La industria del smartphone comienza a replantear su apuesta por el celular ultradelgado. Tras varios lanzamientos recientes, el interés del mercado ha sido limitado. Para muchos usuarios, este tipo de elección deja de ser atractiva cuando obliga a renunciar a batería, cámaras o uso prolongado sin compromisos.
Este cambio de rumbo tiene un protagonista claro. La apuesta de Apple por un iPhone ultradelgado, con solo 5,6 milímetros de grosor, implicó recortes en batería y cámara principal y no ha conseguido destacar frente a otros modelos de la propia marca. Las ventas iniciales del iPhone Air quedaron por debajo de lo esperado, lo que derivó en recortes de producción y ajustes en la estrategia de producto.
Este comportamiento ha tenido un efecto inmediato en el resto del sector. Fabricantes Android que trabajaban en dispositivos ultrafinos han optado por frenar, congelar o directamente cancelar proyectos similares. No se trata de una falta de capacidad técnica, sino de la percepción de que el usuario no está dispuesto a asumir sacrificios relevantes solo por un diseño más delgado.
Marcas como Xiaomi, Vivo u Oppo habrían redirigido recursos hacia modelos más equilibrados. El enfoque vuelve a centrarse en autonomía real, cámaras más versátiles y rendimiento sostenido, aspectos que pesan más en la decisión de compra que una diferencia mínima en el grosor del dispositivo.
Te puede interesar: Samsung cancela el Galaxy S26 Edge y este es el motivo detrás de la decisión
Samsung tampoco ha sido ajena a esta tendencia. Un modelo ultradelgado planteado como alternativa premium no habría alcanzado el desempeño comercial esperado. El precio elevado, combinado con una batería más justa frente a otros modelos de la misma gama, ha puesto en duda la continuidad de este enfoque dentro de su catálogo de gama alta.
Más allá de las ventas, hay un límite físico difícil de ignorar. Para bajar de ciertos grosores, los fabricantes deben reducir capacidad de batería, simplificar módulos de cámara o comprometer la disipación térmica. Hoy, cuando el uso del teléfono es cada vez más intensivo en vídeo, juegos y funciones de inteligencia artificial, estos compromisos afectan directamente a la experiencia diaria.
Estudios de intención de compra y encuestas recientes refuerzan esta idea. La mayoría de usuarios prioriza llegar al final del día con batería suficiente y contar con un sistema de cámaras completo, incluso si eso implica aceptar un dispositivo ligeramente más grueso. La delgadez extrema, por sí sola, ya no es un factor decisivo.
De cara al futuro, la industria parece reordenar sus prioridades. El diseño seguirá siendo importante, pero integrado en un equilibrio más práctico. Autonomía, eficiencia energética y prestaciones vuelven al centro del desarrollo, mientras que la delgadez extrema queda como un experimento que, al menos por ahora, no ha convencido al mercado ni a los usuarios.
Imagen: Generada con IA / ChatGPT