En Colombia, la violencia basada en género encontró en el entorno digital un espacio cómodo para expandirse. Lo que antes ocurría dentro de cuatro paredes hoy se traslada a chats, redes sociales, foros y plataformas que, aunque fueron creadas para conectar, también pueden convertirse en herramientas de vigilancia, manipulación y daño emocional. Las cifras muestran un fenómeno creciente: seis de cada diez mujeres colombianas han enfrentado acoso digital, y a nivel global el porcentaje asciende al 85%.
El dato revela más que un problema tecnológico; evidencia una estructura de violencia que se adapta a cada nuevo escenario. La conectividad amplió oportunidades, pero también abrió puertas para que agresores encontraran nuevas formas de vigilar, castigar o silenciar.
El Ministerio TIC viene impulsando Ciberpaz 2025, una estrategia que busca frenar la expansión de estas violencias a través de capacitaciones, espacios virtuales y herramientas de prevención. Sin embargo, el desafío crece más rápido que la respuesta institucional. En un entorno donde la vida personal, laboral y emocional pasa por pantallas, la línea entre lo privado y lo público se vuelve cada vez más borrosa. Esa dinámica ha permitido que varias modalidades de agresión se normalicen, incluso al interior de relaciones afectivas.
Estas son las formas más comunes de violencia digital de género en el país, y por qué representan un riesgo que no puede subestimarse.
1. El cibercontrol, una vigilancia disfrazada de “preocupación”
Muchas mujeres viven un control constante por parte de sus parejas, quienes exigen contraseñas, revisan mensajes o monitorean contactos. Aunque suele justificarse como “cuidado”, en realidad es una forma de maltrato que deteriora la autonomía y puede escalar hacia agresiones psicológicas o físicas.
2. Difamación: cuando la mentira se viraliza
La difusión de rumores, imágenes manipuladas o contenido íntimo falso busca dañar la dignidad de la víctima. Detrás de cada publicación hay un propósito claro: castigar, humillar o sembrar miedo. La velocidad de las redes hace que el impacto sea inmediato y casi irreversible.
3. Ciberacoso: el asedio permanente
Mensajes insistentes, seguimiento obsesivo y vigilancia continua conforman un patrón que genera ansiedad, aislamiento y terror. Aunque ocurra detrás de una pantalla, sus efectos son reales: afecta la salud mental y puede convertirse en una amenaza física.
4. Explotación sexual facilitada por tecnología
Desde la publicación no consentida de material íntimo hasta casos de trata con fines sexuales, esta modalidad es una de las más peligrosas. Es un delito que traspasa fronteras digitales y deja secuelas profundas en la vida de las víctimas.
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5. Suplantación de identidad, un ataque a la reputación y la seguridad
Crear perfiles falsos para vigilar o perjudicar a alguien es una agresión que combina manipulación, espionaje y daño psicológico. Suele usarse para acosar, extorsionar o controlar.
¿Qué hacer si usted o alguien cercano es víctima?
Guardar pruebas, documentar cada mensaje y acudir a redes de apoyo puede marcar la diferencia. En Colombia existen líneas especializadas como la 155, la Línea Púrpura, Sisma Mujer, Calma, Corporación Humanas y Limpal, entre otras. Estas entidades ofrecen acompañamiento emocional, orientación legal y rutas de protección.
La violencia digital no es un problema de tecnología, sino de poder. Y enfrentarlo requiere reconocerlo, hablarlo y construir entornos seguros donde las mujeres puedan estar conectadas sin miedo.
