Cada año, el Happy City Index se encarga de identificar las ciudades más felices del planeta; en su edición 2025, el ranking ofrece un planteamiento renovado sobre qué significa realmente vivir bien; no se trata solo de dinero o infraestructura, sino de calidad de vida tangible, bienestar emocional y políticas públicas que funcionen para todos.
Este índice no mide la felicidad como una emoción pasajera, sino como una experiencia sostenida, impulsada por factores estructurales. Evalúa más de 200 indicadores agrupados en cinco grandes áreas: gobernanza, medio ambiente, economía, movilidad y capital social.
La clasificación se construye a partir de datos públicos, encuestas ciudadanas, estudios académicos y análisis de impacto. Además, incluye variables como acceso a zonas verdes, innovación urbana, inclusión, servicios públicos eficientes y sentido de comunidad.
En 2025, las ciudades mejor posicionadas son aquellas que han sabido responder a los retos contemporáneos con soluciones centradas en el bienestar. El trabajo remoto, el uso de la tecnología para facilitar trámites y la recuperación de espacios públicos fueron claves en varias de las urbes destacadas.
A continuación, el top 10 global del Happy City Index 2025:
- Aarhus (Dinamarca)
- Zurich (Suiza)
- Brisbane (Australia)
- Wellington (Nueva Zelanda)
- Copenhague (Dinamarca)
- Helsinki (Finlandia)
- Estocolmo (Suecia)
- Reykjavik (Islandia)
- Singapur (Singapur)
- Vancouver (Canadá)
Europa del Norte se consolida como una región líder en felicidad urbana, gracias a su inversión constante en políticas sociales, transporte sostenible y equidad. Dinamarca, con dos ciudades en el top 5, demuestra que la felicidad es un objetivo político alcanzable.
¿Qué pasa con América Latina?
Aunque ninguna ciudad latinoamericana figura en el top 10 global, varias aparecen destacadas en categorías específicas, como “capital social” o “resiliencia urbana”. Esto muestra un potencial de crecimiento, pero también áreas de mejora pendientes.
Ciudades como Medellín, Buenos Aires, Ciudad de México y Montevideo han sido reconocidas por su innovación social, mejora del espacio público y esfuerzos de sostenibilidad. Sin embargo, la desigualdad y la inseguridad siguen siendo obstáculos importantes.
En el caso de Medellín, por ejemplo, se valoró su apuesta por la movilidad inclusiva y los programas comunitarios en barrios históricamente excluidos. En Buenos Aires, la inversión en infraestructura verde y transporte fue uno de los puntos más fuertes.
Lo que distingue a las ciudades felices no es la ausencia de problemas, sino la forma como enfrentan los desafíos. Estas urbes adoptan enfoques integrales, donde las decisiones públicas están alineadas con las necesidades reales de la población.
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El Happy City Index también señala que la felicidad no es estática. Requiere mantenimiento, evaluación y adaptación constante, en especial frente a fenómenos como el cambio climático, la automatización o la polarización social.
Aunque muchas veces se piensa que el bienestar depende únicamente del individuo, el estudio recuerda que los gobiernos locales tienen una influencia decisiva. Desde la calidad de las escuelas hasta el diseño de los parques, todo puede hacer la diferencia.
En este sentido, las ciudades del ranking no son utopías perfectas, sino modelos posibles. Lugares donde la felicidad es parte del diseño urbano, de las políticas públicas y de la vida cotidiana.
Mientras el mundo sigue enfrentando incertidumbres, el mensaje del informe es claro: construir ciudades felices es una tarea urgente, viable y profundamente necesaria.
Imagen: Getty Images