hablan, representan y construyen escenas para demostrar su visión de los conflictos violentos que aquejaron sus propias vidas y de su nación.

La libertad era máxima: hacían chistes, contaban anécdotas, se disfrazaban, recreaban escenas con las características de las películas estadounidenses que tanto amaban. Aquí, en Colombia, esa idea sería impensable. Se condenaría rápidamente y las voces en contra serían numerosas.

Esta censura nace de una especie de miedo a reconocernos como una nación violenta, que no puede ocultarse tras ‘Colombia es pasión’ o ser ‘el país más feliz del mundo’. Encontrar que el victimario puede ser cualquiera y la víctima somos todos es dificil. Al final lo atroz necesita conocerse, pero no desde un solo punto de vista (por así decirlo, de nuestro ‘bando’), también desde el contrario.

Lo atroz también necesita ser mostrado y ser visto

Esas verdades no serán dignas de aplausos, pero serán verdades, y deben representarse fuera de la división. Como lo dijo Ricardo Rendón, ex editor de El Espacio: “la vida es amarilla” (haciendo alusión al amarillismo de las publicaciones y estilo del mismo periódico). Así es, Colombia es amarilla porque no puede tener otro color luego de tantos años de violencia.

Tenemos una necesidad que aún no digerimos: El victimario, ‘el bando enemigo’, debe tener voz en el cine nacional como nunca la ha tenido antes. Una voz directa, lejos de estereotipos o condenas, que nos ayude a conocer la verdad completa y todas las historias que la tejen. Y la pantalla grande es un escenario tan válido como cualquier otro. Ese es el poder de las historias, después de todo.

Imágenes: Amazon y Wikimedia commons. 

Camilo Martínez

Camilo Martínez

Viviendo dentro de las cuatro líneas que arman una viñeta, transportándome en los fotogramas de las películas más clásicas o del cine más explosivo, leyendo desde literatura de ciencia ficción desechable o las obras hechas para el bronce. Básicamente amante ciego de las historias, sea en pantalla o papel, buenas o terribles. Profesional en comunicación social y periodismo del Politécnico Grancolombiano, he colaborado con medios como Caracol Radio, Cartel Urbano, Diario ADN y RCN Televisión.

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4 comments

  • Espero surja un buen legado de peliculas que nos recueden nuestros errores politicos, el abandono internacional, los intereses de las partes, como una ideologia se perdio y se combirtio en un negocio. Pero ante todo que se destaquen los heroes de esta guerra sin sentido y se le enseñe a las futuras generaciones lo fuerte y debil de nuestra raza y pueblo colombiano.

  • Espero surja un buen legado de peliculas que nos recueden nuestros errores politicos, el abandono internacional, los intereses de las partes, como una ideologia se perdio y se combirtio en un negocio. Pero ante todo que se destaquen los heroes de esta guerra sin sentido y se le enseñe a las futuras generaciones lo fuerte y debil de nuestra raza y pueblo colombiano.

  • Definitivamente Camilo es de los mejores redactores de enter se nota el trabajo que dedica en cada articulo y este especialmente en el que muestra como también se conecta con la realidad nacional y aparte de todo es muy bonito

  • Definitivamente Camilo es de los mejores redactores de enter se nota el trabajo que dedica en cada articulo y este especialmente en el que muestra como también se conecta con la realidad nacional y aparte de todo es muy bonito

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