El heavy metal acaba de perder a uno de sus pilares más excéntricos y aclamados. Ozzy Osbourne, fundador y vocalista de Black Sabbath, falleció a los 76 años tras una despedida final en su natal Birmingham. Aunque su carrera estuvo marcada por excesos, controversias y rehabilitaciones, su impacto en la música permanece intacto.
La noticia fue confirmada por su familia a través de un comunicado publicado por Associated Press. Ozzy murió rodeado de sus seres queridos, dejando un legado sonoro que sigue marcando a generaciones enteras. No solo fue el alma de Sabbath, también cultivó una exitosa carrera en solitario y redefinió el estrellato del rock con una vida que siempre pareció al borde del abismo.
Ozzy fue uno de esos artistas imposibles de ignorar. Desde que irrumpió con Black Sabbath a finales de los años 60, puso en escena un sonido oscuro y pesado que cambiaría la historia del rock. Su voz rasposa, sus letras provocadoras y su estética siniestra ayudaron a fundar el género del heavy metal como lo conocemos.
Tras ser expulsado de Black Sabbath en 1979, Osbourne construyó una carrera solista en la que lanzó 11 álbumes. El primero, Blizzard of Ozz (1980), incluyó clásicos como “Crazy Train” y “Mr. Crowley”, canciones que aún se corean en estadios y bares del mundo.
Las canciones que definieron una era
- Paranoid: quizás el himno más reconocible de Black Sabbath, surgido en 1970, y que consolidó a Osbourne como la voz del metal.
- Iron Man: con su riff inolvidable y atmósfera distorsionada, se volvió un clásico imperecedero.
- Crazy Train: su debut como solista lo mostró más melódico pero igual de agresivo, una joya que define su legado en solitario.
- No More Tears: una balada poderosa con tintes épicos, que marcó su madurez artística.
- Mama, I’m Coming Home: una de sus piezas más personales y emotivas, dedicada a su esposa Sharon.
Su influencia fue más allá de la música. En los años 2000, se convirtió en una celebridad televisiva gracias al reality The Osbournes, emitido por MTV. El programa, que mostraba la vida cotidiana de su familia disfuncional, fue un fenómeno global y le dio nuevos seguidores que no necesariamente venían del metal.
Escándalos que alimentaron el mito
Osbourne no solo es recordado por sus canciones, sino por sus actos desmedidos. Uno de los más infames fue cuando, durante un concierto, mordió la cabeza de un murciélago pensando que era de utilería. Este acto, que le costó una serie de vacunas, alimentó su imagen como figura del caos y la locura.
También fueron conocidas sus múltiples adicciones, que incluyeron alcohol, cocaína, y tranquilizantes. En su documental God Bless Ozzy Osbourne confesó: “Debí haber muerto mil veces, pero no lo hice”. Sobrevivió a sobredosis, peleas familiares, escándalos públicos y crisis de salud. Cada recaída fue también un regreso a los escenarios, como si el rock fuera su medicina y su maldición al mismo tiempo.
En 2025, poco antes de su muerte, Osbourne reunió por última vez a los miembros originales de Black Sabbath en el evento “Back to the Beginning”, en Villa Park, Birmingham. Fue su adiós definitivo. Lo acompañaron Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, quienes junto a él redefinieron la oscuridad en la música.
Aunque tuvo episodios de violencia doméstica y luchas profundas con su salud mental, Osbourne también fue un padre, un esposo y un hombre que reconoció sus errores. Sharon Osbourne, su compañera durante décadas, fue testigo de sus momentos más luminosos y más oscuros.
Ozzy Osbourne no fue un héroe perfecto. Fue contradictorio, excesivo, controversial. Pero su autenticidad, su energía y su talento lo convierten en una leyenda. Con su partida se apaga una voz, pero no su eco: en cada riff de guitarra distorsionado, en cada grito desgarrado, su espíritu seguirá vivo.