Los nuevos billonarios de Snapchat

Evan Spiegel Snapchat
Evan Spiegel, presidente de Snap, es hijo de dos abogados exitosos de Harvard y Yale. Es un nerd que construyó su primer PC en sexto grado. Se retiró de la universidad de Stanford poco antes de graduarse, cuando Snapchat recibió capital de un inversionista. Tiene 26 años / Foto: TechCrunch (vía Flickr)
Evan Spiegel Snapchat
Evan Spiegel, presidente de Snap, es hijo de dos abogados exitosos de Harvard y Yale. Es un nerd que construyó su primer PC en sexto grado. Se retiró de la universidad de Stanford poco antes de graduarse, cuando Snapchat recibió capital de un inversionista. Tiene 26 años / Foto: TechCrunch (vía Flickr)

Hoy, una app que nació como un proyecto para una clase de la universidad convirtió a dos jóvenes estadounidenses en los nuevos integrantes de la lista de billonarios de ese país (personas con fortunas superiores a 1.000 millones de dólares). Evan Spiegel, de 26 años, y Bobby Murphy, de 28 años, cofundadores de Snapchat en el 2011, tienen ahora fortunas cercanas a 5.300 millones de dólares, cada uno, por cuenta de la llegada de su empresa a la bolsa de valores de Estados Unidos.

Spiegel, el presidente de Snap Inc. (así se llama ahora la compañía), comenzó a trabajar en esta app en el 2011, como parte de un proyecto para una clase en la universidad de Stanford (California), en donde estaba estudiando diseño de productos. Spiegel, que en ese entonces tenía 20 años, creó un prototipo junto con Bobby Murphy, que fue el desarrollador del código fuente de la aplicación, y Reggie Brown, quien luego demandaría a sus dos compañeros porque, según él, la idea original fue suya y ellos lo sacaron de la empresa.

El objetivo con Snapchat, que inicialmente se llamó Picaboo, era ofrecer una aplicación para tomar selfies que se pudieran compartir, pero que estuvieran disponibles poco tiempo antes de desaparecer (esa es la idea que Brown reclama como suya). Según Spiegel, eso libraría a los usuarios del estrés causado por la longevidad de la información personal en las redes sociales, que se nota, entre otros, en “la urgente eliminación de etiquetas de fotos en Facebook antes de una entrevista de trabajo”, según escribió Spiegel en su blog.

Después de presentar la aplicación en la clase de Spiegel, en donde sus compañeros le encontraron poco sentido al hecho de que las fotos se borraran al cabo de unos segundos, Picaboo se lanzó oficialmente como una app para iOS en julio del 2011.

Un mes después, cuando estaban negociando los porcentajes de participación de cada socio en la nueva compañía, Brown, quien se encargaba del mercadeo, pidió el 30 por ciento. Su aporte había sido la idea, el famoso logo del fantasma y el nombre Picaboo. Spiegel y Murphy, que habían trabajado en el desarrollo del software, consideraron que no merecía tanto, y lo sacaron de la empresa. Dos meses después relanzaron la app con el nombre Snapchat.

La aplicación no despegó durante los primeros meses, pero entre finales del 2011 y comienzos del 2012 se volvió un hit, especialmente entre los jóvenes de colegio, que comenzaron a usarla para intercambiar en clase mensajes y notas visuales, que tenían la ventaja de desaparecer luego de unos segundos.

Pero con el éxito también aumentaron los costos de la naciente empresa. Según un artículo de la revista Forbes, Spiegel y Murphy estaban a punto de quedarse sin dinero cuando en abril del 2012 recibieron una inyección de capital de medio millón de dólares de un inversionista atraído por la popularidad que estaba teniendo la app en los colegios de California (se trataba de Jeremy Liew, de la firma de inversión Lightspeed, a quien su hija le había contado que Snapchat se había vuelto tan popular en los colegios como Instagram y Angry Birds).

El día que ese dinero le entró a la empresa, dice Forbes, Evan Spiegel se retiró de la universidad –poco antes de graduarse– y convenció a otros estudiantes de Stanford de hacer lo mismo, para dedicarse a mejorar la aplicación. Ellos se fueron a vivir a la casa del padre de Spiegel en Los Ángeles, en donde operó la empresa al comienzo.

Snap es una de las compañías más apetecidas por los inversionistas en Estados Unidos, pese a que pierde mucho dinero y seguirá manejada por veinteañeros

Según la publicación TechCrunch, en noviembre del 2012 los usuarios de la app habían compartido mil millones de fotos, y estaban intercambiando 20 millones de fotos al día. En esa misma época se lanzó una versión de Snapchat para Android, y en diciembre del 2012 se incluyó en la app la posibilidad de enviar video.

