La decisión de la Superintendencia de Industria y Comercio que avaló la integración entre Tigo y Movistar sigue generando inquietudes en el sector. Una de las voces más críticas es Somos Internet, la startup paisa que en apenas cinco años ha logrado conectar a más de 60.000 hogares en Medellín y Bogotá y que hoy emplea de manera directa a cerca de mil personas. Para la compañía, la aprobación de la fusión no es una simple operación empresarial sino un movimiento que reconfigura el mercado y eleva los riesgos para los proveedores pequeños y medianos.
Según explica la empresa, con la unión de Tigo y Movistar se consolida en Colombia un esquema que se parece más a un duopolio que a un mercado competitivo. En la práctica, Claro y la nueva compañía resultante concentrarán más de 70 por ciento de los accesos a Internet fijo. Ese nivel de poder, señala la startup, puede convertirse en un obstáculo para que nuevos actores crezcan, innoven y sigan compitiendo en precios y calidad.
Una de las preocupaciones de Somos gira en torno a la capacidad que tienen los operadores gigantes para sostener promociones prolongadas sin comprometer su estabilidad financiera. Para empresas pequeñas, absorber descuentos agresivos durante semanas o meses puede ser inviable y esto, en opinión de la compañía, podría usarse como una forma de presionar al mercado y desplazar a quienes están en etapa de expansión.
Otro punto crítico está en la negociación de insumos esenciales. Entre más concentrado esté el sector, mayor es el poder de negociación que obtienen los jugadores grandes con proveedores de infraestructura, contenidos, energía o equipos. Esto se traduce en menores costos por unidad y mejores condiciones para empaquetar y vender servicios combinados.
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Somos considera que este panorama deja a los actores pequeños en desventaja, especialmente cuando se trata de competir contra combos que integran fijo, móvil y televisión. A esto se suma la preocupación por el uso del costo de instalación como argumento para imponer cláusulas de permanencia, una práctica que la compañía considera injusta y que afecta la libertad de elección del usuario.
Alejandro Delgado, vicepresidente de Relaciones Estratégicas, también advierte que las zonas rurales y los barrios más vulnerables podrían ser los grandes perdedores de este nuevo escenario. Aunque Somos no planea llegar a áreas rurales en el corto plazo, sí se ha convertido en una alternativa real para cerrar brechas en sectores populares de Medellín y Bogotá gracias a precios desde cincuenta mil pesos, fibra óptica simétrica y la ausencia de cláusulas que frenan la adopción en hogares de ingresos limitados. Para Delgado, una menor presión competitiva reduciría los incentivos de los grandes operadores para invertir en estos territorios.
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Hoy Somos representa cerca de 0,64 por ciento del mercado, pero su crecimiento reciente es uno de los más altos del país. En dos años su base de usuarios ha aumentado 114 por ciento y la meta es pasar de 60.000 a 680.000 en un plazo de cinco años, lo que ubicaría su participación cercana a siete por ciento. Solo en 2026 esperan duplicar su tamaño.
Con el respaldo de inversionistas internacionales y su inclusión en el programa Medellín Next de Ruta N, la compañía planea seguir fortaleciendo su infraestructura y expandiendo su red de fibra activa, una tecnología poco común en hogares pero que les ha permitido desplegar la red a costos más bajos y ofrecer conexiones más rápidas. Su apuesta es clara: un internet más rápido, más justo y con mejor servicio al cliente en un mercado que, según advierte, podría perder dinamismo justo cuando más necesita competencia.
