Por: Erik Fabian Rico, profesor y líder del Centro de Pensamiento en Talento Humano y Organizaciones Saludables del Politécnico Grancolombiano
La llegada de la inteligencia artificial (IA) ha revolucionado el mundo del trabajo y planteado un escenario desafiante para el talento humano. La automatización está transformando procesos clave, especialmente en el área de gestión de talento humano, pero también abre interrogantes sobre el futuro de los empleos y la necesidad de redefinir nuestro rol en el entorno profesional.
La IA ha tenido un impacto significativo en la automatización de procesos operativos. Algunos ejemplos son el reclutamiento mediante prácticas de inbound recruiting y entrevistas virtuales, así como la sistematización de pruebas para la selección de personal; también la digitalización de la información relacionada con el capital intelectual a través de software especializados y el uso de plataformas virtuales para mejorar la fidelización del cliente interno.
Estos avances han permitido una mayor agilidad en los procesos, pero también evidencian el reto de mantener el equilibrio entre la tecnología y el factor humano en las organizaciones. Diversos estudios advierten que la IA podría sustituir hasta el 80% de la fuerza laboral tradicional. Esto no es una amenaza, es una oportunidad para reflexionar sobre la creación de empleos que complementen las nuevas dinámicas laborales.
El desafío está en identificar brechas que se generan entre el avance tecnológico y la necesidad de mantener el contacto humano, especialmente en servicios que requieren empatía, conexión emocional y habilidades interpersonales. En este contexto, existen áreas donde el talento humano sigue siendo indispensable.
El campo de la salud es un ejemplo claro: profesionales como los psicólogos aportan apoyo emocional y estrategias para el bienestar mental de los pacientes. También el sector educativo juega un papel clave, ya que los docentes no solo transmiten conocimientos, sino que forman habilidades y competencias fundamentales para el aprendizaje autónomo.
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La interacción humana es esencial para estos procesos, aún en un entorno cada vez más digitalizado. Además, el campo artístico, la consultoría y el derecho son otros ejemplos donde el talento humano es clave. Estas profesiones dependen de la capacidad creativa, ética y crítica de las personas para resolver conflictos, interpretar emociones y generar estrategias que las máquinas no pueden replicar aún.
Sin duda, la IA tiene un espacio en el mundo laboral para apoyar y optimizar procesos, como la selección de talento y el onboarding, utilizando tecnologías como el machine learning. Pero su éxito dependerá del uso ético y consciente que las organizaciones hagan de ella. La tecnología puede potenciar la dirección del talento humano, siempre y cuando las personas continúen liderando su aplicación.
En este sentido, el futuro no es una batalla entre el talento humano y la IA, sino una oportunidad para complementarnos, potenciarnos y adaptarnos. Preparar a las nuevas generaciones para desarrollar competencias tecnológicas, habilidades emocionales y una mayor flexibilidad, será clave para enfrentar estos desafíos.
El talento humano sigue siendo esencial para darle ética, propósito y dirección a la tecnología. La clave no es temerle al cambio, sino liderarlo, reflexionando sobre cómo la IA puede ser una herramienta para crear entornos laborales más inclusivos, eficientes y colaborativos.
El reto es claro: reinventar nuestras habilidades, adaptarnos a los cambios y enfrentar con responsabilidad el futuro que se avecina. La tecnología puede ser nuestro aliado, siempre que mantengamos en primer lugar lo que nos hace humanos: la empatía, la ética, el diálogo y la conexión.
Imagen: Generada con IA / ChatGPT

