Las 6 preguntas que no debes hacerle a la inteligencia artificial y las consecuencias de hacerlo

Las plataformas de inteligencia artificial como ChatGPT, Gemini o Copilot están cada vez más presentes en el entorno digital. Su uso para resolver dudas, automatizar tareas o apoyar procesos de aprendizaje es frecuente. Pero no todo se puede preguntar. Existen límites definidos por razones legales, técnicas y éticas, que si se ignoran pueden generar consecuencias reales para el usuario.


1. ¿Qué enfermedad tengo o qué tratamiento me conviene seguir?

Pedir diagnósticos médicos a una IA puede llevar a errores graves. Según las políticas de OpenAI y Google, estos sistemas no están autorizados ni capacitados para sustituir la evaluación de profesionales de la salud. Ofrecen información general, pero no interpretan síntomas ni sugieren tratamientos personalizados. Basar decisiones de salud en respuestas automatizadas implica riesgos clínicos y legales.

2. ¿Dónde debería invertir mi dinero o qué decisión financiera es mejor?

Las políticas de uso prohíben brindar asesoramiento financiero específico. La IA puede explicar qué es un bono o cómo funciona un interés compuesto, pero no evalúa situaciones personales ni ofrece recomendaciones adaptadas al contexto del usuario. Confiar en estas respuestas puede conducir a pérdidas económicas o decisiones mal fundamentadas. Siempre se debe consultar a un asesor profesional.

3. ¿Cómo accedo a la cuenta de alguien o consigo su información privada?

Solicitar contraseñas, mensajes o datos privados está explícitamente bloqueado por las plataformas. Estas herramientas no acceden a bases de datos personales, ni siquiera si la información circula públicamente. Además de ser técnicamente imposible, esta conducta puede considerarse un intento de vulnerar la privacidad, lo que está penado por normativas como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR).

 

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4. ¿Cómo se comete un delito o se fabrica algo ilegal?

Pedir información sobre actividades ilícitas, como hackeo, fabricación de armas o drogas, activa barreras técnicas de seguridad. Tanto OpenAI como Google restringen este tipo de consultas por razones legales. El usuario no solo no obtendrá una respuesta, sino que su actividad podría quedar registrada. En algunos casos, puede derivar en bloqueo de la cuenta o investigación si se repite.

5. ¿Qué opinas sobre temas sensibles o qué decisión debería tomar en mi vida?

La inteligencia artificial no tiene conciencia, emociones ni valores propios. No puede emitir juicios personales ni brindar contención ética o emocional. Las respuestas que simulan opiniones están generadas con fines conversacionales y no deben tomarse como orientación seria. Confiar en la IA para resolver dilemas personales o emocionales puede llevar a decisiones desinformadas o sin sustento real.

6. ¿Qué pasará en el futuro con X tema (elecciones, economía, clima, etc.)?

Ningún sistema de IA puede prever el futuro con certeza. ChatGPT y Gemini pueden procesar tendencias o datos pasados, pero no anticipan eventos futuros como resultados electorales o financieros. Aun así, muchos usuarios malinterpretan sus estimaciones como predicciones confiables, lo cual puede influir en decisiones de alto riesgo, desde inversiones hasta apuestas.

 

¿Por qué estas restricciones son verificables?

Las limitaciones que rigen el uso de la inteligencia artificial están respaldadas por documentación pública y accesible. Figuran en las políticas de uso de plataformas como OpenAI y Google, y se alinean con normas internacionales de protección de datos como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR). Además, los propios sistemas advierten al usuario cuando una consulta supera los límites establecidos, activando filtros automatizados o generando respuestas de bloqueo.

Estas restricciones no son detalles técnicos aislados. Forman parte de un marco de seguridad diseñado para proteger a los usuarios y prevenir usos indebidos. Buscan evitar la propagación de información falsa, el acceso no autorizado a datos, el asesoramiento irresponsable y otros riesgos asociados al mal uso de la tecnología. Son principios diseñados para garantizar que la IA sea una herramienta útil, y no una fuente de daño.

Lejos de limitar su potencial, estos límites lo encauzan. Usar inteligencia artificial con criterio no es un obstáculo, sino una forma de aprovecharla con más confianza. Preguntar lo indebido no solo puede resultar inútil, también puede exponer al usuario a errores, falsas certezas o consecuencias legales. Conocer el marco de acción de estas herramientas no las vuelve menos poderosas: las vuelve más seguras.

Imagen: Generada con IA / ChatGPT

Redacción ENTER.CO

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