El engendro de Facebook es nuestro

Facebook Cambridge Analytica

Facebook Cambridge Analytica

El escándalo de Facebook y Cambridge Analytica, que hace un mes nos agobia a diario en los medios, resulta hasta divertido para las personas que nunca usan Facebook y para los que tenemos una cuenta a la que rara vez entramos (a la mayoría del planeta, 5 mil millones de personas, les tiene sin cuidado lo que sucede en Facebook porque ni siquiera tienen una cuenta allí).

Hace poco se reveló que una firma de asesoría política, Cambridge Analytica (CA), había recopilado los datos de 87 millones de usuarios de Facebook, sin su consentimiento, para crear perfiles de su personalidad. Luego los usó para enviarles avisos y contenido que los influenciara durante la campaña presidencial de Estados Unidos en el 2016 (CA trabajaba para la campaña de Trump). Esta nota le explica en detalle cómo se lograba esa influencia.

Desde ese momento, la confianza del mundo en su amada red social estalló. Gente que durante años ha publicado en Facebook hasta el más mínimo detalle de su vida ahora está consternada ante la posibilidad de que esa red social esté exponiendo su intrascendente vida personal.

Usuarios que han expresado en Facebook todos los pensamientos que cruzan a diario por sus cabezas, como si fueran un oráculo de sabiduría digno de ser escuchado por el mundo, están invitando a eliminar las cuentas de Facebook mediante el hashtag #DeleteFacebook, que seguramente se apagará sin pena ni gloria en la fugacidad de las redes sociales.

Personas con un nivel de credulidad vergonzoso, que reenvían cada noticia falsa que les llega y que asumen como un deber patriótico compartir videos y memes que no saben quién manipuló, ahora están furiosas por el atrevimiento de CA de haberles hecho creer que Trump era la mejor opción para la presidencia de Estados Unidos.

Usuarios que emplean las credenciales de su cuenta de Facebook para inscribirse en todos los servicios y apps que brindan esa opción, y que aceptan cuando les informan que eso le da a ese tercero acceso a su perfil y contactos, están iracundos por la violación de CA a su privacidad.

Y ellos se sienten respaldados en su indignación. Empresas muy mediáticas como Playboy y Tesla cerraron sus páginas en Facebook en solidaridad con esta ‘dramática’ situación. Y celebridades añejas como Cher invitaron a eliminar la cuenta de Facebook.

Deberíamos tener la honestidad de aceptar que el engendro que han creado las redes sociales existe con nuestro consentimiento

La paranoia es total. Incluso, revivieron antiguas teorías de conspiración, como aquella que dice que Facebook está escuchando nuestras llamadas (Facebook es dueña de WhatsApp). Varios medios explicaron que no es cierto, pero algunas personas parecieran sentir una ráfaga de adrenalina, con sabor a ‘Mi-vida-es-muy-importante’, cuando piensan que en un búnker en Menlo Park (o quizás en el de la CIA en Langley) hay gente grabando y analizando sus disertaciones sobre por qué la última canción de Maluma es mejor que la de J Balvin o sobre quién va a ganar ‘La voz kids’.

Es verdad que los congresos de Inglaterra y Estados Unidos llamaron al presidente de Facebook a rendir cuentas. Y la acción de Facebook cayó 15 por ciento, lo que redujo el valor de la compañía en 80 mil millones de dólares, casi un tercio del PIB de Colombia (cifra que Facebook pronto recuperará). Pero lo cierto es que CA simplemente se aprovechó del hecho de que Facebook funciona como una especie de sistema operativo, sobre el cual terceros pueden crear apps diseñadas principalmente para recopilar información que la gente entrega gustosa. El pecado de CA es que no dijo cuáles eran sus intenciones.

Lo sucio, de hecho, es la propia Cambridge Analytica –fundada por un millonario republicano– y la forma como hoy se hace política. Un episodio, ese sí poco comentado, le da una idea: Alexander Nix, presidente de CA, le dijo al asesor de un político africano que podía hacer cosas como involucrar a su rival con una prostituta y filmar el encuentro, o inventarse un falso soborno y grabar la escena para publicarla en Internet. Nix no sabía que el supuesto asesor en realidad era un periodista inglés encubierto que, precisamente, estaba grabando la escena, que luego apareció en la televisión británica.

Y la verdad es que a todos estos indignados les encanta que los manipulen y creen en todo lo que les dicen. Hasta cuando tratan de mostrar independencia intelectual lo hacen adoptando como suyas, y repitiendo como loros, las ideas que otros les han sembrado en las redes sociales.

Nos encanta que nos echen cuentos y por eso nos han manipulado toda la vida. Lo hacen desde hace miles de años con libros religiosos escritos por personas de la edad de piedra y ‘adaptados’ a las necesidades de élites primitivas. Nos manipulan políticos populistas que repiten frases efectistas pero vacías, nos miente la televisión y nos manipulan los medios de comunicación, en columnas como esta en la que yo lo estoy cortejando con verso barato para que adopte mi punto de vista.

Sería bueno que los usuarios de Facebook al menos tuviéramos la lucidez y la honestidad de aceptar que ese engendro que han creado las redes sociales existe, y siempre ha existido, con nuestro consentimiento.

Imágenes: iStock

Javier Méndez

Javier Méndez

A mediados de los años 80 tuve un paso fugaz por la facultad de ingeniería de sistemas de la Universidad de los Andes, pero me tomó pocos meses descubrir que escribir código era mucho menos apasionante que escribir artículos. Desde entonces pienso que la tecnología es más divertida cuando se la disfruta desde afuera que cuando se la sufre desde adentro. Y aunque mis primeros pasos en el periodismo los di en la sección deportiva de El Tiempo, era cuestión de tiempo para que aterrizara en el mundo de la tecnología. Llevo 30 años escribiendo sobre tecnología, primero en El Tiempo, y ahora en la revista ENTER y EmpresarioTek.co. Puede seguirme en Twitter en @javiermendezz

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