Twitter: de plaza pública a centro comercial

El pájaro está mirando hacia el futuro y solo ve monedas de oro. Imagen: BeauGiles (vía Flickr).
Los cambios que anuncia Twitter –que entrarán en vigencia el otro año– implican una reconfiguración del diseño de la plataforma. Ahora los desarrolladores tendrán que tener autorización para colgarse del servicio y las aplicaciones de terceros no podrán obviar ciertos elementos originales.
Twitter dejará de ser amigable con los desarrolladores. Imagen: BeauGiles (vía Flickr).

Les voy a dar una mala noticia que pueden trinar: la fiesta en Twitter está por terminar. Con el anuncio de nuevas restricciones para el uso de su plataforma por parte de desarrolladores independientes, el servicio de micro-blog de 140 caracteres dejará de ser una plaza pública para convertirse en un centro comercial.

Twitter debe su éxito a los desarrolladores independientes. Ellos convirtieron un servicio básico de mensajes de texto en línea (literalmente se trinaba a través de SMS) en una poderosa plataforma social: alguien pensó que era buena idea agregarle fotos a los mensajes; otro comenzó a transmitir videos; uno más empezó a mezclar trinos y armar listas. El espiral de innovación era inagotable.

Por supuesto, esta creación fue posible porque la arquitectura de Twitter lo permite. Cualquier desarrollador puede colgarle nuevos servicios y crear una aplicación a partir de ellos. O, simplemente, puede ofrecer la experiencia básica de una mejor manera. (Muchos de nosotros usamos Twitter sin pasar jamás por www.twitter.com). Todos se subieron encima de la ballena.

Los cambios que anuncia Twitter –que entrarán en vigencia el otro año– implican una reconfiguración del diseño de la plataforma. Ahora los desarrolladores tendrán que tener autorización para colgarse del servicio, las aplicaciones de terceros no podrán obviar ciertos elementos originales (el botón ‘favorito’ de Twitter, por ejemplo) y, más importante aún, la interacción con los trinos será restringida (servicios como Storify, que mezclan contenidos de varias redes sociales, podrían quedar fuera de juego).

Para que se hagan una idea, el modelo ideal de este tipo es la tienda de aplicaciones de Apple. Allí solo se venden los programas que Apple autoriza en los término que lo autoriza. Controlar el riesgo –en términos de seguridad o competencia– se hace a costa de posibles innovaciones y servicios alternativos.

Desde el punto de vista económico y político, el cambio tiene sentido. Twitter ya aprovechó la simbiosis de los primeros años y ahora quiere competir con Facebook. Necesita empezar a facturar, para lo cual tiene que controlar el tráfico y la atención de los usuarios. Y si quiere vender Coca-Cola, necesita estar seguro de que nosotros no estamos viendo publicidad de Pepsi.

Por otro lado, para operar y crecer en varios países, Twitter necesita cumplir con decenas de legislaciones, que en muchos casos exigen el control de ciertas expresiones o contenidos. Esto no solo es un incentivo para centralizar la plataforma, sino que obliga a la empresa a dedicar esfuerzos para hacerlo (infraestructura, tiempo, mano de obra).

Las arquitecturas de control vienen asentándose a paso firme en Internet. Es posible que más adelante Twitter requiera la identificación de los usuarios –lo cual acabaría con las cuentas de parodia, por ejemplo– o que empiece a controlar la difusión de cierto tipo de contenidos (como Facebook o Google+).

Estamos a merced del ama de llaves (‘gatekeeper’) en Internet. Nosotros volvimos Twitter parte indispensable de nuestra vida social en línea, y ahora no tenemos alternativas si no nos gusta lo que ofrece. Hay algunas que apenas arrancan: App.net echó a andar un proyecto de red social abierta, pero enfrentará el desafío del efecto paradójico de escala de red –la red no es grande porque no es exitosa; no es exitosa porque no es grande–.

Siempre habrá buenas razones para defender el jardín amurallado que ya es Facebook y que al parecer persigue Twitter: combatir la inseguridad y el spam, ofrecer eficiencia y desarrollo. Es la competencia, es el mercado. No dudo que el Twitter del futuro tendrá los pisos brillantes y los escaparates llenos de juguetes. Será como un centro comercial.

Y ese el problema: Twitter no será la plaza pública que a tantos nos gusta. Una plaza pública con vendedores ambulantes, perros callejeros y uno que otro raponero, claro, pero pública al fin y al cabo.

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* Carlos Cortés Castillo es abogado y periodista, investigador del Centro de Estudios en Libertad de Expresión de la Universidad de Palermo (Argentina) y estudiante de maestría en Gobernanza de Medios de Comunicación en el London School of Economics. Fue director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) en Colombia. Tiene un blog en La Silla Vacía y en Twitter lo encuentran como @CCortesC.

Colaboradores ENTER.CO

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Muchos periodistas y blogueros de Colombia, Latinoamérica y España colaboran esporádicamente con ENTER.CO, aportando su conocimiento y puntos de vista frente al acontecer tecnológico y de Internet.

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10 comments

  • Ojalá que este cambio no afecte mucho a los potentes desarrollos que se han hecho en torno a esta red social. Cabe observar que, gracias a esa apertura, twitter se ha podido anexar a aplicaciones interesantes, que involucran estadísticas y geolocalización (como Ushahidi, por ejemplo).

    Como apunte técnico aparte, les recomiendo a los colaboradores de Enter.co que no peguen directamente el texto de Word al campo de texto de la plataforma, o se les vuelve a repetir ese error de estilos tan frecuente en cualquier gestor de contenido, y lo digo por experiencia propia 😛

  • Ojalá que este cambio no afecte mucho a los potentes desarrollos que se han hecho en torno a esta red social. Cabe observar que, gracias a esa apertura, twitter se ha podido anexar a aplicaciones interesantes, que involucran estadísticas y geolocalización (como Ushahidi, por ejemplo).

    Como apunte técnico aparte, les recomiendo a los colaboradores de Enter.co que no peguen directamente el texto de Word al campo de texto de la plataforma, o se les vuelve a repetir ese error de estilos tan frecuente en cualquier gestor de contenido, y lo digo por experiencia propia 😛

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