Una nueva inteligencia artificial llamada AlphaEvolve está sorprendiendo al mundo por su capacidad de crear y optimizar algoritmos complejos; diseñada por Google, combina el poder de modelos de lenguaje como Gemini con evaluadores automáticos que prueban si sus ideas funcionan. En palabras sencillas, la IA es una máquina que no solo escribe código, también lo entiende, lo mejora y propone soluciones nunca antes vistas.
Esta IA no se limita a copiar lo que ya existe, sino que aprende, prueba y evoluciona sus propias ideas. Por ejemplo, ha logrado descubrir nuevos métodos para multiplicar matrices, una operación fundamental en las matemáticas y la informática. Esto es como si una calculadora pudiera inventar nuevas formas de hacer cálculos más rápidos que las que usan los expertos humanos.
El impacto es grande porque estos algoritmos mejoran la eficiencia en centros de datos, aceleran el entrenamiento de otras inteligencias artificiales y optimizan el diseño de chips. En otras palabras, AlphaEvolve está ayudando a que la tecnología avance más rápido, con menos consumo de energía y menos trabajo humano.
¿Reemplazará AlphaEvolve a los matemáticos?
La respuesta no es tan simple. AlphaEvolve puede resolver problemas difíciles y encontrar soluciones inéditas, pero lo hace con ayuda humana. Por ahora, los matemáticos siguen siendo quienes formulan los problemas, interpretan los resultados y deciden qué caminos vale la pena explorar. Sin embargo, esta IA ya está resolviendo desafíos que antes tomaban años de investigación.
Por ejemplo, uno de sus logros fue superar un algoritmo de 1969, considerado durante décadas como el mejor en su tipo. Esto demuestra que la herramienta no solo compite con humanos, sino también con la historia de la matemática. Además, resolvió un problema geométrico de más de 300 años, proponiendo una configuración de esferas en 11 dimensiones que nunca se había logrado.
Esto plantea un nuevo escenario para el futuro del pensamiento matemático. Los matemáticos podrían pasar de ser quienes calculan a ser quienes guían, verifican e interpretan lo que descubren las máquinas. Es un cambio de rol, no una desaparición del oficio, aunque sí podría reducir la necesidad de ciertos trabajos técnicos y repetitivos.
Imaginemos un laboratorio donde la IA trabaja día y noche probando fórmulas, mientras el humano dirige el experimento. El avance es más rápido y el tiempo se usa mejor. Así funcionará probablemente la matemática del futuro: una alianza entre inteligencia humana e inteligencia artificial.
Te puede interesar: ¿El fin del programador? Así conviven el no-code y los desarrolladores reales
El gran diferencial de AlphaEvolve frente a otras IA es su capacidad de evolución. No se limita a probar ideas, sino que selecciona las mejores, las mejora y sigue avanzando. Es como tener una colonia de pequeños científicos digitales, que colaboran y compiten para encontrar la solución más brillante.
Esta tecnología también permite optimizar tareas que parecen invisibles pero son esenciales. Por ejemplo, AlphaEvolve ayudó a Google a recuperar el 0,7 % de sus recursos computacionales globales, solo con un nuevo enfoque de programación. Aunque parezca poco, en un sistema del tamaño de Google esto equivale a millones de dólares y toneladas de energía.
Lo más asombroso de la nueva IA es que aprendió por sí misma a modificar instrucciones de GPU, un terreno tan técnico que ni siquiera los ingenieros suelen tocar. Ahí logró una aceleración de más del 30 %, algo que pocos humanos podrían lograr sin años de experiencia.
El impacto no será solo en matemáticas; esta IA puede aplicarse en medicina, ciencia de materiales y cualquier área donde la solución a un problema pueda codificarse. La revolución ya comenzó y no hay vuelta atrás. Lo importante será encontrar el equilibrio entre el genio humano y la potencia digital.
Imagen: Generada con IA