España llevará a cabo durante los primeros tres meses del año, varias pruebas de implementación del euro digital. La idea es que el banco español tenga todas las herramientas para enfrentar posibles desafíos técnicos que a futuro pueda presentar la moneda.
La primera propuesta legislativa se presentaría entre los meses de septiembre y octubre, cuando Monei, empresa elegida por Sandbox Financiero del Banco de España para probar el euro digital basado en tokens digitales, presente el documento final de cómo sería esa implementación.
La primera fase de prueba, estará disponible para unas cuantas personas que podrán utilizar la aplicación en España. Los usuarios que hagan parte de este proceso obtendrán euros digitales, digitando su número de teléfono, cotejando su identidad mediante identificación por vídeo, y cargar el monedero con euros reales a través de Bizum.
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Así cada persona tendrá euros digitales como euros reales, que serán depositados en la aplicación de cada usuario y los podrá enviar al resto de particulares o empresas registradas.
El dinero estará custodiado en dos cuentas de salvaguarda de BBVA y CaixaBank y se podrá canjear por euros físicos en cualquier momento. La compañía detalla que siempre existirá el mismo número de euros digitales que euros que los respaldan.
Luego de que pase el tiempo de prueba y se evalúen los informes levantados por Monei, el Banco de España decidirá si autoriza a la compañía a abrir el servicio al público en general. Aunque estos euros digitales no serán los que emita el Banco Central Europeo (BCE), la intención de la compañía es que sirva de proyecto inicial y que se pueda extender a otros países europeos.
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Álex Saiz Verdaguer, fundador de MONEI, explica que «EURM es la solución paneuropea definitiva que permitirá a los ciudadanos y empresas del continente enviar y recibir dinero instantáneamente».
Un documento del BCE, explica que las ventajas de tener la moneda digital, serán por ejemplo, garantizar la privacidad de los datos personales y los pagos; no tendrá información sobre las tenencias de los usuarios, sus historiales de transacciones o patrones de pago.
Además, la moneda será como un ancla monetaria que preservará el acceso público a la central dinero bancario en el mundo digitalizado, al ser ampliamente accesible a posibles usuarios. Así mismo, reforzaría la autonomía estratégica de la zona del euro al aumentar su independencia de las soluciones de pago no europeas, y aumentaría la eficiencia económica al frenar el comportamiento abusivo del mercado.
Es decir, el euro digital traería una automatización y personalización de los pagos mucho más precisa. Y al ser una moneda regulada, las autoridades como Hacienda podrán consultar estos movimientos en tiempo real.