En el 2013, Evan Spiegel, quien todavía vivía en la casa de sus padres, se dio el lujo de rechazar una oferta de compra de Facebook por 3 mil millones de dólares en efectivo. En su momento, algunos analistas consideraron que había sido un error que una compañía de solo dos años de vida despreciara semejante cantidad de dinero. Hoy es evidente que fue un acierto de Spiegel, como en su tiempo Mark Zuckerberg también acertó al no vender su red social (en el 2006, cuando apenas tenía dos años de vida, Facebook rechazó una oferta de compra de 1.000 millones de dólares que le hizo Yahoo).

Gran potencial, pero por ahora pérdidas

La app ha venido agregando funciones constantemente. Snapchat permite que los usuarios se envíen mensajes que desaparecen segundos después, tiene lentes que sirven para ‘adornar’ las selfies (por ejemplo, con orejas de conejo y otras animaciones), permite que los usuarios creen ‘historias’ en imágenes y video que muestran su día a día, ofrece noticias y contenido de entretenimiento de diversos medios de comunicación, etc. La compañía incluso incursionó en el mundo del hardware, al lanzar unas gafas de sol con cámaras incorporadas (las Spectacles), con las que los usuarios pueden capturar videos cortos que se suben automáticamente a Snapchat.

Hoy, Snap es una de las compañías más apetecidas por los inversionistas en Estados Unidos, pese a que pierde mucho dinero y seguirá manejada por veinteañeros (Spiegel y Murphy conservaron casi el 90 por ciento de las acciones con derecho a voto, ya que las acciones que salieron a la venta no permiten votar).

A la compañía se le ve gran potencial, gracias a su rápido crecimiento y a la popularidad que tiene entre los usuarios –que ya no son solo personas jóvenes–, y a pesar de las pérdidas millonarias que tiene cada año. Snap perdió 514 millones de dólares en el 2016, y el saldo en rojo había sido de 373 millones en el 2015. Sin embargo, sus ventas se dispararon entre un año y otro: pasaron de 59 millones de dólares en el 2015 a 405 millones en el 2016. Además, en el 2016 tuvo un promedio de 158 millones de usuarios al día.

Tras su salida a la bolsa, la compañía alcanzó una valoración de 33 mil millones de dólares (subió 40 por ciento frente al precio inicial solo en el primer día). Eso la convierte en una de las ofertas de acciones más exitosas de la década para una empresa de tecnología.

Es difícil predecir cuál será el futuro de Snap. Por ejemplo, Facebook no tuvo un buen resultado en su salida a la bolsa en el 2012; según Bloomberg, alcanzó una valoración de 104 mil millones de dólares, inferior a la que se esperaba, pero el precio de la acción se disparó después, y hoy la compañía está valorada en 394 mil millones de dólares.

Por el contrario, Twitter llegó al mercado bursátil con un valor de 18 mil millones de dólares en el 2013, y luego se desinfló: hoy está valorada en 11.600 millones de dólares. Otra empresa que parecía muy prometedora, Groupon, debutó en la bolsa en el 2011 con una valoración de 13.200 millones de dólares, y luego se derrumbó, para situarse en los 2.500 millones de hoy.

El diario The New York Times resumió así la situación de Snap: “La compañía se ha convertido rápidamente en una de las estrellas más brillantes del mundo de la tecnología, y su oferta sobresale en un panorama que en su mayoría es árido para nuevas acciones. Pero los nuevos inversionistas se preguntan cuánto le tomará a la compañía generar utilidades y si Snap podrá mantener su envidiable crecimiento en usuarios, particularmente a medida que Facebook, de forma desvergonzada, copia dentro de Instagram muchas de las principales características de Snapchat”.

Viendo el éxito que tuvo Snap en su salida a la bolsa, el tercer creador de Snapchat, Reggie Brown, quizás se sienta olvidado y frustrado por la oportunidad perdida (su historia recuerda la de Eduardo Saverin, el cofundador olvidado de Facebook, quien entabló una demanda contra Mark Zuckerberg). Pero para consolarse tiene los 158 millones de dólares que le dieron sus ex socios y ex compañeros de Stanford como parte de un acuerdo, tras la demanda que Brown interpuso en el 2013. Nada mal como premio de consolación para Brown, que ni siquiera ha llegado a los 30 años de edad.

Foto: Snap Inc.

Javier Méndez

Javier Méndez

A mediados de los años 80 tuve un paso fugaz por la facultad de ingeniería de sistemas de la Universidad de los Andes, pero me tomó pocos meses descubrir que escribir código era mucho menos apasionante que escribir artículos. Desde entonces pienso que la tecnología es más divertida cuando se la disfruta desde afuera que cuando se la sufre desde adentro. Y aunque mis primeros pasos en el periodismo los di en la sección deportiva de El Tiempo, era cuestión de tiempo para que aterrizara en el mundo de la tecnología. Llevo 30 años escribiendo sobre tecnología, primero en El Tiempo, y ahora en la revista ENTER y EmpresarioTek.co. Puede seguirme en Twitter en @javiermendezz

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