Se buscan vendedores… no se requiere experiencia

Cada vez que voy a Unilago o al Centro de Alta Tecnología a comprar algún aditamento para mi computador personal (más memoria, un disco duro, una tarjeta adicional) trato de documentarme un poco con respecto a la compra.

Procuro llevar datos como la referencia exacta de la pieza o componente que necesito, el modelo de la tarjeta madre del computador, el tipo de procesador… cualquier información que ayude al vendedor a darme alternativas, en caso de que no encuentre exactamente lo que busco.

En estos establecimientos uno espera ¿y generalmente sucede¿ que la persona que está parada al otro lado del mostrador sepa de lo que habla y sea capaz de ofrecer buenos consejos con respecto a la intención de compra del cliente. Es obvio que en algunos casos querrán venderle un poco más de lo que necesita, pero al fin y al cabo ese es su negocio. De cualquier forma, documentarse para la compra también permite no dejarse ¿descrestar¿ en estos casos.

Cosa distinta sucede cuando uno va a un almacén de cadena o establecimiento comercial no especializado que tiene una sección de tecnología. Allí uno no va a comprar memoria SDRAM de 184 pines o una tarjeta Asus P4P8X SE con puerto AGP Pro 8X… No, allí uno va por cosas más mundanas, menos complicadas, como una impresora, un escáner, unos parlantes.

Soy poco amigo de generalizar, pero en varias ocasiones he tenido que contener la risa, la rabia o el desconcierto al encontrar vendedores que parecen haber caído en estas secciones por obra y gracia del azar, y que sorprenden con salidas como las que documento a continuación. Les aseguro que son casos de la vida real, que me hacen temer por el bolsillo de un usuario poco conocedor que busque allí consejo para hacer una inversión significativa.

Creo que alguna vez ya escribí sobre un vendedor que intentó convencerme de que la bolsita que sirve para absorber la humedad que venía dentro de la caja de un escáner era para limpiar la pantalla del equipo. No profundizaré en el caso ni en los rayones que hubiera causado al dispositivo en caso de haber confiado en el personaje.

Claro que con este al menos llegué al punto de revisar el contenido de la caja. En otro almacén no volví a tener noticias de una vendedora a la que le pregunté si un modelo de escáner venía con puerto USB en lugar de paralelo. «¿Qué,perdón? Ah… Ya le averiguo». Y hasta la fecha…

Hice la misma pregunta con respecto a una impresora láser: ¿Tiene puerto USB? ¿No ¿me dijo la vendedora¿, pero se le puede poner. Eso ya le toca con el fabricante¿. De todas formas, hice abrir la caja para revisar el equipo, que sí tenía puerto USB, aunque no traía el cable, que compré en el mismo almacén.

En otro proceso de desempaque y verificación de partes, esta vez al comprar una impresora de inyección de tinta, todo iba perfectamente bien hasta que de la caja salió un paquete que decía Glossy Paper, cuyo contenido eran cinco hojas de papel brillante… de papel Glossy. ¿Este es un glosario de términos de impresión¿, me dijo el vendedor…

Hace poco, una amiga me confesó que no había vuelto a jugar con el computador porque el vendedor le aseguró que los juegos le gastaban la memoria… Y más recientemente fui testigo de una transacción en la que un cliente quería un casete para su cámara DVD (sic., presumo que era una MiniDV) y el vendedor convencido le dijo: ¿Claro… a esas les sirve el de 8 milímetros¿.

No puedo generalizar. Conozco empresas que se encargan de capacitar a sus impulsadores, que invierten tiempo y dinero para que las personas que ofrecen sus equipos o programas en establecimientos no especializados sepan asesorar al cliente de manera correcta.

Sin embargo, parece que no todos los comercios valoran este esfuerzo y ponen sus ventas de tecnología en manos de gente que no tiene idea de lo que está hablando. Les interesa vender cajas, no prestar un buen servicio. Lástima.

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