Entre el 22 de julio y el 5 de agosto de 2025 podría registrarse el día más corto en la historia de la Tierra, según estimaciones recientes de investigadores respaldados por la NASA. Aunque los cambios apenas alcanzan milisegundos, los científicos advierten que estos fenómenos están ligados a complejas interacciones entre el clima, la atmósfera y la posición de la Luna.
Durante el verano en el hemisferio norte, la rotación de la Tierra se acelera levemente. Esto se traduce en días que pueden durar entre 1,3 y 1,5 milisegundos menos de lo habitual. Aunque parezca insignificante, este cambio representa una anomalía dentro del equilibrio que ha mantenido el planeta por más de 4.500 millones de años.
Una de las principales causas de esta aceleración es la posición actual de la Luna respecto al ecuador terrestre. Su órbita no solo es elíptica, sino también inclinada, y cuando este ángulo es mayor, entre 18° y 28°, la gravedad lunar actúa con más fuerza, acelerando ligeramente la rotación del planeta.
Este fenómeno ha sido documentado con precisión gracias a tecnologías avanzadas de medición del tiempo y la rotación terrestre. El físico experimental David Gozzard, de la Universidad de Australia Occidental, explica que la Luna funciona como un “freno gravitacional”, pero su fuerza varía según su posición. En ciertos momentos, este efecto se debilita, permitiendo que la Tierra gire un poco más rápido.
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A pesar de la espectacularidad del titular —el día más corto del planeta—, no se trata de algo sin precedentes. Estudios geológicos han demostrado que, hace entre 1.000 y 2.000 millones de años, la Tierra completaba un giro en apenas 19 horas. Los días eran más cortos de forma natural, en parte por la cercanía de la Luna.
En el presente, sin embargo, existen otros factores que alteran la rotación de manera sutil pero constante. Uno de los más determinantes es el cambio climático. La NASA ha documentado que el derretimiento de los glaciares, la redistribución del agua y el aumento del nivel del mar están modificando el eje de rotación del planeta. Solo entre 2000 y 2018, este desplazamiento fue de más de 9 metros.
Estos cambios, aunque pequeños, se suman. En promedio, el derretimiento del hielo y la extracción de aguas subterráneas han aumentado la duración de nuestros días en 1,33 milisegundos por siglo. A largo plazo, si el calentamiento global continúa, se estima que los días podrían alargarse 2,62 milisegundos más para el año 2100.
También hay ejemplos de cómo la actividad humana ha influido en la rotación terrestre. La gigantesca represa de las Tres Gargantas, en China, que almacena 39.000 millones de kilogramos de agua, causó una leve ralentización del planeta, según mediciones de la NASA. Al redistribuir tanta masa, el centro de gravedad cambió mínimamente.
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¿Debemos preocuparnos? Los científicos son claros: no. Aunque estos datos pueden despertar inquietud, las variaciones en la duración del día no tienen un impacto perceptible en nuestra vida diaria. El sistema Tierra-Luna ha demostrado ser estable a lo largo de milenios, y la actual aceleración es parte de un ciclo natural.
Lo que sí debería preocuparnos es cómo el cambio climático altera estos ciclos milimétricos. Si bien los milisegundos no nos afectan directamente, son una señal de cómo nuestras acciones están modificando aspectos fundamentales del planeta, desde la órbita hasta la masa de hielo en los polos.
Así que si entre el 22 de julio y el 5 de agosto de este año el reloj atómico detecta el día más corto jamás registrado, no será el fin del mundo. Pero sí una oportunidad para observar cómo incluso lo más constante, la rotación de la Tierra, puede cambiar. A veces, basta un milisegundo para recordarnos que todo en la naturaleza está en movimiento.
Imagen: Archivo ENTER.CO