Cada vez más colombianos están cambiando de sector para entrar a tecnología sin empacar maletas. La motivación central es mejorar ingresos y estabilidad, pero también ganar flexibilidad y proyección internacional. El trabajo remoto permitió que la exportación de talento ocurra desde la sala de la casa.
La madurez del teletrabajo, el auge de equipos distribuidos y la cercanía horaria con Norteamérica abrieron una puerta concreta. Empresas de software, fintech y startups globales contratan profesionales en Colombia, con pagos en divisa fuerte y esquemas por objetivos. El resultado: más oportunidades sin migración física.
Esta migración “digital” reconfigura prioridades. Perfiles de desarrollo, ciencia de datos, producto y ciberseguridad lideran la demanda, mientras crecen los roles de diseño y marketing de crecimiento. Plataformas de reclutamiento remoto y comunidades técnicas locales aceleran ese empalme entre oferta y necesidad global.
El fenómeno trae deberes para el profesional: inglés funcional, portafolio con código verificable y dominio de metodologías ágiles. También exige disciplina para autogestión, cumplimiento contractual y facturación internacional. No es un atajo, es una carrera con nuevas reglas y estándares más visibles.
Un mercado global que exige habilidades demostrables
¿Cómo se accede? Construyendo evidencia. Repositorios públicos, contribuciones a proyectos abiertos, retos técnicos y casos reales pesan más que un CV largo. La validación llega por pruebas técnicas y entrevistas por competencias, no por la dirección de la oficina.
Los beneficios son palpables: mejores bandas salariales, aprendizaje continuo y redes profesionales globales. Pero no todo es idílico. La frontera entre trabajo y vida puede difuminarse, los husos horarios retan rutinas y la ausencia de prestaciones locales obliga a planear salud, pensión e impuestos con rigor.
Para que el salto sea sostenible, la formación debe cerrar brechas. El mercado no perdona lagunas en fundamentos, arquitectura, seguridad o calidad. La educación orientada a proyectos reales, en inglés y con acompañamiento diario, se volvió el diferencial entre aspirar y competir de verdad.
En ese punto entran propuestas diseñadas para “aterrizar” al estándar global con práctica intensiva. Programas que simulan entornos de trabajo, fomentan el aprendizaje entre pares y miden el progreso por entregables. Ese enfoque reduce la distancia entre teoría y producción y acelera la empleabilidad.
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Holberton Coderise cuenta con un modelo en el que su entrenamiento es 100% online, con sesiones en vivo, trabajo en equipo y metodología basada en proyectos reales. La formación es en inglés y puede cursarse desde casa o en espacios de co-working del país, priorizando habilidades aplicables sobre títulos formales.
La oferta combina rutas intensivas y flexibles: un programa inmersivo de Desarrollo de Software sin requisitos previos, y especializaciones avanzadas en Front-end, Back-end, Web & Mobile, Machine Learning, AR/VR y Systems & Blockchain. Además, suman cohortes enfocadas como Generative AI, alineadas con la demanda actual.
El calendario reciente incluye Software Development Part Time (4 de agosto de 2025), Generative AI (2 de septiembre de 2025) y Software Development Full Time (6 de octubre de 2025). Cada ruta define dedicaciones mínimas exigentes para asegurar práctica constante y construcción de portafolio demostrable.
Según la propia academia, el 91% de quienes concluyen el entrenamiento logra empleo con rangos de 1.000 a 5.500 dólares mensuales. Testimonios de egresados que migraron desde biología, teología o ingeniería tradicional exhiben el objetivo de fondo: trabajar para el mundo sin salir de Colombia.
Imagen: Archivo ENTER.CO