Valora Analitik informó en exclusiva que Tesla iniciará operaciones comerciales en Colombia durante el Salón Internacional del Automóvil de Bogotá. Esa llegada, además del efecto comercial, abrió un debate público liderado por el presidente Gustavo Petro, quien aprovechó la oportunidad para fijar una dirección política.
En su cuenta de X dijo, “le doy la bienvenida a Elon Musk, creo que ha comprendido el potencial colombiano. Los vehículos de hidrocarburos pagarán más arancel al entrar al país”. Con esa frase, Petro no solo saludó la inversión de Tesla, sino que lanzó una advertencia directa al mercado automotor tradicional.
Ya va una instalación de empresas colombiana , japonesa, china y francesa instaladas con un potencial de 180.000 vehículos eléctricos que se producirían en Colombia para el mercado interno y la exportación
Le doy la bienvenida a Elon Musk, creo que ha comprendido el potencial… https://t.co/uy55OnTrRh
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 28, 2025
Más allá del gesto político, la llegada de Tesla representa una señal de cambio estructural. Colombia busca pasar de ser un país importador de autos eléctricos a convertirse en un centro de producción regional. Según el propio presidente, ya hay empresas nacionales y extranjeras interesadas en fabricar hasta 180.000 vehículos eléctricos para consumo interno y exportación.
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Este escenario podría convertir a la industria automotriz en una plataforma clave de transición energética. Si se consolida, Tesla llegaría a un entorno donde el Gobierno promueve incentivos para la movilidad limpia, la instalación de fábricas de ensamblaje y la formación de talento local en ingeniería y electrónica aplicada.
Aun así, la tarea no será fácil. Para que la electromovilidad deje de ser un discurso y se vuelva una realidad, el país necesitará avanzar en tres frentes: infraestructura de carga, acceso a energía renovable y reducción de los costos de adquisición. Sin esos componentes, el impulso inicial de Tesla podría quedarse en un símbolo más que en una revolución.
Aranceles, industria y el fin de los combustibles fósiles
El anuncio de mayores aranceles a los vehículos de combustión abre un nuevo capítulo para el mercado colombiano. La medida, planteada por Petro, busca encarecer la importación de modelos de gasolina y diésel, y acelerar así la transición hacia tecnologías limpias. Pero también genera interrogantes: ¿qué tan preparada está la economía para asumir un cambio tan drástico?
La advertencia tiene un doble filo. Por un lado, premia la innovación y la inversión en electromovilidad; por el otro, podría afectar a sectores que aún dependen del motor a combustión, desde transportadores hasta distribuidores. El equilibrio entre estímulo y castigo será clave para que la política ambiental no termine golpeando al consumidor promedio.
La constitución de Tesla Motors Colombia S.A.S. en Bogotá, en enero de 2024, demuestra que la marca llevaba tiempo preparando su entrada. Su primera aparición oficial en el país será la vitrina que confirme si la apuesta gubernamental y la llegada del gigante de Musk pueden converger en una estrategia nacional de movilidad limpia.
La transición energética ya no es una discusión abstracta: se volvió una competencia global, y Colombia acaba de sumarse a ella. Con Tesla en el mapa y un Gobierno decidido a impulsar la electromovilidad, el país se enfrenta al reto de transformar sus carreteras, su industria y su cultura de consumo. La historia apenas comienza.
