“Crímenes no resueltos: El viejo oeste”, la serie que revive los casos olvidados, se estrena este 10 de julio

En los vastos y silenciosos territorios del viejo oeste estadounidense, la justicia solía ser esquiva. Allí donde la geografía implacable y la falta de tecnología conspiraban contra la verdad, los crímenes podían quedar enterrados por décadas. Ahora, A&E desempolva esos expedientes olvidados y los pone bajo la lupa de la ciencia y la perseverancia en su nueva producción: “Crímenes no resueltos: El viejo oeste”, que se estrena este jueves 10 de julio a las 11 p.m. en Colombia, Argentina y México.

Esta serie documental de seis episodios llega como un spin-off de “Crímenes no resueltos: asesinato en el pantano”, pero lejos de ser un simple derivado, propone un enfoque más crudo y revelador sobre homicidios que, durante años, permanecieron sin respuesta en los rincones rurales de Estados Unidos. A diferencia de los dramas policiales convencionales, aquí no hay detectives glamorosos ni soluciones rápidas: solo el peso de la impunidad y el largo, doloroso camino hacia la justicia.

El factor diferencial de esta producción radica en el lugar y el tiempo. Mientras que otras series  de crimenes se enfocan en entornos urbanos o casos recientes, esta vez A&E lleva a la audiencia a los pueblos remotos del oeste, donde las montañas, los cañones y las carreteras polvorientas fueron testigos mudos de asesinatos que parecían destinados al olvido.

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La producción revive seis casos reales en los que el aislamiento, los errores de las primeras investigaciones y la falta de pruebas condenaron a las víctimas al silencio. Pero también muestra cómo los avances forenses, la presión de las familias y la obstinación de algunos investigadores lograron reabrir las causas y, en muchos casos, sentar a los culpables en el banquillo décadas después.

Entre las historias que impactarán a la audiencia está la de Pamela Shelly, una madre hallada muerta en su casa de Texas en 2001. Lo que inicialmente se reportó como un suicidio pronto fue cuestionado por su propia hija y por un sheriff decidido a no conformarse con las apariencias. Más de diez años después, la verdad salió a la luz.

Otro caso escalofriante es el de Carolyn Jansen, cuyo cuerpo apareció dentro de un contenedor sellado con cinta adhesiva en Colorado. La tecnología forense inexistente en 2005 retrasó la resolución del caso hasta que una prueba de ADN en esa misma cinta condujo a su asesino.

La serie también aborda el brutal asesinato de Sherry Black, dueña de una librería en Utah, cuya resolución solo fue posible gracias al uso de genealogía genética investigativa, una técnica que ha revolucionado el esclarecimiento de crímenes fríos en todo el mundo.

En su recorrido, la serie no solo expone casos, sino que evidencia cómo la ciencia ha transformado la forma de hacer justicia. Técnicas como el análisis avanzado de ADN, la genealogía forense y la recolección meticulosa de pruebas han sido clave para resolver delitos que, en otra época, quedaban impunes.

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Más allá de la tecnología, la serie pone en primer plano las emociones humanas: las lágrimas de los familiares, la frustración de los investigadores y, sobre todo, la necesidad de no olvidar. Historias como la de Lavender Doe, una joven sin identidad hallada calcinada en Texas, o la de Carol Murphy, cuyo asesinato en 1987 tardó casi tres décadas en resolverse, reflejan ese sentimiento.

A diferencia de otros formatos que explotan el morbo, “Crímenes no resueltos: El viejo oeste” se distingue por su tono sobrio y su narrativa centrada en la búsqueda de la verdad. Con material de archivo, entrevistas a detectives, fiscales y familiares, la serie logra un equilibrio entre el drama real y el rigor periodístico.

Imagen: Archivo Particular:

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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